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Valores en el Trabajo (algunos aspectos) 2>

LEALTAD:

  • La persona leal, lo es con la familia, con la empresa y con la sociedad.
  • Hablar mal de una persona que esté o no esté presente, es una falta de lealtad para esta persona.
  • Pertenencia es “ponerse   la camiseta”, lo cual significa trabajar como si la empresa fuera propia.
  • El compromiso y la lealtad son recíprocos: de la persona hacia la organización y de la empresa hacia el personal.
  • Compromiso significa solidaridad para con todos: colaboración, ayuda mutua… La unión hace la fuerza: Hoy por mí, mañana por ti.
  • El empeño por conservar y mejorar el buen ambiente es una manifestación de lealtad. Por esto declare la guerra al rumor, a la habladuría y al chisme.
  • Al corregir, cuando sea necesario, hágalo como le gustaría que lo hicieran con usted. Hable de forma directa y clara, pero con delicadeza.
  • Siempre que se pueda corrija personalmente.

CONFIANZA:

  • Sentir que se confía en uno es la motivación mayor que tiene la persona para llevar con responsabilidad y bien.
  • La desconfianza genera ansiedad y mueve a la simulación.
  • Es sano y necesario confiar en la gente; pero simultáneamente se debe emprender una acción educativa y bien pensada, para que todos sepan qué hacer y por qué hacer su tarea concreta.
  • Además de confiar en los demás, se precisa tener confiabilidad; es decir: ser digno de la confianza de los demás. Se logra haciendo bien el trabajo y viviendo con lealtad personal.
  • Hay que descubrir en los demás lo positivo que tienen, sus posibilidades futuras y las capacidades que pueden desarrollar. Para esto conózcalos bien, ponga metas y confíe en ellos.
  • No se trata de ser ingenuos, pero puede convenir: confiar, comprender, disculpar y perdonar (olvidando la ofensa).
  • Ser compañeros es estar dispuesto a ayudar, cooperar, compartir, ser solidarios. Ser amigos supone, además, querer lo mejor para el otro y estar con ellos “en las duras y en las maduras”.
  • Si usted manda sobre alguien, debe lograr que haga las cosas por convicción y por compromiso personal, como consecuencia de los principios que se quieren vivir. Por eso dirigir es educar.

Lealtad y Verdad: Fomentar la unidad del país 2>

“Es mejor la unidad, que ganar” dijo en cierta ocasión Winston Churchill.   Y esta frase pasó a la posteridad y se ha hecho célebre en el mundo de la política. El significado de esta expresión puede considerarse válido para todos los países, y todas las épocas y gobiernos: siempre es mejor estar unidos, que peleados y divididos por retener o conseguir el poder.

Una nación dividida es semejante a una familia rota: lo que debería ser paz, tranquilidad, orden, cohesión y sosiego, se puede transformar en guerra, intranquilidad, desorden, dispersión y ansiedad: con el consiguiente daño para todos y cada uno de los habitantes de un país.

Con el desorden no se va a ninguna parte. El líder, si desea ser eficaz, necesita ser instrumento de unidad, y esta unidad se busca en los hechos.

El mejor activo de un país se encuentra en la unidad de sus habitantes; que es precisamente la prioridad número uno, que deberían tener los dirigentes.

¿Cómo lograr esa unidad? ¿Su propuesta de gobierno en qué debe basarse? A mi juicio, necesita poseer los siguientes rasgos, si realmente se desea ganar a buena parte de la sociedad. Por ejemplo:  Fomentar lo más posible la responsabilidad y la libertad personales de cada ciudadano, especialmente de quienes tienen algún tipo de poder, ya sea económico, judicial, político, militar, etc., de modo que éstos “tiren del carro” de acuerdo a los intereses del bien común o del país.

La libertad de acción debe ser proporcional al grado de responsabilidad.

Enseñar a los ciudadanos a valorar las consecuencias de sus acciones con respecto a los demás. ¿Cómo? Promoviendo una educación en la que los pilares sean:

  1. a) Respeto a la moral natural
  2. b) Revalorizar el papel de la familia, como núcleo donde se inicia la formación, que después deberá ser complementado con una adecuada instrucción en las escuelas, animando a los padres de familia a interesarse por la educación de los hijos
  3. c) Capacitar a los más posibles para que puedan ganarse la vida mediante el ejercicio de un oficio o profesión;
  4. d) Crear una verdadera mentalidad de servicio en los demás, que debe reflejarse en un trabajo bien hecho. El hombre no vive de palabras, sino dela verdad encarnada en la conducta de las personas.

