Las personas migrantes, en su mayoría proveniente de Centroamérica y en grave situación de vulnerabilidad, huyen de la violencia en sus países, para luego quedarse atrapadas en México sin acceso a servicios de apoyo y protección. El COVID-19 ha agravado sus necesidades, en particular la de niñas, niños y adolescentes.
En México hay organizaciones globales sin fines de lucro como The Hunger Project, que está comprometida para terminar con el hambre y la pobreza a través del empoderamiento de las personas que viven en zonas rurales, especialmente mujeres, para que lleven vidas autosuficientes, satisfagan sus necesidades básicas y construyan un mejor futuro para sus hijas e hijos en 22 países.
Y, en lugares donde no hubo inundación, ocurrieron otras desgracias como el deslave del cerro del Chiquihuite en el Estado de México. ¡Cuántas familias se vieron afectadas por esa desgracia y tuvieron que buscar acogida con algunos familiares!
De acuerdo con la Madre Esperanza Villodres, encargada de las finanzas de la casa hogar, la situación es preocupante, pues son 60 menores de edad quienes dependen del Instituto, ya que viven y estudian en sus instalaciones de lunes a viernes (los fines de semana conviven con sus familias).
La Fundación Zícaro AC tiene 21 años llevando distintos programas enfocados a la salud, a la alimentación y a la educación en zonas rurales.