Category

Gabriel Martínez Navarrete

Valores en el trabajo (3 de 3) algunos aspectos 2>

  1. ESPÍRITU POSITIVO
  • El espíritu positivo es una mezcla de serenidad interior, alegría, optimismo, lealtad, serenidad, caras amables y buen humor. Fomente estas siete
  • Sea sensible para lo positivo. Elimine el pesimismo, lo negativo y el derrotismo. Dele especial importancia a los aspectos positivos de la realidad.
  • Cuando no se sienta bien, sonría; cuando las cosas salen mal, ríase. No permita que su comportamiento, sea el resultado negativo de ánimo.
  • Permanecer siempre alegre, es el mejor obsequio que puede darle a los demás: sonría y mire con cariño.
  • Lo que hablamos anima o desanima. No hable de cosas negativas: críticas, quejas, lamentos, murmuraciones, etc. Motive mostrando las cosas positivas.
  • Viva la confianza como parte integral de su vida. El espíritu positivo es el resultado de confiar en Dios, en los demás y en uno mismo.
  • Vea la realidad presente con “ojos de futuro”. Recuerde que nuestros pensamientos y acciones construyen el porvenir. Así tendrá serenidad. Ahora se ríe de las “tragedias del pasado”; después se reirá de las “tragedias del ahora”.
  • No se tome demasiado en serio a sí mismo. No tome los defectos de los demás como ofensas personales.
  • No haga tragedias de cosas sin importancia. Viva gozoso.
  • Elija entre sus amistades a personas alegres, leales y serenas.
  • Tenga los pies en la tierra y el corazón en los demás y en Dios. El entusiasmo es el estado de ánimo resultante de poseer un punto de vista esperanzado de la vida.
  • No dude en imponerse retos.

 

  1. EXCELENCIA PERSONAL.
  • La excelencia comienza con un conocimiento realista de uno mismo: fortalezas y debilidades.
  • No existe excelencia gratis, sino exigencia para llegar a la excelencia.
  • No hay calidad personal, sin esfuerzo. Vencer cotidianamente la pereza y la comodidad es el inicio de la excelencia.
  • Sea salvajemente sincero con usted mismo: no confunda lo que es, con lo que le gustaría ser. Pregunte a sus amigos de confianza como le ven; esto le facilitará adquirir una buena base para su autoconocimiento.
  • La excelencia implica la repetición de acciones buenas.
  • La fuerza de voluntad se adquiere por repetición de actos que implican esfuerzo.
  • Las personas creyentes y con buen carácter también rezan mucho: no se quedan en buenos deseos. Además de acudir a Dios, hacen las cosas.
  • La agresividad hacia las personas es una manifestación de inseguridad: los miedos, los caprichos, las manías y los complejos minan la propia seguridad.
  • La envidia, la soberbia y el orgullo son autodestructores de la excelencia.
  • La excelencia personal es resultado de un mejoramiento continuo para eliminar hábitos negativos y lograr otros positivos. Es una conquista diaria.
  • La excelencia acompañada del afán de servicio (o el prestigio profesional, que puede derivarse de ello): es sencillamente hacer rendir el talento propio y de los demás.
  • Cada día se puede ser mejor.

Valores en el trabajo (2 de 3) algunos aspectos 2>

CREATIVIDAD:

  • La creatividad, más que una madurez, es consecuencia del trabajo perseverante de las personas que se empeñan en hacer cada vez mejor su trabajo cotidiano.
  • Todo proceso puede ser mejorado. Cualquier problema puede tener una mejor solución. Evite el perfeccionismo, es suficiente que esté ben hecho. Esta convicción es la raíz de la creatividad y de la innovación.
  • Favorece la creatividad el hecho de no actuar con esquemas fijos; salirse del modo habitual de hacer las cosas, buscando modos más eficientes.
  • La capacidad de observación y de descubrir detalles y situaciones que pueden ser mejoradas, es la apertura a la innovación.
  • Ante un problema, conviene buscar alternativas de solución, y si es necesario insistir una… y veinte veces –si hace falta- hasta que lleguemos a la solución.
  • Tenga presente, que el prudente no es el que lo intenta una o dos veces y se desanima, sino el que lo intenta – no importa el número de veces-, hasta que descubre el modo y lo consigue.
  • Escuche mucho y lea mucho. Después, dé vuelo a la imaginación.
  • Para aprender de cada persona y de cada situación, observe todo lo que le interese o le sea útil. Hágase preguntas y busque respuestas.
  • Cuando algo le salga bien, descubra cuál es la causa del éxito. Tome nota –es útil dejarlo por escrito, para servicio de los demás- y aplique el mismo procedimiento a otros asuntos.
  • No tenga miedo al fracaso –tampoco lo busque-, ni a quedar mal. Si no salió como se esperaba, corríjase y continúe adelante, sin importarle el “qué dirán”. Pero conviene tener el permiso del superior.
  • Estudie cómo hacen los demás su trabajo; fíjese en aquellos aspectos en que destacan. Pregúntese por qué les salen las cosas bien, e inspírese creando o adaptando un nuevo procedimiento.
  • Desecarte de su vida el lenguaje bloqueador: “no vale la pena cambiar”, “así me enseñaron”, “siempre se ha hecho de este modo, para qué buscar otro”

