Las personas, las que viven a nuestro rededor, no son como las cosas, no son medios, no valen por la utilidad que vemos en ellas. Las personas son, en sí mismas, fin y, por lo tanto, no son desechables.
El respeto que implica el reconocimiento del igual valor, o dignidad, de los demás, por lo que no es válido perjudicarle en modo alguno, sino por lo contrario, debeos de procurar beneficiarles en la medida de lo posible. Todo esto parte de reconocerlos como iguales, ni superiores ni inferiores, a nosotros mismos.
La tarea de nuestra vida es llegar a ser la mejor persona posible a partir de lo que hemos recibido, sin merecerlo y, esa tarea no se planea para una década, un quinquenio o un año, sino que hay que planearla de manera muy puntual cada día,
Luego tendremos la gran celebración del nacimiento de Jesús, hijo de la Virgen Mará, que 9 meses antes fue concebido en su seno virginal por obra del Espíritu Santo.
Y, en lugares donde no hubo inundación, ocurrieron otras desgracias como el deslave del cerro del Chiquihuite en el Estado de México. ¡Cuántas familias se vieron afectadas por esa desgracia y tuvieron que buscar acogida con algunos familiares!