Los niños cuando generan emociones positivas suelen ser más felices y generan autoestima, confianza en ellos mismos y la capacidad de auto-entenderse.
La alegría proviene de la unión con Dios y es consecuencia de la filiación divina, del abandono filial. Exige como sustentáculo una tranquila humildad.
Esta reflexión me venía con ocasión que hemos entrado en el último trimestre del año. Sin duda, un año especial por la pandemia.
Reconocer lo doloroso es importante, aunque no es lo mismo que ignorar su padecimiento, eso es adecuado, pero se ha de combatir para que no paralice el actuar en el futuro. La pandemia actual supera cualquier acontecimiento anterior, por eso ahora es preciso afrontar la tristeza, pero tratar de salir de ella lo más pronto posible.