 

ESFUERZO:

  • Todo lo que vale, exige disciplina, dedicación, esfuerzo…
  • La paciencia todo lo alcanza. Elimine la impaciencia y sustitúyala por la perseverancia. El tiempo es necesario para alcanzar cualquier objetivo.
  • Ejercitar la paciencia es el camino para fortalecer la voluntad: paciencia para corregir los errores, para escuchar a los inoportunos, etc.
  • Establezca un horario para su trabajo y ajústese a él, con flexibilidad, pero con exigencia.
  • Lo que hay que hacer se hace: ¡ahora!, sin aplazarlo. Tanto a corto, como a mediano y largo plazo.
  • Hable claro, aunque pase un mal rato. Pero expréselo como le gustaría que a usted se lo dijeran.
  • Corra riesgos, sin dejar de ser prudente. No se retraiga por el miedo a fracasar o por las dificultades que enfrentará. Sea audaz.
  • Ejercite la voluntad cuidando las cosas pequeñas. ej: mantener organizado el escritorio, recoger un papel del suelo, sonreír, contestar bien, cumplir un plazo, vivir una dieta, llevar a la práctica un plan de ejercicios, aprender un idioma, tener un plan de lecturas y leerlas –con flexibilidad-. Como los triunfadores, se trata de llegar al final.
  • La libertad personal o autodominio es importante para ser libre. De lo contrario se es prisionero de uno mismo
  • Haga las cosas porque quiere. Rechace de su vida los sentimientos negativos, y piense en grande.

Valores en el Trabajo (algunos aspectos) 2>

LEALTAD:

  • La persona leal, lo es con la familia, con la empresa y con la sociedad.
  • Hablar mal de una persona que esté o no esté presente, es una falta de lealtad para esta persona.
  • Pertenencia es “ponerse   la camiseta”, lo cual significa trabajar como si la empresa fuera propia.
  • El compromiso y la lealtad son recíprocos: de la persona hacia la organización y de la empresa hacia el personal.
  • Compromiso significa solidaridad para con todos: colaboración, ayuda mutua… La unión hace la fuerza: Hoy por mí, mañana por ti.
  • El empeño por conservar y mejorar el buen ambiente es una manifestación de lealtad. Por esto declare la guerra al rumor, a la habladuría y al chisme.
  • Al corregir, cuando sea necesario, hágalo como le gustaría que lo hicieran con usted. Hable de forma directa y clara, pero con delicadeza.
  • Siempre que se pueda corrija personalmente.

CONFIANZA:

  • Sentir que se confía en uno es la motivación mayor que tiene la persona para llevar con responsabilidad y bien.
  • La desconfianza genera ansiedad y mueve a la simulación.
  • Es sano y necesario confiar en la gente; pero simultáneamente se debe emprender una acción educativa y bien pensada, para que todos sepan qué hacer y por qué hacer su tarea concreta.
  • Además de confiar en los demás, se precisa tener confiabilidad; es decir: ser digno de la confianza de los demás. Se logra haciendo bien el trabajo y viviendo con lealtad personal.
  • Hay que descubrir en los demás lo positivo que tienen, sus posibilidades futuras y las capacidades que pueden desarrollar. Para esto conózcalos bien, ponga metas y confíe en ellos.
  • No se trata de ser ingenuos, pero puede convenir: confiar, comprender, disculpar y perdonar (olvidando la ofensa).
  • Ser compañeros es estar dispuesto a ayudar, cooperar, compartir, ser solidarios. Ser amigos supone, además, querer lo mejor para el otro y estar con ellos “en las duras y en las maduras”.
  • Si usted manda sobre alguien, debe lograr que haga las cosas por convicción y por compromiso personal, como consecuencia de los principios que se quieren vivir. Por eso dirigir es educar.

