La experiencia señala que un pueblo se sostiene en pie, únicamente si el número de los hijos es de tres o cuatro por familia; el número ha de ser mayor si se quiere que aumente la población.
Es preciso renovarse cada uno -cada día- con la renovación interior, ser mejores, perfeccionar las virtudes humanas: lealtad, sinceridad, sencillez, laboriosidad, amistad, amabilidad, etc. y pedirle a Dios que nos aumente las virtudes sobrenaturales: fe, esperanza y caridad.
Una persona madura sabe controlar la ira y superar las diferencias sin violencia y destrucción. Esto requiere la libertad o el temple de rechazar un placer momentáneo en aras de una felicidad duradera. Es decir, tener paciencia.
Por si fuera poco, no hubo lugar en ninguna posada. Así que San José se las ingenió para preparar las cosas para recibir al Rey del Universo, ¡en un establo! Así Jesús, desde su nacimiento, nos daba una cátedra de humildad, profunda sencillez y pobreza.
Se le atribuyen numerosos milagros, entre los más conocidos: haber resucitado a tres niños que cayeron de un árbol y de inmediato fallecieron. También se le atribuye el milagro de tres niños sacrificados -aunque parezca increíble- para dar de comer a las clientes en el restaurante de un hostelero, como si fueran lechoncitos.