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Vivir la alegría, resolviendo: las dificultades del camino 2>

Desechemos las ideas que nos parecen imposibles. Llegará el momento en que –cuando se nos presenten- lucharemos contra ellas, para convertirlas en viables. Tampoco fabriquemos montañas inaccesibles en nuestra imaginación cuando queramos conseguir algo valioso. Esas montañas -casi siempre- son granitos de arena, que superaremos con constancia, con más o menos dificultad, si nuestra visión de la vida es objetiva, positiva y alegre.

No nos compliquemos pensando en miserias futuras, cuando lo que pretendemos son cosas buenas.

La experiencia demuestra que muchos males o problemas sin solución: nunca ocurrieron: y toda la energía y tiempo empleada para prepararnos para tal confrontación, resultaron inútiles. La desesperanza –entre otras cosas- se puede exteriorizar en una desgana por el trabajo o en mal humor, que hemos de quitarnos para trabajar alegremente.

Consideremos el sentido positivo de que nada de lo que hacemos se pierde.  No nos compliquemos la vida pensando en miserias pasadas negativas, considerando que la experiencia futura así será: Jamás aceptar la retórica de los “ojalás”.

Quien se preocupa demasiado por el pasado cae en la mentalidad enfermiza de examinar la cadena de los pasados fracasos como algo indeseable, siendo que de ella adquirimos experiencia para hacer las cosas bien en el presente, el cual debe ser alegre. El futuro hay que construirlo trabajando con prudencia.

Hemos de atenernos a la realidad más material e inmediata, teniendo siempre presente la panorámica del futuro a largo plazo. Por ello, Lo verdaderamente importante es el cumplimiento de nuestro deber de cada instante.

Este presente es el que tenemos que dominar. Pensando, y hacerlo realidad, con nuestra voluntad y lucha, en un ambiente de alegría genuina y auténtica.

Es preciso luchar y olvidarse de sí mismo para conseguir vivir la alegría y para alcanzarla:, vivir primero la esperanza: no seamos aguafiestas, intentemos ser positivos.

Todos buscamos a Dios, no podemos cansarnos en la búsqueda.  La vida no es un camino insoportable, que conduce solo a la muerte sin sentido. La muerte es solo un cambio de casa. No es raro que se caiga en la tristeza, cuando se pierde la alegría de vivir.

La única forma de ser positivo y alegre es rectificando nuestra intención, en todos nuestros actos. El camino: buscar siempre a Dios en las tareas cotidianas.

Tras la amistad 2>

El título de este artículo puede verse desde dos puntos de vista: qué hay detrás de la amistad y el hecho de vivir personalmente la amistad. Estas dos cuestiones surgen pues estamos en el mes donde tenemos un día dedicado a la amistad, y año con año festejamos la relación con nuestros seres queridos.

Por este motivo podemos hacernos varias preguntas y sus respectivas respuestas nos medirán la madurez en nuestras relaciones. ¿Permanecen las mismas amistades y desde cuándo están? ¿Se han incorporado otras y por qué motivo? ¿Por qué ya no están otras?

Es lógico que cuando celebramos esta fecha incluyamos a las personas cercanas de nuestra familia: los padres, los abuelos, hermanos, tíos, primos, amigos entrañables que para nosotros están siempre. Luego añadimos otras personas conforme entramos a nuevos ambientes. También desaparecen algunas y aquí es necesario profundizar en la razón para ver si eso se justifica o no se justifica

Nuestras respuestas han de llevarnos a revisar qué significa para mí la amistad.

La amistad es una manera de vivir la relación con los demás y muestra nuestro grado de madurez en la dimensión social. Se caracteriza por la reciprocidad pues la amistad es el resultado de un sentimiento mutuo, debido a puntos de vista semejantes, coincidencia en modos de ver la vida o de tener proyectos en común.

No es posible explicar la amistad con parámetros formales pues cada amistad es única y propone un camino irrepetible. Algunas surgen muy pronto, otras tardan mucho más. Las hay estrechas y cercanas, otras son más específicas y por lo tanto sólo coinciden en aspectos muy definidos.

Pero toda amistad es un tesoro por basarse en concordancias. Y la concordancia es semejanza en aspectos que anida el corazón, aspectos que amamos, que valoramos, que deseamos perfeccionar, que nos dolería perder.

