
La veracidad como virtud, nos deja ver que la convivencia con los demás, es decir la capacidad de decir siempre –que sea necesario- la verdad y omitir la mentira como un vicio que destruye la confianza, es imprescindible para vivir en paz.
La veracidad como virtud, nos deja ver que la convivencia con los demás, es decir la capacidad de decir siempre –que sea necesario- la verdad y omitir la mentira como un vicio que destruye la confianza, es imprescindible para vivir en paz.
En la Biblia, específicamente en el Evangelio de San Mateo que se encuentra en el Nuevo Testamento, se cuenta que “Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle”.
Otras virtudes que ayudan a hacer amable la convivencia cotidiana son: la generosidad, el buen humor, la buena educación, la lealtad, el orden, la sonrisa, tener en cuenta los gustos de los demás, etc.
Qué doloroso es darnos cuenta de la inseguridad social que vivimos, estamos en actitud de alerta como si estuviéramos en una selva en una tierra desconocida cuando ya tocamos la luna, marte y el universo se ha vuelto pequeño por la facilidad de las comunicaciones instantáneas.
El amor es posible si tú y yo amamos a los que tenemos enfrente con pequeños detalles concretos. Y para esto, el servicio es indispensable. Servir, ayudar, dar, sostener, acompañar, sonreír y esto con alegría. Qué delicia es vivir con gente que se da a sí misma, se entrega en la vida cotidiana, se adelanta, hace las tareas de la casa y convierte en hogar todo lo que toca. Y esto se llama virtud.