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Ana Teresa López de Llergo

Esperar, esperanza 2>

Esperar está totalmente integrado a la vida. Desde nuestras primeras manifestaciones como recién nacidos esperamos abrigo, comida, limpieza, compañía. Poco a poco aprendemos a desear y pedimos un juguete, también deseamos jugar como los demás o ir a la escuela. Y esperamos para lograr todo eso.

Nos damos cuenta que esperar es un estado de ánimo natural y aparece cuando deseamos algo. Si aquello es fácil de alcanzar la persona desarrolla la confianza y el optimismo, más adelante puede tener expectativas y llegar a ser emprendedora.

Si una persona sufre mucho porque no tiene oportunidad de satisfacer sus deseos puede volverse desconfiada y pesimista. Entonces en la adultez se frenará y su desarrollo puede ser muy pobre. De allí la importancia del modo como los adultos tratan a los pequeños, para evitar este tipo de desajustes.

Cuando el desarrollo es equilibrado, en la adultez seguimos esperando un buen trabajo, buenas amistades, formar una familia, superar una enfermedad. Hace unos días estuvimos a la espera de recibir un nuevo año donde podamos alcanzar muchos de nuestros propósitos.

Todas esas manifestaciones las podemos vivir de mejor o peor manera. Y para hacerlo de mejor manera tenemos la oportunidad de practicar la virtud de la esperanza. Además, como muchas veces lo que esperamos es complicado de alcanzar, pedimos ayuda. También es una medida de prudencia pedir a quien realmente nos puede ayudar.

Por lo tanto, la virtud de la esperanza consiste en saber equilibrar nuestros deseos con los recursos a nuestro alcance. Esto incluye la preparación personal -conocimientos y experiencia-, los recursos materiales como el dinero o los productos y el equipo, y los recursos humanos como los socios o los compañeros de trabajo -capitalistas, ejecutivos, consultivos-.

En el cristianismo, la esperanza también es una virtud teologal por la que se espera que Dios otorgue los bienes que ha prometido. Desde luego no se ha de perder de vista que para ser acreedores de esas promesas hemos de cumplir unas condiciones.

Por lo tanto, la expectativa cristiana asegura recibir las bendiciones prometidas a los justos cuando se han puesto todos los medios para asemejarse a ellos. En las Escrituras se habla con frecuencia de la esperanza como la espera anhelosa de la vida eterna por medio de la fe en Jesucristo.

Desde luego, confiar en Dios es la mejor garantía de alcanzar lo mejor. Además, Dios está dispuesto a ayudarnos si se lo pedimos.

La Iglesia es la depositaria de las ayudas de Dios para todas las personas, y nos ofrece muchos modos de conseguirlas. Precisamente en el año 2025, recién estrenado, la Iglesia tiene previstas muchas ayudas para los cristianos. El Papa nos lo anunció desde el año pasado. No dejemos de aprovechar todos esos recursos.

Final de dos años 2>

Los católicos acabamos de terminar el año litúrgico e iniciamos uno nuevo. Estas fechas son variables. En este año de 2024 el año litúrgico concluyó con la conmemoración de San Andrés. Primer apóstol en seguir a Jesucristo y él presentó a su hermano Simón a quien Cristo llamaría Pedro y se quedaría al frente de la Iglesia como primer Sumo Pontífice.

El nuevo año litúrgico comenzó al día siguiente, domingo primero de diciembre, con el nombre de primer domingo de Adviento. Recorreremos otros tres domingos de Adviento antes del 25 de diciembre en que festejaremos el Nacimiento de Nuestro Redentor, Jesús.

Conviene reflexionar en el porqué de las fiestas y los regalos, para evitar el cansancio, el nerviosismo y el mal humor. Es una paradoja, pero todos experimentamos que eso sucede. Y al reaccionar así deterioramos lo que debería ser la oportunidad de disfrutar el regalo más importante para todos, sin excluir a nadie: Jesús vino a salvarnos del descamino, nos da la oportunidad de convertirnos en hijos de Dios y de ocupar el sitio que nos tiene prometido en el cielo, para toda la eternidad.

