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CCB: Empodera a comunidades para el cambio social 2>

La Fundación CCB (Centro de Comunicación Cristiana de Bienes IAP) es mucho más que una organización; es un grupo de laicos comprometidos con una misión clara y apasionada: transformar la vida de las personas en situación de exclusión social en la Ciudad de México y su área conurbada. En un contexto donde la desigualdad y la exclusión son realidades que enfrentan muchas comunidades, la Fundación CCB destaca debido a sus grandes labores y por contar con una calidad humana incomparable.

A través de su labor, esta fundación busca algo más que simplemente mejorar las condiciones de vida; su objetivo es empoderar a las personas de las comunidades para que, por sí mismas, sean protagonistas de su propio cambio. Fundamentos como la justicia social, el respeto a la dignidad humana y la igualdad son los pilares sobre los cuales se cimienta cada uno de sus proyectos.

En lugar de imponer soluciones, la Fundación CCB trabaja mano a mano con las personas para desarrollar sus capacidades, permitiendo que ellas mismas generen proyectos que les brinden acceso a nuevas oportunidades y que contribuyan a la construcción de una sociedad más equitativa.

La visión de la Fundación es clara: crear líderes y emprendedores locales, capaces de transformar sus comunidades y estructuras sociales. Para ello, la fundación no solo promueve el desarrollo humano integral, sino que también fomenta la prosperidad, impulsando el empoderamiento económico de las mujeres y acompañando a los grupos en la creación de proyectos que mejoren sus condiciones de vida de manera sostenible.

Con un modelo de intervención basado en el “Enfoque de derechos humanos”, Fundación CCB no solo trabaja en la mejora material de las comunidades, sino que también lucha contra las desigualdades estructurales, identificando y corrigiendo las prácticas discriminatorias y el injusto reparto del poder. El objetivo es claro: promover un cambio social que permita una distribución justa de los recursos y el acceso equitativo a las oportunidades.

Cada acción de Fundación CCB está impregnada con el espíritu de la Comunicación Cristiana de Bienes: un compromiso solidario que busca el bien común, que nos invita a compartir nuestros bienes materiales, intelectuales, culturales y morales para que todos podamos vivir en un mundo más justo, más humano.

Hoy, más que nunca, el trabajo de la Fundación CCB es fundamental para la construcción de un futuro más prometedor. Cada proyecto, cada iniciativa, y cada paso que dan juntos con las comunidades no solo representa una mejora inmediata en las condiciones de vida, sino también la creación de una sociedad más unida, más equitativa, y, sobre todo, más humana.

Es hora de cambiar la historia. Es hora de ser parte del cambio. ¡Juntos podemos construir un futuro mejor!

A continuación te compartimos el link de su sitio web oficial para que puedas conocer más de ellos y poder llegar a más rincones del país https://www.fundacionccbiap.org.mx/index.html.

Desarrollan a los líderes mexicanos del futuro 2>

En 1963 se estableció la primera oficina en México de Fondo Cristiano para niño AC, una década después los avances eran evidentes y ya realizaban operaciones en todo México, aunque en 1987 la nomenclatura cambió y en el 2004 adoptaron el sistema de patronato nacional, la idea de ayudar era la misma. Finalmente, en 2011 se establece oficialmente ChildFund México, la oficina mexicana de ChildFund International.

El objetivo de ChildFund México es trabajar y desarrollar las capacidades de niños, niñas y jóvenes para que su vida se vea mejorada y en un futuro sean líderes para sus comunidades.

A lo largo de las décadas, la asociación ha conectado con más de 300 mil beneficiados que se encontraban en situaciones de carencia, exclusión o vulnerabilidad y han cambiado su vida.

Además del trabajo a futuro, ChildFund México brinda espacios para que los niños, niñas y jóvenes se sientan seguros, incluyendo aspectos como la educación y alimentación; en parte es gracias a su modelo de trabajo.

Sobre este modelo, se basa en 4 programas divididos en 3 etapas de la vida de una persona. La etapa 1 tiene como nombre “Creciendo conmigo” para menores de 5 años, centrado en la crianza de buena salud física y mental. La etapa 2 de “Niñez segura y protegida” para menores de 6 a 14 años erradica la violencia del entorno y permite un desarrollo en contextos amorosos, protectores y amigables.

Las últimas dos fases continúan el desarrollo de sus predecesoras, la etapa 3 “Me quiero, me cuido” está pensada para niños y niñas de 6 a 12 años y jóvenes de 13 a 24 años. La fase prioriza la toma de decisiones responsables, permite que sus beneficiados decidan informados y viviendo en entornos adecuados.

Finalmente, la etapa 4 “PACTO. (Participación Cívica, Transformación y Oportunidades)” para la juventud de 15 a 24 años que es la culminación de todo el trabajo y tiene como meta generar juventud desarrollada, llena de liderazgo y que promuevan el cambio positivo.