Dar ejemplo, es el modo más eficaz de ayudar a otros a que actúen bien.

Lo dicho hasta aquí no basta, si no se consigue una auténtica confianza; la cual no reside en la capacidad para decidir de modo adecuado (la experiencia, la información cierta y suficiente, un excelente equipo de trabajo, etc., pueden ayudar), sino en la confianza en las intenciones de quien manda. Esto es lo único que puede dar origen a la autoridad, es decir a la libre aceptación de quienes están abajo.

Esta confianza se refleja en los foros de consulta popular, cuando captan los genuinos requerimientos y necesidades de la población.

Mediante la aceptación popular se obtiene el poder; esto es, la voluntad política para que el dirigente electo maneje por motivos exteriores (decretos y reglamentos) el comportamiento de otras personas. Pero este poder no significa que posea autoridad ante los demás. Porque la autoridad se reconoce, cuando existe la seguridad de las buenas intenciones en quien ejerce el poder.

Por las obras es como conocemos a cada quien. Los discursos solamente tienen el valor del momento en que se pronuncian. La lealtad comprada es siempre sospechosa y generalmente de corta duración.

¿Cómo se puede perder autoridad?: mediante el uso injusto del poder. Así, cuando el poder no se usa en el caso y en el momento en que debería usarse (permisivismo); o usando inútilmente el poder (pérdida del sentido de la dirección).

La pérdida de autoridad puede venir acompañada por un proceso continuado de frustraciones, que llevan a crear una oposición que puede llegar a ser muy seria, y un obstáculo para la realización de los planes de gobierno.

Cualquier dirigente que propugne y estimule la lucha de clases, estaría actuando contra la unidad de la sociedad, promoviendo el odio –que es desunión y rompimiento con lo que une-; y a la postre estaría descalificado para ejercer cualquier tipo de liderazgo de servicio a los demás. Esto casi siempre se refleja por un escaso arrastre ante la población, y una minoría de simpatizantes.

Para ser felices necesitamos la alegría y el olvido de sí 2>

Nosotros somos los directamente responsables de nuestra vida, y en gran parte de todo aquello que nos rodea: la familia, el grupo -para trabajar en equipo-, la organización en la que trabajamos, el país y la humanidad entera. Ninguno de nuestros actos es un hecho aislado, lo que hacemos nos modifica y tiene repercusiones en los demás.

Por este motivo, es imperativo que nos preguntemos: ¿quién soy? ¿cuál es mi fin? ¿dónde me encuentro ahora? ¿hacia dónde quiero ir? ¿qué debo hacer para alcanzar mi meta? En definitiva, lo que buscamos todos es la felicidad. Nada hacemos, si no es motivado por el deseo de ser felices.

Son innumerables las personas que lo saben y pocas las que trabajan objetiva y certeramente para alcanzarla. Es más, debemos estar relativamente felices, si nuestro camino vital es el correcto, porque la felicidad completa la encontraremos solo en la otra vida, cuando gocemos eternamente de Dios.

Aquí, en la vida actual, se trata de diseñar y llevar a la práctica un plan de vida que nos marque el camino para una administración de nuestra vida personal, en los siguientes aspectos: espiritual, familiar, profesional, social y económico.

La riqueza, la fama y el poder son solo herramientas que pueden ayudar o perjudicar –según las manejemos- a nuestro propósito vital: la felicidad.

Todo lo que se necesita es enfocar el futuro con una visión clara de lo que se quiere lograr, seguido de una misión que dignifique lo que pretendemos. Indudablemente la visión y la misión –que son indesligables-, están incluidas dentro de la vocación. Esa llamada que nos hace el Ser Supremo para que vayamos por de determinado carril, cumpliendo nuestra misión, en esta vida. Cada quien tiene que llevar a cabo en su vida una misión personalísima.

n compararnos con nadie, pues somos únicos e irrepetibles, hemos de trabajar en el conocimiento de uno mismo, y conociéndonos a nosotros, conoceremos a los demás en cuanto a sus capacidades y aptitudes, especialmente como seres humanos que tenemos una altísima dignidad, pues hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios.

Este artículo trata de comentar unas cuántas ideas que nos lleven a responder a nuestra misión, con responsabilidad personal.

También hemos de conocer nuestras fuerzas y debilidades, amenazas y oportunidades que afectan tanto nuestro ser interno como el mundo externo.

Elementos vitales para el desarrollo personal:

Virtudes:

Fe: Tal como sea nuestra fe, es lo que lograremos. Necesitamos tener una fe gigante, para lograr cosas grandes. Debe ser una fe anclada en la realidad. Poniendo en primer lugar a Dios.

