Siempre podemos aprender a ser personas abiertas, con capacidad de hacer amistades profundas. Dispuestos a comprender y a disculpar. No juzgar nunca las intenciones de los demás.
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Siempre podemos aprender a ser personas abiertas, con capacidad de hacer amistades profundas. Dispuestos a comprender y a disculpar. No juzgar nunca las intenciones de los demás.
La veracidad como virtud, nos deja ver que la convivencia con los demás, es decir la capacidad de decir siempre –que sea necesario- la verdad y omitir la mentira como un vicio que destruye la confianza, es imprescindible para vivir en paz.