La asociación ha demostrado ser un lugar serio y formal, en su página web se encuentran sus estados financieros para demostrar su transparencia.

La sociedad está abierta a contribuir, además de compartir su misión y logros se puede comprar algún producto con causa y seguir ayudando a formar grandes líderes del futuro.

 

Necesitamos líderes que sean sensatos 2>

“El que no se sabe dirigirse a sí mismo, ¿cómo sabrá dirigir a otros? –dice un viejo refrán-. La respuesta: Desde luego que muy mal. Aquel candidato que no tiene unidad de vida: y en lo que hace, dice y piensa carece de coherencia –de criterio-, no podrá ganarse la confianza de los que él se imagina son o serán sus leales seguidores. El ejemplo arrastra, las palabras huecas desaniman.

Esto lo tienen muchos dirigentes: un desorden en la cabeza y en los afectos: por un lado, no saben poner orden en su casa, y, por otro se empeñan en dirigir un país… Irónico, ¿verdad?   Este hecho es frecuente.

¿Por qué tantas crisis económicas, sociales, educativas, familiares, religiosas, etc.? Acaso es porque se oculta la verdad de los hechos y se maquilla la realidad de las cosas, tratando de hacer creer a los demás que lo negro es blanco y que lo amarillo es rojo-.

Querer dirigir siendo personalmente desordenado, es tan absurdo como querer escuchar la grabación de una aria de ópera interpretada por un mudo.

¿Cuál sería la formación necesaria para que un líder dirija con eficacia? La respuesta es clara: La verdad sobre el hombre. Un dirigente necesita estar bien formado en el terreno de las cosas, en el campo de las ideas y ser un profundo conocedor de las personas, entendidas estas últimas en toda su dignidad humana.

La libertad es la medida de la dignidad y de la grandeza del hombre. Se trata de que el líder, utilice la libertad en forma responsable, en base al bien, no en forma ventajosa y utilitaria.  Se necesita que recordemos esas palabras tan conocidas: “La verdad os hará libres”.

Por ejemplo: Para muchos de los ciudadanos, y para mí, provoca una gran alegría y confianza, esa afirmación –clara, tajante- que está en boca de muchos:   la vida del ser humano comienza en el primer momento de la concepción, y la necesidad imperiosa de respetar y defender esa vida. Esto es sólo un botón de muestra –pero piedra angular- de lo que exigimos del futuro líder.

La apariencia ya no funciona. Cubrir las exigencias de un auténtico líder, implica una formación excepcional, tan extraordinaria, que solo muy pocos mexicanos, están adecuadamente capacitados para dirigir a México hasta su alto destino.

En el entendido que para asumir el poder se necesita del convencimiento del pueblo, manifestado mediante los votos, de modo que la relación dirigente-ciudadano se realice sin violentar la verdad y la libertad de los ciudadanos y sus asociaciones políticas, económicas, sociales, religiosas, etcétera. Desear locamente el poder por el poder, sólo provocaría que los mejores proyectos de la Nación fracasen, se doblen como un churro, porque no hubo personas capaces.

No basta conocer los mecanismos necesarios para llegar al poder y permanecer en él. Sólo con autenticidad, se llega a conocer efectivamente ese bien común, de cuyo respeto y defensa dependen la concordia entre los dirigentes y los ciudadanos; la humanidad de las decisiones, el respeto a la libertad de la persona, la unidad del país.

Además, un auténtico líder debe ser capaz de comprender el mundo de las ideologías, sin caer en la ingenuidad que estas son una panacea, es decir: Que solo basta aplicarlas, para que las cosas salgan.

Se alcanzan las metas con trabajo eficaz, ordenado, constante, que dignifique al hombre. Es preciso conocer la verdad. Esta actitud implica superar el miedo, siendo conscientes de que el hombre no está sólo: Dios está con él.

Si no fuera así, el dirigente quedaría atado de manos por los expertos que le asesoren en los aspectos que no domine y, en la práctica, él dejaría de ejercer el gobierno. Y la obediencia del ciudadano convencido se resentiría, por los defectos dañinos que provoca todo desgobierno.

El ciudadano que no ejerce el poder es sumamente difícil de contentar, y para mantenerlo feliz, el dirigente necesitará ser sensible no solo a las materialidades más apremiantes, sino crear las oportunidades para hacer que las gentes hagan lo que deben hacer.

Pero, es importante decirlo, el próximo líder tendrá que abrir incontables cauces para construir e influir con ideas sensatas. No olvidemos, que se aprende más escuchando, que imponiendo.

Recordemos que los buenos conductores de Estados, no se han elevado a la categoría de “grandes hombres”. Dice un adagio chino: “Dios libre a los pueblos de los que se creen grandes hombres”.