LA AMISTAD (2 de 2)

1 agosto, 2023

Un amor a las creaturas sin amor a Dios, es absurdo. Por el contrario, un amor a Dios, aborreciendo a las creaturas es también irracional Porque dependemos en definitiva del Creador.

 

Dios creó al hombre a su “imagen y semejanza”, el Hijo nos redimió a cada uno. Luego existe algo por lo que el hombre merece ser amado. Se trata de preocuparse por el amigo como persona, hasta el punto de entregar la vida (cfr Jn 15, 13 – 14) La amistad se halla, pero no se encuentra hecha, puesto que se trata de un amor sin cálculo.

 

Necesitamos tener amigos, porque así nos hacemos mejores personas, tal como Dios lo quiere. Buscando la felicidad del amigo, hallamos la nuestra. En esto consiste el amor. No buscar mi felicidad, sino la del otro. La amistad es compartir, y el grado de cariño depende de esto.  Por ello, los amigos son compañeros de viaje que nos ayudan a ir adelante por el camino de una vida feliz.

 

De todos los bienes que la vida nos proporciona para alcanzar la felicidad, es la amistad el más importante.

La amistad auténtica es tan importante, que es preciso cuidarla como si fuera un tesoro gigantesco.  El mundo puede venirse abajo, pero la amistad verdadera no puede perderse nunca.

 

El amigo es el otro yo, comparte la felicidad y el dolor ajenos, pero hechos propios. Dios es feliz en sí mismo, porque no necesita de nadie; el hombre requiere de los demás para ser feliz.

 

El amor es exigente. Todas las formas de amor son participación de Dios. Querer al amigo, es desearle que viva en el bien y en la verdad. Por ejemplo, no permitirle que prefiera lo agradable, a lo bueno. Debemos querer a las personas como son, incluso con sus defectos, pero si los amamos en serio, desearemos que superen esos defectos.

 

Descubrirle al amigo los defectos en una conversación sincera e íntima, enfrentándole con cariño y claridad lo que no va.

 

No podemos forzar a que el amigo luche, porque él –en última instancia- es el “interesado” quien necesita superarse.

El consejo no pulveriza la libertad: aporta nuevos elementos de juicio, que enriquecen las posibilidades de opción. Es el momento de comprender: estoy para ayudarle, sacando todo el bien posible de aquel mal. El amor abarca la persona entera.

 

Es muy distinto el poner barrera a la amistad: amigos de negocios, de juegos, etc.

 

Aunque a veces en la amistad no se da una auténtica intimidad, es en el amigo con quien se habla sinceramente y se piensa en voz alta. Cuando nuestro amigo no nos entiende en lo más decisivo (religión), llega un momento de su vida en que se plantea esta incomunicación.

 

Pero la amistad debe salvarse, aunque no se compartan las creencias: pero éstas no pueden ignorarse. No puede cederse en los dogmas. Lo opinable son verdades parciales, los hechos admiten interpretaciones. (cfr   san Josemaría. Camino, n. 394)

 

Ayudar al amigo. Pero antes se necesita una actitud de olvido de sí mismo. Pensar en el amigo, más que en las cosas. Cuando se quiere a alguien, uno se encuentra más de una vez con la mente y el corazón en él y lo que a él le interesa. P. ej: la madre, los hijos, la novia, etc.

 

Ayuda todos necesitamos. Sólo cuando pensamos en los demás, podemos darnos cuenta de qué necesitan los otros y cuáles son sus problemas. Concretar, para poder ayudar.