Pague la “cuota inicial”. No haga caso a las dificultades, amenazas, críticas, y al “qué dirán”. Pero tampoco las ignore, porque conviene aprender a manejarlas de modo que nos sirvan como catapultas (oportunidades de mejora) para lograr lo que nos proponemos.
Vea en los errores algo muy bello, y detrás de cada error la oportunidad -el aprendizaje, la experiencia requerida- para poder coronar el ideal o proyecto. Piense diariamente bien de sí mismo y de sus capacidades. Será capaz, si piensa que es capaz, y actúa en consecuencia.
Con el trabajo, construimos nuestro futuro, de tal modo que el trabajo bien hecho, viene a convertirse en nuestro principal capital. Más aún, lo que hacemos en el presente eso cosecharemos.
Saber que es necesario unirse con otros –aunque no comparta con ellos sus convicciones-, para poder hacer -con los demás- lo que sí comparte.
La formación del próximo mandamás tiene que ser integral. Debe ser una persona que cuide y domine todos los aspectos, por muy complejo y arduo que le resulte hacerlo así.