Optimismo: el primer acto de optimismo consiste en enfrentarse a la realidad y ver en ella lo que pretendemos lograr, con la confianza de que lo lograremos. Las dificultades se superan con inteligencia y constancia.

Alegría: Es tan importante, que sin ella no podemos hacer nada. La alegría habla de plenitud, de generosidad, de la capacidad de darse a los demás.

“La alegría que debes tener no es esa que podríamos llamar fisiológica, de animal sano, sino otra sobrenatural, que procede de abandonar todo y abandonarte en los brazos de nuestro Padre-Dios”  (san Josemaría Escrivá, 1902 -1975).

“Dormí y soñé que la vida era alegría; desperté y vi que la vida era servicio. Serví y descubrí que en el servicio se encuentra la alegría” (Rabindranath Tagore, 1861 – 1941).

Esperanza: Es la certeza de que lograremos alcanzar aquello que nos proponemos. Es enemiga del desaliento y de la tristeza.

Amor: Es querer -con obras- el bien del otro.

Mejorar las virtudes cardinales: prudencia, fortaleza, templanza y justicia. Hemos de acompañar la justicia con el amor, porque la justicia a secas, puede dejar heridas emocionalmente a las personas.

Habilidades:

Actitud mental positiva: Significa decir “sí” a la vida. A todo lo negativo cortarle su fuente de abastecimiento.

Creatividad: abrirse a todas las posibilidades que impliquen una mejoría.

Entusiasmo: emprender acciones con energía, atención, intensidad y concentración.

Buena administración del tiempo: cuidar el presente, sabiendo que lo que hacemos hoy, será lo que tendremos en el futuro. “Haz lo que debes, y permanece en lo que haces”, es la clave.

Método:

Es el camino. Puede ayudarnos realizándolo por  amor y como motivación constante:

  • Clarificar el objetivo de la vida.
  • Describir la situación actual.
  • Concretar la viabilidad de las diferentes alternativas de mejora.
  • Ejecutar la acción.
  • Verificar si el avance va de acuerdo con lo planeado.
  • Corregir las desviaciones.
  • Formar un hábito de la acción exitosa.
  • Comprobar que la excelencia es un hábito que debo mejorar de manera constante
  • Tratar a Dios, dispuestos a cambiar para hacer lo que Él nos pide.

Lo dicho anteriormente implica una buena dosis de olvido de sí mismo, en el que el otro (prójimo) ocupará el vacío que he puesto a su disponibilidad.

Crecer en excelencia siempre implica un incremento en mi felicidad, sobre todo porque soy directamente responsable de mi vida, la cual adquiere significado en la medida en que soy fiel a mi misión, que siempre incluye el ayudar al prójimo en forma tan importante como ayudarme a mí mismo.

Uso amigable de la tecnología 2>

Para hacer amigables a las nuevas tecnologías hemos de cuidar algunos detalles. El primero será subordinar su uso a la primacía de las relaciones humanas, dando prioridad a nuestra familia. El segundo será seleccionar solamente aquellas que respeten la dignidad de todas las personas y fomenten la colaboración.

Dos sugerencias pueden ayudar. Cuando nos parezca muy interesante algún contenido, comentarlo en el momento más oportuno, con los miembros de la familia. Explicarles por qué nos gustó y cómo lo aprovecharemos. Luego invitarlos a expresar sus opiniones para conocer sus puntos de vista e incluso hacerles ver cómo también ellos se pueden beneficiar.

Si con algunos notamos resistencia para intervenir. Se les podría pedir que ellos sean los que comenten algún programa de su interés. Y así, al conocer mejor sus gustos pueden ser más participativos y el diálogo se enriquece.

En algunos casos surgirán preguntas para las cuales no tengamos respuesta y eso también da oportunidad de que los demás opinen y pueda salir alguna solución.

Es importante respetar las opiniones para fomentar la participación y el respeto. De ese modo los tímidos se atreverán a intervenir y los desenfadados aprenderán a darles la palabra a todos y así descubrir otros modos de enfocar los acontecimientos.

El uso de la tecnología nos afecta a todos y como tema de gran actualidad hemos de enterarnos y formar nuestro criterio. Es vertiginoso el uso de la inteligencia artificial y no podemos desconocer los debates pues son necesarios para tomar postura.

Cuando hayamos consolidado las reuniones familiares o con más personas se podrá plantear la búsqueda de programas cuyos contenidos fomenten la superación de las personas. Un paso más adelante podría consistir en la evaluación de contenidos y el siguiente paso sería hacer ver al público en general lo que siembra y cómo desechar los programas degradantes.

