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Gabriel Martínez Navarrete

Reflexiones sobre un verdadero líder 2>

Quizá la primera cualidad del líder consista en un apasionado amor por la verdad, como requisito para identificar los problemas, y entonces, situarse en condiciones de encontrar el qué y resolver el cómo. Y además poseer una buena dosis de valentía, para llamar a las cosas por su nombre.

Afrontar la verdad es tal vez el primer rasgo de valentía que exigimos de un líder. La huida o falseamiento de situaciones, y el miedo a saber que uno pudo permanecer equivocado durante poco o mucho tiempo, pueden incapacitar para saber-dejarse-decir las cosas.

La arrogancia, la jactancia, el orgullo, la soberbia y la vanidad son los peores enemigos, que si no se combaten en cuanto aparecen los primeros síntomas, pueden anular al líder, corrompiendo su juicio mental y torciendo su voluntad.

Somos muchos, los que estamos convencidos, de que la prueba de oro de una persona de valía es la humildad, que no quiere decir apocamiento sino permanecer en la verdad, aunque tomar esta pueda ser muy duro.

Un líder auténtico no duda en apoyarse en hombres más capaces que él y confía en ellos. Pero antes les pide lealtad, lealtad y más lealtad.

Esta lealtad se demuestra especialmente en los momentos adversos. El líder se esfuerza en llegar siempre a una concepción personal de las situaciones, habiendo acudido a su propia experiencia y a los datos acumulados por los expertos.

El líder necesita actuar con la mayor objetividad posible, y se cuida bien de no forjarse una imagen definitiva de las situaciones, como de un peligro que podría comprometer sus decisiones posteriores.

Cuando descubre algo, o se le ocurre alguna idea, da cuenta de sus perplejidades o dudas a los que deban trabajar con él, así como de sus conclusiones –una vez que haya escuchado a los expertos-.

Es flexible: ajusta su actuación a las circunstancias concretas de cada persona o situación: buscando información de muchas fuentes; revisa sus actitudes; decide distinguiendo con claridad lo que es importante de modo permanente, y lo que es transitorio.

Es profundamente comunicativo y no tiene miedo a descubrir que los demás opinen diferente. Sabe rectificar y aprender de sus errores. Tiene un claro conocimiento de mundo, al cual él debe ajustarse: la religión y la moral, le indican los límites y los cauces de su quehacer político, sin más señalización que el respeto y el fomento de los derechos humanos.

Es fundamental que adquiera los conocimientos para realizar con justicia su gestión, mediante el estudio detallado de la ley y el ordenamiento naturales del hombre y de las cosas. Por ejemplo, si es católico debe conocer bien la fe y la moral de Cristo y la doctrina social del Magisterio de la Iglesia.

Nos parece que México va marchando bien. La recesión que nos afecta, está en otros aspectos de la vida, como el moral y la falta de valores en la familia, célula de la sociedad.

Estas situaciones que se han formado, nos dañan y nos afectan profundamente: el virus de la violencia, inseguridad, narcotráfico, divorcio, la brecha entre ricos y pobres, la pornografía, etc. La corrupción, en una palabra.

Todo ello parece haberse metido en el seno de la sociedad. Los problemas se amontonan de modo que parecen formar un nudo gordiano, que, según se dice, todavía no aparece por ahí quien lo desate.

 

CREATIVIDAD Y VERDAD, CON SENTIDO COMÚN 2>

Vivir significa enfrentarse a problemas, y los problemas requieren solución. Y estas reclaman creatividad.  La creatividad al parecer es una cualidad rara, pero no debería serlo. Quizá el 80% de la población tiene la capacidad de impulsarse   a niveles excepcionales, pero se encuentran anclados e incapacitados por el miedo de ver más allá de sus narices.

Vivir con mente abierta y sin dar por supuesto nada, porque el cambio es algo de ordinaria administración. Lo que ayer era adecuado para una situación concreta, ya no lo es para hoy, excepto los principios, que son lo permanente.

