
Debemos amar a las personas como son, incluso sus defectos: si los queremos de verdad, desearemos que el amigo supere los defectos. Es sintomático -de la verdadera amistad-, manifestarle esos defectos en una conversación sincera e íntima.
Debemos amar a las personas como son, incluso sus defectos: si los queremos de verdad, desearemos que el amigo supere los defectos. Es sintomático -de la verdadera amistad-, manifestarle esos defectos en una conversación sincera e íntima.
Saben que el trabajo realizado y evaluado como un valor, y como una oportunidad para desarrollar los propios talentos trasciende como aportación a la familia y a la humanidad: esto nos hace más valiosos.
Nosotros mismos y la realidad no los podemos separar. El espíritu de conquista está en mejorar, para ser útiles a las personas y optimizar las cosas. Concéntrese en lo que pueda hacer, en vez de pensar en lo que no puede hacer.
“El alma desordenada lleva en su culpa la pena” (san Agustín). “Es para mí una alegría oír sonar el reloj; veo transcurrida una hora de mi vida y me creo un poco más cerca de Dios” (santa Teresa de Jesús).
Pague la “cuota inicial”. No haga caso a las dificultades, amenazas, críticas, y al “qué dirán”. Pero tampoco las ignore, porque conviene aprender a manejarlas de modo que nos sirvan como catapultas (oportunidades de mejora) para lograr lo que nos proponemos.