Los regalos que acostumbramos dar a nuestros seres queridos son una especie de adelanto del regalo impresionante que Jesús nos trae a cada uno de los humanos, sin excluir a nadie. Incluye a todas las personas de todas las regiones y de todas las épocas. Es algo inmenso cuyo recuerdo hemos de tener muy presente. No hay otro regalo semejante.

Este año es una nueva oportunidad de recordar este acontecimiento tan importante para disfrutar con más contenido el hecho de compartir regalos, los paseos para ver la iluminación de la ciudad o los adornos en las calles o en los centros comerciales. Motivo que debe llenarnos de alegría y recordárselo a quienes suelen ponerse tristes pues seguramente olvidaron el por qué o nadie se los ha dicho.

El otro fin de año es el del año civil. Ese sí tiene fecha fija y lo festejan todos los países, tanto que se unifican las celebraciones cuando dan las doce de la noche y cambia el calendario. Inicia el primero de enero y se representa muchas veces con un bebé recién nacido y nos llenamos de esperanza porque deseamos lograr en ese nuevo año todo lo que no alcanzamos en el que termina.

Está muy bien renovar la esperanza y los propósitos, pero para no caer en el desánimo ante el hecho de no conseguirlo, conviene recordar nuevamente que el premio que supera con creces todos los demás, ese sí es seguro, siempre que nuestra conducta se oriente a lo que Dios manda.

Por esta razón el festejo del inicio del año civil es la oportunidad de recordar los propósitos hechos ante el pequeño Niño Dios.      

La oportunidad de finalizar dos años de modo tan cercano es la mejor ayuda para perseverar en los propósitos de mejora. Siempre los hacemos y, también pueden olvidarse fácilmente por lo complicado de esos días. Por ejemplo, normalmente tenemos más compromisos laborales, pues revisamos los resultados del trabajo y proponemos nuevas metas. También hay compromisos sociales.

En la familia se esperan vacaciones y modo de disfrutar esos días, además de agasajos y regalos, como por tradición se viven de año con año. Y la doble oportunidad puede ayudarnos a renovar las disposiciones para construir recuerdos gratos, o rectificar algunos enfoques o respuestas desajustadas que pudieran deteriorar las relaciones con los seres más queridos.

   

Tradiciones del día de muertos 2>

En el calendario universal de la Iglesia católica, el primer día del mes de noviembre es para celebrar a Todos los santos, y el día dos para rezar por los fieles difuntos.

En México la celebración de los difuntos es en el fondo una fiesta. Sí hay duelo y dolor, sin embargo, le damos a la muerte un carácter jocoso, cómico, alegre y también tenebroso. Me consta la sorpresa para otros países de este modo de vivir ese día, que además en México ocupa más de un día. Según las regiones son varios días previos al día 2. Unos dedicados a los niños, a los adultos, a los muertos por algún tipo de accidente o violencia y a los de muerte natural.

Es una celebración donde se nos muestra la gran sabiduría, respeto y discernimiento de los primeros catequistas españoles que vinieron a México. Supieron entender el dolor y la alegría, el respeto y la broma de los naturales de estas regiones y las conservaron enriqueciéndolas con la catequesis católica sobre la muerte. Su trabajo les costaría enseñar a discernir para desechar lo erróneo y desterrarlo. Esto no ha sido fácil y todavía algunos conservan supersticiones. 

El cultivo de las flores, el papel picado y todos los elementos de un altar de muertos es original en nuestro país. Es imprescindible poner la fotografía de quienes han muerto en el transcurso del año y además preparar los platillos que le gustaban. En algunos lugares en la puerta de la casa donde habitó el difunto se señala el camino para entrar con pétalos de flores de cempaxúchitl, para que el difunto recuerde el camino.

