En sus instalaciones se imparten talleres, se da apoyo escolar y se realizan actividades culturales y deportivas.
Debido al virus y la crisis económica, según informó la representante legal y fundadora de la organización, Noemí Maldonado, el 30% de los beneficiarios y sus familias son de bajos recursos y no tienen los medios tecnológicos para acceder a las clases que ofrecen a través de Zoom a raíz del encierro, lo que propiciará un retraso en su aprendizaje.
En apoyo al proceso de comercialización, la Central de Abasto fue dotada de un Mercado de Envases Vacíos, que inició sus operaciones en 1982, con 180 locales otorgados a los comerciantes. En este sitio es posible encontrar cajas de cartón o de madera, huacales utilizados en la compra-venta de abarrotes, frutas, verduras, flores y hortalizas. Las cajas más solicitadas son las limoneras, con capacidad de 15 a 18 kilogramos; las jitomateras, para 25, y las de mangos, que permiten el embalaje de 35 kilogramos. En 1987 se amplió con 176 locales más.
La iniciativa se formalizó el 17 de abril de 1970, cuando se declaró de utilidad pública la construcción de la Central de Abasto para la Ciudad de México, cuya función principal fuera la de mercado de mayoreo de productos alimenticios, decretándose la expropiación de un predio de aproximadamente 327 hectáreas