HUMILDAD 2>

Somos hijos adoptivos de Dios, pero creaturas: débiles, pecadores, con defectos. “El propio conocimiento nos lleva de la mano a la humildad” (Camino, 609).
Somos hijos adoptivos de Dios, pero creaturas: débiles, pecadores, con defectos. “El propio conocimiento nos lleva de la mano a la humildad” (Camino, 609).
La alegría proviene de la unión con Dios, y es consecuencia de la filiación divina, del abandono filial. Exige como soporte una tranquila humildad.
Por ello, es de lealtad manifestarle al amigo esos defectos en una conversación sincera e íntima. La única manera de que el amigo se decida a combatir los defectos, es que él mismo se convenza de la necesidad de esa lucha. Lo cual requiere comprensión y exigencia: enfrentarse a la realidad.
Para saber si mi ideal vale la pena –por el esfuerzo y las cosas que dejamos para hacerlo realidad-, es preciso relacionar las propias posibilidades con las necesidades de los demás, porque todos requieren recibir ayuda: nadie se puede sostener solo.
Estar abiertos a la responsabilidad que nos centre en el objetivo. Esto exige reflexión (cerebro), para pasar por dificultades que pueden parecer infranqueables. Cuando deseamos sinceramente el bien, hemos de hacer las cosas sin miedo a la vida y sin miedo a la muerte.