Además de respetar esas costumbres donde se manifiestan los vínculos familiares conservados aun después de la muerte, conviene descubrir el trasfondo de nuestras creencias y esperanzas. Dos son básicas, una derivada de la principal: Primera: Dios no quita lo que da. Segunda: por eso la vida no se termina, se transforma.

La muerte es el inicio de la transformación, el cuerpo se separa del alma, El cuerpo vuelve a la tierra y el alma recibe lo merecido por sus acciones que se revisan ante Dios en un juicio particular. Después del juicio hay tres opciones. Una entrar al cielo si la conducta en la tierra fue buena y con sus acciones rectificó y corrigió lo que no estaba bien aprovechando también la ayuda brindada por el mismo Dios. 

La segunda es purgar las faltas que no pudo compensar en su vida terrena y entonces sufrir las penas correspondientes hasta purificarse y poder entrar al cielo. A ocupara su sito que estaba vacante.

La tercera es la condenación eterna en el infierno, porque sus faltas fueron gravísimas y nunca quiso rectificar, ni quiso escuchar la Voz de Dios en su conciencia y murió impenitente.

Al final del tiempo habrá un juicio universal, donde ante todos quedarán patentes las acciones de cada persona. Al juicio acudirán las almas juzgadas particularmente ya unidas a sus cuerpos que resucitaron, pues para toda la eternidad cuerpo y alma unidos se ubicarán en el sitio que se ganaron: cielo o infierno. Esa es la vida eterna.

Lo mejor es rectificar y enderezar la vida antes de que se separen nuestro cuerpo y nuestra alma. Por eso se puede ayudar a los demás rezando para que cambien de vida, reconozcan sus pecados y rectifiquen poniendo remedio a los males cometidos.

Para ayudarnos, porque todos tenemos culpas es bueno rezar unos por otros. Y por las almas que pagan sus culpas en el purgatorio podemos hacer sufragios, esto es rezar u ofrecer sacrificios para que se les acorte el tiempo y salgan antes al cielo. La tradición señala que el más grande sufrimiento en la tierra es mucho menor que el sufrimiento más leve del purgatorio.

Pero acertamos al festejar a los difuntos porque morir es pasar a mejor vida…si reparamos nuestros pecados. Allí está el detalle.      

CUIDARNOS 2>

Cuidarnos es una palabra hermosa. Encierra una gran riqueza de significados y conviene detenernos para reflexionar sobre ellos, porque debido a las condiciones actuales de nuestra sociedad resultará una palabra muy usual y al acostumbrarnos a usarla podemos desgastarla e ignorar todos los aspectos que contiene.

En primera instancia cuidarnos puede enfocarse a la responsabilidad consigo y eso es una necesidad básica. Cuando alguien tiene un problema sobre todo relacionado con la salud es absolutamente natural y conveniente pensar primero en uno mismo. Aunque es necesario evitar el egocentrismo propio de quien se siente enfermo o imposibilitado.

También cuidarnos tiene una referencia hacia los demás, con quienes se establecen redes de relaciones recíprocas. Esta dimensión social es mucho más imperativa e importante y tiene prioridad porque desde nuestro nacimiento hemos gozado de la atención y ayuda de los demás, no solo en lo extraordinario sino en lo ordinario. Sin esos cuidados no hubiéramos sobrevivido.

A continuación, revisaremos los contenidos encerrados en la palabra cuidarnos. Luego veremos algunas cualidades necesarias para ser cada uno un sujeto activo de la acción de cuidar y también un sujeto pasivo que facilite que le cuiden.

Cuidarnos sugiere observar con afecto y detectar necesidades. Lo siguiente es ver el modo de hacer algo para minimizar las carencias o incluso enseñar a cada quien a resolverlas. Con frecuencia se fundan instituciones cuando se descubren a muchas personas con las mismas necesidades, e incluso resultan medidas muy eficaces para afrontar o prevenir las causas de tales problemas.