A fin de evitar el peligro de excluir, es necesario poner la tecnología al alcance de todos, utilizándola para unir a las personas, ayudar a los necesitados, mejorar la vida de los enfermos y de quienes poseen capacidades diferentes.

Necesitamos una conciencia crítica para hacer buen uso de las tecnologías actuales y de las que vendrán. Hemos de garantizar el uso responsable para facilitar los beneficios a quienes las utilizan y a la sociedad en general. Y facilitar su acceso a personas desfavorecidas.

Por ejemplo: facilidad de acceso a: recursos educativos en línea; telemedicina y los nuevos instrumentos de diagnósticos; la comunicación para tener contactos alrededor del mundo o para trabajar sorteando las distancias, tecnologías de reciclaje y de energías renovables…

La Aunténtica Amistad (2 de 2) 2>

Un amor a las creaturas sin amor de Dios, es absurdo. Por el contrario, un amor a Dios, aborreciendo a las creaturas es también irracional Porque cada ser creado, depende en definitiva del Creador.

Dios creó al hombre a su “imagen y semejanza”, el Hijo nos redimió a cada uno. Luego existe algo por lo que el hombre merece ser amado. Se trata de preocuparse por el amigo como persona, hasta el punto de entregar su vida por ella (cfr Jn 15, 13 – 14).  La amistad se halla, pero no se encuentra hecha, puesto que se trata de una conquista, de un amor sin cálculo.

Necesitamos tener amigos, porque así nos hacemos mejores personas, tal como Dios lo quiere. Buscando la felicidad del amigo, hallamos la nuestra. En esto consiste el amor. No buscar solo mi felicidad, sino también la del otro. La amistad es compartir, y el grado de cariño depende de esto.

Por ello, los amigos son compañeros de viaje que nos ayudan a ir adelante por el camino de una vida feliz. De todos los bienes que la vida nos proporciona para alcanzar la felicidad, es la amistad el más importante.

La auténtica amistad es preciso cuidarla como si fuera un gran tesoro. Una flor puede marchitarse, el mundo puede venirse abajo. Pero la amistad verdadera no puede perderse nunca.

El amigo es el otro yo, comparte la felicidad y el dolor ajenos, pero hechos propios. Dios es feliz en sí mismo, porque no necesita de nadie. El hombre requiere de los demás para ser feliz.

El amor es exigente. Todas las formas de amor son participación de Dios (cfr.  Apoc 3, 19 – 20). Querer al amigo, es desearle que viva en el bien y en la verdad. Por ejemplo, no permitirle que prefiera lo agradable, a lo bueno.

Debemos querer a las personas como son, incluso con sus defectos, pero si los amamos en serio, desearemos que superen esos defectos y fortalezcan las virtudes, y que les ayudemos en ello. La amistad que puede desaparecer, nunca fue verdadera amistad.

Descubrirle al amigo los defectos en una conversación sincera e íntima, enfrentándole con cariño y claridad a lo que no va.. No podemos forzar a que el amigo luche, porque  –en última instancia- es  él,  el “interesado” en superarse.

El consejo enriquece la libertad: aporta nuevos elementos de juicio, que aumentan las posibilidades de opción. Es el momento de comprender: estoy para ayudar a mi amigo, sacando todo el bien posible y haciendo trizas el mal que tenga. Pero es él quien tiene que luchar.  El amor abarca la persona entera, lo bueno y lo malo.

Aunque en la amistad no se da una profunda intimidad (como la podemos tener con Dios), es en el amigo con quien se habla sinceramente y se piensa en voz alta. Cuando nuestro amigo no nos entiende en lo más decisivo (religión), llega un momento de su vida en que él se plantea esta incomunicación, y podríamos entonces ayudarle.

Pero la amistad debe salvarse, aunque no se compartan las creencias: pero éstas no pueden ignorarse. No puede cederse en los dogmas. Lo opinable son verdades parciales, los hechos admiten interpretaciones. (cfr  san Josemaría Escrivá. Camino, n. 394)

Ayudar al amigo. Pero antes se necesita una actitud de olvido de sí mismo. Pensar en el amigo, más que en las cosas.  Y si tenemos fe rezar por él. Cuando se quiere a alguien, uno se encuentra más de una vez con la mente y el corazón en él y lo que a él le interesa. P. ej: la madre, los hijos, la novia, etc.

Ayuda todos necesitamos. Cuando pensamos en los demás, podemos darnos cuenta de qué necesitan y cuáles son sus problemas. Concretar, para poder ayudar.