En repetidas ocasiones y a lo largo de la historia, los gobiernos socialistas o comunistas sostienen la absurda idea de que los hijos de una familia les pertenecen al Estado y no a sus padres, como está ocurriendo actualmente en España.
De esta manera, nos percatamos que el matrimonio también es “un trabajo” que tiene retos y desafíos. En primera instancia, para mantener la unidad de los dos; luego el crecer en virtudes; renovar los compromisos adquiridos y estar pendientes de la formación de los hijos.
Hay que llevarles de la mano, por un plano inclinado, con paciencia, prudencia y haciéndoles ver que todo ello a la postre contribuirá en tener una personalidad fuerte -con temple y carácter- bien determinada.
La misión de Hogares Providencia se ha cumplido cada día, así como lo soñó el Padre Chinchachoma. “Todo aquel que toque la puerta, debe encontrar una respuesta de amor que forma, educa, responsabiliza compromete, obliga a observar límites y valores”.
El papá se convertía en el “ogro regañón”, en el eterno malhumorado, en la figura dura, incomprensiva y distante a la que ninguno de los hijos se le podría acercar a conversar con él o hacerle una confidencia.