La amistad auténtica es tan importante, que es preciso cuidarla como si fuera un tesoro gigantesco. El mundo puede venirse abajo, pero la amistad verdadera no puede perderse nunca.
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La amistad auténtica es tan importante, que es preciso cuidarla como si fuera un tesoro gigantesco. El mundo puede venirse abajo, pero la amistad verdadera no puede perderse nunca.
El amor es exigente. Todas las formas de amor son participación de Dios (cfr. Apoc 3, 19 – 20). Querer al amigo, es desearle que viva en el bien y en la verdad. Por ejemplo, no permitirle que prefiera lo agradable, a lo bueno. Debemos querer a las personas como son, incluso con sus defectos, pero si los amamos en serio, desearemos que superen esos defectos.