Me resulta bastante ejemplar lo que diariamente observo por las calles de la Ciudad de México: matrimonios jóvenes que venden alimentos en la parte trasera de sus automóviles.
Reconocer: hay algo que inquieta en el alma, en el sueño, en la conciencia. Es algo que sabemos que involucra el ser perdonados o pedir perdón. Es un “foco” que nos avisa que algo no anda bien en nuestra alma, por lo que tenemos que tomar acción.
Lo general es que la mujer y el hombre que se unen para formar su propia familia, sepan que la relación íntima entre ellos producirá el fruto de la generación de un hijo y la procreación, que no se limita a traer a ese nuevo ser al mundo, sino prolongar sus cuidados hasta llevarlo a la adultez. Y entonces, aunque ya no se requieran las atenciones básicas, se le ayudará siempre.
La situación que hemos estado viviendo pone a prueba de qué categoría es el amor entre las personas y qué tan comprometidos estamos para cumplir aquello que libremente decidimos.
Me permití escuchar una charla del P. Alfonso Güemez, en donde de forma muy didáctica comparte 4 pilares para reconectar a los matrimonios, pero antes de esa descripción que quiero retransmitir y reflexionar, también me permito comentar un punto fascinante en esta charla: el MATRIMONIO es una SINFONÍA SUBLIME, ÚNICA E IRREPETIBLE…