No nos compliquemos la vida pensando en miserias futuras, cuando lo que pretendemos son cosas buenas. La experiencia demuestra que muchos males o problemas sin solución: nunca ocurrieron: y toda la energía y tiempo empleada para prepararnos para tal confrontación, resultaron inútiles.
Conservan y hacen crecer el sentido de responsabilidad en ayudar a sus prójimos.
Saben prever. También actúan para resolver los problemas conforme se les vayan presentando. Aceptan y desean responsabilidades.
Poner buena cara cuando el “horno no está para bollos”, requiere de una actitud sencilla, porque al mal tiempo, darle buena cara.
Someter a un juicio riguroso la parte del trabajo que especialmente se nos dificulta. Y decidir: ¿Puede eliminarse esta parte? ¿Puede mejorarse? ¿Puede delegarse?
Nosotros mismos y la realidad no los podemos separar. El espíritu de conquista está en perfeccionarnos, para perfeccionar a las personas y a las cosas. Concéntrese en lo que pueda hacer en vez de pensar en lo que no puede hacer.