Lealtad y Verdad: Fomentar la unidad del país 2>

“Es mejor la unidad, que ganar” dijo en cierta ocasión Winston Churchill.   Y esta frase pasó a la posteridad y se ha hecho célebre en el mundo de la política. El significado de esta expresión puede considerarse válido para todos los países, y todas las épocas y gobiernos: siempre es mejor estar unidos, que peleados y divididos por retener o conseguir el poder.

Una nación dividida es semejante a una familia rota: lo que debería ser paz, tranquilidad, orden, cohesión y sosiego, se puede transformar en guerra, intranquilidad, desorden, dispersión y ansiedad: con el consiguiente daño para todos y cada uno de los habitantes de un país.

Con el desorden no se va a ninguna parte. El líder, si desea ser eficaz, necesita ser instrumento de unidad, y esta unidad se busca en los hechos.

El mejor activo de un país se encuentra en la unidad de sus habitantes; que es precisamente la prioridad número uno, que deberían tener los dirigentes.

¿Cómo lograr esa unidad? ¿Su propuesta de gobierno en qué debe basarse? A mi juicio, necesita poseer los siguientes rasgos, si realmente se desea ganar a buena parte de la sociedad. Por ejemplo:  Fomentar lo más posible la responsabilidad y la libertad personales de cada ciudadano, especialmente de quienes tienen algún tipo de poder, ya sea económico, judicial, político, militar, etc., de modo que éstos “tiren del carro” de acuerdo a los intereses del bien común o del país.

La libertad de acción debe ser proporcional al grado de responsabilidad.

Enseñar a los ciudadanos a valorar las consecuencias de sus acciones con respecto a los demás. ¿Cómo? Promoviendo una educación en la que los pilares sean:

  1. a) Respeto a la moral natural
  2. b) Revalorizar el papel de la familia, como núcleo donde se inicia la formación, que después deberá ser complementado con una adecuada instrucción en las escuelas, animando a los padres de familia a interesarse por la educación de los hijos
  3. c) Capacitar a los más posibles para que puedan ganarse la vida mediante el ejercicio de un oficio o profesión;
  4. d) Crear una verdadera mentalidad de servicio en los demás, que debe reflejarse en un trabajo bien hecho. El hombre no vive de palabras, sino dela verdad encarnada en la conducta de las personas.

Dar ejemplo, es el modo más eficaz de ayudar a otros a que actúen bien.

Lo dicho hasta aquí no basta, si no se consigue una auténtica confianza; la cual no reside en la capacidad para decidir de modo adecuado (la experiencia, la información cierta y suficiente, un excelente equipo de trabajo, etc., pueden ayudar), sino en la confianza en las intenciones de quien manda. Esto es lo único que puede dar origen a la autoridad, es decir a la libre aceptación de quienes están abajo.

Esta confianza se refleja en los foros de consulta popular, cuando captan los genuinos requerimientos y necesidades de la población.

Mediante la aceptación popular se obtiene el poder; esto es, la voluntad política para que el dirigente electo maneje por motivos exteriores (decretos y reglamentos) el comportamiento de otras personas. Pero este poder no significa que posea autoridad ante los demás. Porque la autoridad se reconoce, cuando existe la seguridad de las buenas intenciones en quien ejerce el poder.

Por las obras es como conocemos a cada quien. Los discursos solamente tienen el valor del momento en que se pronuncian. La lealtad comprada es siempre sospechosa y generalmente de corta duración.

¿Cómo se puede perder autoridad?: mediante el uso injusto del poder. Así, cuando el poder no se usa en el caso y en el momento en que debería usarse (permisivismo); o usando inútilmente el poder (pérdida del sentido de la dirección).

La pérdida de autoridad puede venir acompañada por un proceso continuado de frustraciones, que llevan a crear una oposición que puede llegar a ser muy seria, y un obstáculo para la realización de los planes de gobierno.