Por eso. Si al responder las preguntas planteadas al inicio nos damos cuenta que nuestras amistades varían en exceso, hemos de rectificar pues es muy probable que nuestras relaciones humanas sean frívolas y superficiales. Por este motivo podemos concluir que no valoramos como de debe a las personas en toda su profundidad y eso mismo nos lleva a vivir de modo infantil.

La madurez de la persona se alcanza cuando se valora la amistad y se cultiva. Esta actitud lleva a cuidar y mejorar todas nuestras relaciones tanto familiares como extrafamiliares, respetando los modos de ser y respetándonos porque mejoramos en el trato con los demás.

Todos los esfuerzos que hagamos en este terreno redundarán en fortalecer nuestra madurez y en la capacidad de establecer relaciones humanas sólidas y mucho más gratas.

El día de la amistad es una oportunidad para pasar del romanticismo adolescente a la consistencia de adultos que se respeta y respeta a los demás.

Si somos humildes: los fracasos nos ayudan a trabajar mejor 2>

Vea en los fracasos experiencias de aprendizaje. Con el fracaso percibimos lo que no debemos hacer y descubrimos un camino que nos acerca o nos conduce al éxito deseado. Considere los fracasos como la retroalimentación negativa, que se requiere para corregir el rumbo y tomar un camino acertado.

Los fracasos son una gran oportunidad de crecer en afán de superación y hacer crecer las virtudes y las actitudes positivas. Descubra en los fracasos la oportunidad de aumentar su buen humor, pero llegue a la causa del fracaso para corregirse.

Vea en los fracasos la coyuntura necesaria, para practicar sus técnicas y mejorar su trabajo. Aprecie el trabajo como, algo divertido, en una labor que debe conquistar. El fracaso es parte de la vida misma, que consiste en un comenzar y recomenzar, pero no para lamentarse y/o permanecer caído: sino para levantarse y remontar uno más arriba que las águilas.

No se trata de desear el fracaso, sino de aprender a manejarlo en beneficio de todos. Cuando ocurre el fracaso, necesitamos iniciar el proceso con la recopilación de personas, hechos y consecuencias asociados.

“Te asustas ante las dificultades, y te retraes. ¿Sabes qué resumen puede tratarse de tu comportamiento?: ¡comodidad, comodidad y comodidad!

Habías dicho que estabas dispuesto a gastarte, y a gastarte sin limitaciones, y te me quedas en aprendiz de héroe. ¡Reacciona con madurez!”. (san Josemaría Escrivá de Balaguer, Surco,  n. 521).

Aprendamos de nuestros fracasos para estar mejor que antes, y conseguir con alegría los objetivos que nos proponemos.

Vivir la vida con sentido común 2>

El éxito es una habilidad que se necesita desarrollar constantemente y que debe estar acompañado por las virtudes humanas y sobrenaturales, para hacer continuamente el bien. con unidad de propósito.

Empieza cuando queremos. Querer es hacer las cosas con una voluntariedad firme y una buena inteligencia, que no acepta nunca una negativa, y que siempre está aprendiendo a hacer las cosas mejor.

Implica estudiar y luchar cada día para alcanzar la meta. Subir cada día un escalón y no bajar ninguno. Siempre aceptar nuestros errores.  Corregirnos y actuar como si ya hubiéramos logrado nuestras metas y seguir así hacia adelante.

En buena parte es una cuestión psicológica. Por ello, implica esforzarse   en hacer crecer las virtudes, especialmente   la fortaleza y la prudencia, hasta terminar con perfección el trabajo, que requiere de un modo u otro ayudar a los demás.

Descuidar las debilidades sería fatal, pues “el hilo se rompe por el punto más delgado.”  Hay que esforzarse para convertir las debilidades en fortalezas, es decir, en hacer el bien sin desanimarse.

Hacer las cosas por servir. Ni esclavo de personalismos ni de egocentrismo, sino generosidad.  El éxito trae la tranquilidad dela cumbre, que sirve para descansar y reponer fuerzas, y seguir adelante y hacia arriba con objetivos bien claros de lo que se desea alcanzar.

Aprender a trasmitir mis conocimientos y mi experiencia al que no sabe, y podré avanzar más.  Es decir, aprender a hacer de nuestra vida un éxito, hasta que la vida termine, trasmitiendo con alegría nuestra experiencia. Afrontar cada trabajo e identificar lo esencial del mismo, realizándolo en un 100%, aspirando a la perfección del mismo (sin ser perfeccionista). Lo cual implica cuidar las cosas pequeñas y no perderse en las insignificancias o detalles no importantes.

