La familia no ha sido un invento humano ni una mera ocurrencia de un sector de la población a través de los siglos. Más bien, ha sido un querer enteramente de Dios y nos puso como modelo a la Sagrada Familia: Jesús, María y José.
Para ello es necesario ponerse unos objetivos claros que lleven a querer más a los demás, especialmente a los más próximos. Se trata de hechos, no sólo de buenos propósitos, aunque a veces no lo consigamos.
Dios es misericordioso, y ese atributo divino es como el motor que mueve y guía la historia de cada hombre. Por eso dice el Salmo: “de la misericordia del Señor está llena la tierra” (No. 33,5).
Hay innumerables maneras de manifestar el afecto: con acciones concretas, con diversas manifestaciones de estima, etc. Hay una canción de un conocido grupo musical de Australia, los “Bee Gees”, que se titula: “¿Qué tan grande es tu amor?” Y me parece que resulta todo un reto para corresponder al inmenso amor que Dios nos tiene.
Por si fuera poco, no hubo lugar en ninguna posada. Así que San José se las ingenió para preparar las cosas para recibir al Rey del Universo, ¡en un establo! Así Jesús, desde su nacimiento, nos daba una cátedra de humildad, profunda sencillez y pobreza.