 Si queremos avanzar en la vida, somos nosotros los que tenemos que cambiar para modificar el mundo. de acuerdo a unos principios ciertos y verdaderos. Como, por ejemplo: Nadie da lo que no tiene.

La creatividad, la verdad y el sentido común para resolver problemas deben permanecer inseparables. Es claro que si nos encontramos con un obstáculo –al parecer insalvable- en la realización de nuestros proyectos, jamás hemos de dar marcha atrás. Sencillamente le damos vuelta al problema, y seguimos hacia adelante. 

Cualidades básicas para actuar inteligentemente

La primera cualidad para actuar inteligentemente es el amor a la verdad, es decir, adecuar nuestro entendimiento a la cosa, no importa si esta nos agrada o no; si nos facilita el llegar a nuestro objetivo o no, Sin duda, que si amamos apasionadamente la verdad podremos acceder a la segunda cualidad de la persona que actúa inteligentemente.

La segunda cualidad es la apertura de mente, es decir, optar y desarrollar una mente abierta, flexible, reflexiva, ello permite actuar muy brillantemente.

Si actuamos con una mente cerrada, rígida, mecánica, quisquillosa, nos dispersaríamos picoteando en un problema y en otro, sin llegar a resolver ninguno, nos fatigaríamos inútilmente y nuestra actitud sería más gris que brillante, faltaría comprender el punto de vista del otro y el entorno.

La tercera cualidad es la capacidad para concentrarnos en una sola cosa a la vez y permanecer en ella hasta que se resuelva, mediante preguntas y respuestas sencillas. 

La cuarta cualidad es la capacidad para afrontar sistemáticamente los problemas; ello evita que nos hagamos “bolas”, caminando en círculos, sin lograr progresos. 

¿Cómo pensar sistemáticamente?

Con el siguiente método usted podrá actuar tan creativamente como si fuese muy inteligente, pero amando siempre la verdad:

-Acéptese a sí mismo –con sus virtudes, habilidades, defectos y limitaciones- y mantenga una fe grande en usted. No se venda barato, sabiendo que usted es tan capaz como los demás. No se compare con nadie, todos somos distintos y cada quien es inteligente en lo suyo.

-Su autoimagen debe ser real, nadie es “Superman”, pero tampoco es un enano, a menos que uno lo desee. Lo que pasa es que los gigantes de la humanidad han sabido concentrarse en sus tareas, haciendo lo que deben y estando en lo que hacen, durante años. Para ellos, los fracasos han significado situaciones que les permitían adquirir experiencia, y cuando han sido “machacados” por la pérdida, han sabido encontrar caminos inéditos para volver a remontarse. Sólo la muerte tiene carácter de definitiva.

-Cambie su lenguaje de negativo a positivo. Mientras más positivo se torne su lenguaje, más optimista se sentirá usted. Optimismo, optimismo, y más optimismo es una actitud que nos sacará adelante de cualquier situación difícil y adversa. Fe, optimismo, verdad y alegría, siempre. Tal como sea nuestra fe, será lo que nos ocurra. El buen humor le hará que lleve con alegría los momentos indeseables o adversos. Escribió san Josemaría que el buen humor hasta en el momento de la muerte.

-Defina con claridad su dificultad o situación. ¿Qué es exactamente el reto que enfrento? ¿Qué es lo que me provoca tensión y ansiedad?  ¿Por qué estoy descontento?  Escríbalo claramente y con detalle. 

-No se conforme con una respuesta superficial, llegue al origen o causa del problema y aplique el principio “divide y vencerás”, es decir, divida su problema en partes y vaya solucionándolas. Enfoque el problema desde diversas direcciones, y pregúntese cuál es el camino para lograr la solución. Compare las diversas soluciones posibles, y pregúntese: ¿Cuál es el peor resultado posible si la decisión es equivocada? Actúe. Ello le dará la valentía, para empezar e ir hacia adelante.  Sobre todo, si se pregunta: ¿Qué es lo mejor que puede ocurrirme? 

