Este año, queridos Reyes Magos, les hago llegar mi carta, cargada de peticiones y deseos para el año que comienza. No pido imposibles ni improviso mis peticiones.
Así que en los inicios de los años treinta se le consideraba un “político fracasado” y sus colegas le pedían que era mejor que se retirara de la vida pública porque podría hacer naufragar los planes que el Gobierno tenía.
Rechazar las metas que impliquen esfuerzo. Ir por el camino del menor esfuerzo, equivale a conformarse con casi nada, o a ser mezquinos en la autosuperación personal y en el servicio a los demás.
No haga caso a las dificultades, amenazas, críticas y al “qué dirán”. Pero tampoco las ignore, porque conviene a aprender a manejarlas de modo que nos sirvan como catapultas (oportunidades de mejora).
Para ello es necesario ponerse unos objetivos claros que lleven a querer más a los demás, especialmente a los más próximos. Se trata de hechos, no sólo de buenos propósitos, aunque a veces no lo consigamos.