La actitud de cuidarnos sugiere cercanía, interés hacia el otro y desinterés hacia uno mismo, compromiso, afecto, misericordia, comprensión, paciencia, perseverancia, tino, amabilidad, … Todo esto y mucho más son cualidades muy bellas y positivas. Fomentan paz y gratitud.

Muchas de todas estas actitudes se viven en la familia. Si faltan algunas es muy oportuno adoptarlas. Aquí está la base de forjar buenas personas para contar con buenos ciudadanos.

Algunas cualidades necesarias para ser un buen cuidador pueden ser la de dar importancia a los compromisos pequeños o grandes y en primera instancia cuidar la puntualidad. En la relación mantener una actitud positiva, aunque la otra persona actúe negativamente, el autocontrol es indispensable para evitar conflictos. La sonrisa es imprescindible. Todo esto en el cuidador y en el cuidado.

Detectar lo positivo y dar las gracias siempre, del mismo modo admitir los errores y pedir perdón, también siempre.  Esto implica estar muy atento a los demás y a las circunstancias. Cuando algo resulta mal es importante aprender de los errores para evitarlos en lo sucesivo y, si es el caso aceptar las correcciones.

Siempre mantener el entusiasmo por lo que se hace. Es demandante y difícil, pero importa más la perseverancia.

Hogar y patria 2>

La necesidad de pertenencia es una característica de los seres vivos. Los vegetales sin saberlo tienen el vínculo con su entorno porque necesitan unas condiciones especiales para su permanencia, conservación y reproducción. Esas condiciones por ejemplo son: el suelo, el clima con un determinado rango de temperatura, humedad y cercanía de otras especies.

Los animales también tienen semejantes necesidades para subsistir y reproducirse en concretos entornos, así como de la presencia de otras especies animales que puedan servirles de alimento o de variados tipos de simbiosis. Como algunas aves que requieren de objetos concretos para hacer sus nidos.

El ser humano coincide en esas necesidades, aunque por su inteligencia y su voluntad puede aprovechar los recursos naturales y transformarlos para adecuarlos a su estilo de vida. Además, aprovecha los descubrimientos de otros para mejorar su entorno como los aparatos para regular la temperatura o para comunicarse a distancia. Aplica su creatividad para decorar y proteger su intimidad.

Hay dos territorios característicos de los seres humanos: el hogar y la patria. El hogar es un espacio donde se distribuyen determinadas zonas para realizar las actividades naturales de los miembros de una familia. Actualmente se han generalizado casas de estudiantes que se desplazan a sitios alejados de la familia de sangre e imitan algunos aspectos de los hogares.

La patria es una circunscripción amplia ubicada en una zona concreta de la tierra y ofrece características naturales como el paisaje, el clima y mucho más, donde los habitantes diseñan zonas comunes para facilitar el acceso a los productos necesarios para la subsistencia y adoptan un modo de gobierno para garantizar la buena marcha de la vida y satisfacción de las necesidades.

Obviamente en el mes de septiembre en el que los mexicanos conmemoramos el reconocimiento de nuestra identidad como nación, es importante festejar, pero mucho más importante es pensar cómo son nuestras personales actitudes para hacer de nuestra patria un auténtico territorio al que cuidamos y mejoramos para unos y otros hacernos mejores personas.

Así como un hogar bien constituido atiende a todos y cuida de la salud física y espiritual sin excluir a ninguno, así nuestra patria ha de lograr la paz y la armonía de todos también propiciando instituciones que nos ayuden a estar bien física y espiritualmente. En el hogar eso es posible si todos colaboran, lo mismo podemos decir de nuestra patria: es necesaria la colaboración de todos.

Estas reflexiones nos han de mover a revisar con sinceridad nuestro modo de actuar para facilitar a los demás ser buenos miembros de la familia o buenos ciudadanos de la patria. Son dos tesoros en nuestras manos que por ser tan naturales no los valoramos suficientemente. Es el momento de hacerlo y animar a nuestros seres queridos a cooperar también.