-Acepte la responsabilidad completa por la decisión tomada y establezca una fecha límite. Si la decisión es importante, puede tomar más tiempo. Es útil establecer fechas límite de corto plazo, que le vayan llevando a su objetivo. Póngase a trabajar en el plan de acción. Ocúpese. No se preocupe, porque eso le puede destruir la personalidad y su salud psíquica. 

-Periódicamente compare lo logrado con lo planeado.

CONSTRUYAMOS EL MEJOR MUNDO POSIBLE 2>

“El futuro no existe para ser adivinado, sino para ser hecho”. Nos interesa en la medida en que pueda contener nuestros objetivos presentes. Esta verdad palmaria, a veces no es correctamente entendida y se descuida el presente, el ahora, que es cuando podemos hacer las cosas.  

Si descuidamos el presente, las consecuencias serán funestas, se caerá en la ceguera ante la vida, la precipitación y el atolondramiento que ello trae consigo.

Muchos de los males que padecemos: droga, divorcio, pornografía, pérdida de los valores morales, consumismo, aumento de la brecha entre ricos y pobres, desempleo, etc., se deben, quizá, por no haber cuidado nuestro presente, por vivir del modo más impaciente lo que contraría.

Lincoln, dijo en una ocasión, que una de las cosas más difíciles para el hombre, consiste en lo qué tiene que hacer uno al momento siguiente. Y es cierto, a veces, resulta imposible. Pero no reside aquí el problema: sino en la carencia de unos objetivos por los que valga la pena esforzarse.

¿Cuáles son nuestros objetivos? ¿Qué pretendemos?: forjar un mundo más humano, donde cada persona sea acogida con alegría, se le respeten sus derechos y fomente su libertad. En todo esto coincidimos, y nadie sería capaz de objetarlo. El asunto radica más bien en cómo y para qué.

No se trata de forjarnos una utopía, si no de ser realistas, sabiendo que es imposible encontrar la felicidad plena en esta vida, pero que si resulta posible una felicidad relativa y que al menos se pueden crear las condiciones para ser felices. Pero no se trata de un estado, sino más bien de una actitud ante la vida, la que hace que seamos felices y contribuyamos a que también lo sean los demás. 

Por ejemplo, la actitud positiva y responsable de los paterfamilias, contribuye poderosamente al bienestar social y a edificar el futuro en los mejores términos que puedan ser imaginados. Lo que sensatamente podemos imaginar, lo podemos hacer.

La tasa de natalidad, indica el número de nacimientos por cada 1000 personas durante un año. 

Con anterioridad a la Revolución Industrial (Inglaterra, siglo XVIII), las tasas de natalidad eran muy elevadas, superando el 40 por mil.  En nuestros días la tasa de natalidad media está en torno al 28 por 1000, pero las diferencias entre países son muy acusadas. Así, algunos países mantienen tasas de natalidad parecidas a las sociedades anteriores a la revolución industrial, mientras que otros bajan claramente del 10 por mil, como, por ejemplo, es el caso de Alemania y España, lo cual es preocupante.

Este descenso es muy difícil detenerlo, aunque no imposible. Pues no sólo se explica por motivos económicos o sociales, sino también por una visión distorsionada del matrimonio y la familia y por una concepción egocéntrica y materialista de la vida.

Es preciso invertir esta tendencia en el descenso de los nacimientos. Podría ayudar, proporcionar ayuda económica a cada familia necesitada, pero sobre todo se hace imperativo una revalorización de la tarea educativa de los paterfamilias y del concepto monogámico del matrimonio y de una alegre y feliz apertura a la vida. 

Es preciso quitarse los miedos y optar por la confianza en Dios, con la idea muy realista de que cada persona, recién concebida, ya trae  un pan debajo del brazo.