El mundo exterior me indica el nivel que puedo alcanzar, Pero interiormente puede uno crecer siempre en las virtudes, que son las fuerzas del alma.

La habilidad para pensar de este modo, me llevará a identificar y eliminar la barrera interna y negativa, que a veces existe en uno y que frena el trabajo. Al corregir la barrera interna, desaparece la barrera externa: el” Yo no puedo”, “es que”, “pensé que” “creí que” …

El éxito no tiene fin. Lo que hasta ahora se haya logrado es ganancia, pero es ineludible terminar bien el trabajo concreto, y empezar otro -aplicando la experiencia adquirida- como si fuese poco más que un punto de partida: no como una culminación.

El éxito en la vida consiste en seguir siempre adelante, con objetivos que –mejoran nuestras virtudes y desarrollan nuestras habilidades-  y que dan un sentido positivo a todo lo que hacemos. Y que ayudan a los demás.

El éxito en la vida nos impulsa a seguir siempre adelante, pero recociendo los errores y eliminándolos con los aciertos. Recuerde que el éxito es la realización máxima de su habilidad, pero especialmente incluye el mejoramiento de las virtudes “Compórtate como si el éxito fuera inevitable” (Anónimo), aunque en buena parte depende de uno.

Hemos de tener éxito en la vida, pero siempre acompañado de la felicidad.  Lo que implica hacer continuamente el bien, por amor a los demás, y rectificar la intención haciendo las cosas principalmente por amor a Dios.

Resumiendo, se trata de hacer de la vida un éxito en todos los aspectos, y para lograrlo, estar siempre animados.

Paisano y bastión, Serrano Limón 2>

Una tarde fría de invierno, trabajando como el solía, haciendo y dejando hacer, dialogando, que, no imponiendo, su corazón dijo basta y se fue para siempre -como se van los grandes- dejando imborrable el recuerdo del amigo, del luchador, del maratonista, del padre de familia y del polémico, Jorge Serrano Limón.

Lo conocí bien, con frecuencia desayunábamos, discutíamos, reíamos, rezábamos y dialogábamos, como lo hacen los amigos. Cuatro aspectos de su vida me impactaron siempre: su fortaleza y disciplina, su amor a la vida, su inquebrantable fe y la calidad y calidez de su trato, especialmente a su mujer Magda y los suyos.

Jorge nació en la ciudad de México hace 71 años, inició sus estudios en la escuela primaria Benito Juárez y los terminó cursando la carrera de Administración en la Universidad Latino. Hijo de Gustavo Serrano Mass, abogado Penalista de la Libre de Derecho y sobrino nieto de Ana Mass de Serrano, conocida profesora de filosofía de la UNAM, cercana al Maestro Vasconcelos.

Casado y con 7 hijos. Desde 1978 Jorge trabajó en la promoción y defensa de la vida, tema en el que vio siempre más allá, con claridad meridiana, como más allá vieron los que siempre a la venta o uso de los hombres de color en siglos pasados y fueron tachados de radicales locos o los que reclamaban el derecho al voto de la mujer cuando ella tenía prohibido acercarse a las urnas.

El día que todos reconozca al óvulo y al espermatozoide como seres vivos que al unirse forman una vida humana única e irrepetible, todos entenderán mejor al Serrano Limón que se nos ha marchado.

Pienso en una cena en los años 80s en la ciudad de Monterrey en la que el Dr. Bernard Nathanson, fallecido apenas hace 11 años, mejor conocido como el rey del aborto por los más de 60 mil abortos que practicó, reunión en la que él mismo taciturno como era, acompañado de su esposa comentaba que gracias a la ciencia alcanzó a ver con claridad que desde la concepción lo que existe es un ser humano vivo y que por esta razón su vida dio un giro de 180 grados y destinó el resto de su existencia a defenderla y promoverla.

Ese es Serrano Limón, al que era común verlo correr por los viveros de Coyoacán a las 5 de la mañana, que participó en más de 90 maratones y presumía de haber dado 4 veces la vuelta al mundo desde su ecuador, el de los métodos de comunicación masiva cuestionables y creativos, ese  luchador de la vida que trabaja afuera de los hospitales del país  y de Latinoamérica tratando de convencer a quienes van a abortar de que no lo hagan, ese Jorge que, con la gracia de Dios consiguió evitar decenas de miles de abortos, se nos ha ido.

Ayer por la noche al saber de su muerte se instalaron en mi mente y no se han ido, las palabras que hace más de dos mil años escribió San Pablo, antes de morir, a su amigo Timoteo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida”.