Cualquier dirigente que propugne y estimule la lucha de clases, estaría actuando contra la unidad de la sociedad, promoviendo el odio –que es desunión y rompimiento con lo que une-; y a la postre estaría descalificado para ejercer cualquier tipo de liderazgo de servicio a los demás. Esto casi siempre se refleja por un escaso arrastre ante la población, y una minoría de simpatizantes.

Para ser felices necesitamos la alegría y el olvido de sí 2>

Nosotros somos los directamente responsables de nuestra vida, y en gran parte de todo aquello que nos rodea: la familia, el grupo -para trabajar en equipo-, la organización en la que trabajamos, el país y la humanidad entera. Ninguno de nuestros actos es un hecho aislado, lo que hacemos nos modifica y tiene repercusiones en los demás.

Por este motivo, es imperativo que nos preguntemos: ¿quién soy? ¿cuál es mi fin? ¿dónde me encuentro ahora? ¿hacia dónde quiero ir? ¿qué debo hacer para alcanzar mi meta? En definitiva, lo que buscamos todos es la felicidad. Nada hacemos, si no es motivado por el deseo de ser felices.

Son innumerables las personas que lo saben y pocas las que trabajan objetiva y certeramente para alcanzarla. Es más, debemos estar relativamente felices, si nuestro camino vital es el correcto, porque la felicidad completa la encontraremos solo en la otra vida, cuando gocemos eternamente de Dios.

Aquí, en la vida actual, se trata de diseñar y llevar a la práctica un plan de vida que nos marque el camino para una administración de nuestra vida personal, en los siguientes aspectos: espiritual, familiar, profesional, social y económico.

La riqueza, la fama y el poder son solo herramientas que pueden ayudar o perjudicar –según las manejemos- a nuestro propósito vital: la felicidad.

Todo lo que se necesita es enfocar el futuro con una visión clara de lo que se quiere lograr, seguido de una misión que dignifique lo que pretendemos. Indudablemente la visión y la misión –que son indesligables-, están incluidas dentro de la vocación. Esa llamada que nos hace el Ser Supremo para que vayamos por de determinado carril, cumpliendo nuestra misión, en esta vida. Cada quien tiene que llevar a cabo en su vida una misión personalísima.

n compararnos con nadie, pues somos únicos e irrepetibles, hemos de trabajar en el conocimiento de uno mismo, y conociéndonos a nosotros, conoceremos a los demás en cuanto a sus capacidades y aptitudes, especialmente como seres humanos que tenemos una altísima dignidad, pues hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios.

Este artículo trata de comentar unas cuántas ideas que nos lleven a responder a nuestra misión, con responsabilidad personal.

También hemos de conocer nuestras fuerzas y debilidades, amenazas y oportunidades que afectan tanto nuestro ser interno como el mundo externo.

Elementos vitales para el desarrollo personal:

Virtudes:

Fe: Tal como sea nuestra fe, es lo que lograremos. Necesitamos tener una fe gigante, para lograr cosas grandes. Debe ser una fe anclada en la realidad. Poniendo en primer lugar a Dios.

Optimismo: el primer acto de optimismo consiste en enfrentarse a la realidad y ver en ella lo que pretendemos lograr, con la confianza de que lo lograremos. Las dificultades se superan con inteligencia y constancia.

Alegría: Es tan importante, que sin ella no podemos hacer nada. La alegría habla de plenitud, de generosidad, de la capacidad de darse a los demás.

“La alegría que debes tener no es esa que podríamos llamar fisiológica, de animal sano, sino otra sobrenatural, que procede de abandonar todo y abandonarte en los brazos de nuestro Padre-Dios”  (san Josemaría Escrivá, 1902 -1975).

“Dormí y soñé que la vida era alegría; desperté y vi que la vida era servicio. Serví y descubrí que en el servicio se encuentra la alegría” (Rabindranath Tagore, 1861 – 1941).

Esperanza: Es la certeza de que lograremos alcanzar aquello que nos proponemos. Es enemiga del desaliento y de la tristeza.

Amor: Es querer -con obras- el bien del otro.

Mejorar las virtudes cardinales: prudencia, fortaleza, templanza y justicia. Hemos de acompañar la justicia con el amor, porque la justicia a secas, puede dejar heridas emocionalmente a las personas.

Habilidades:

Actitud mental positiva: Significa decir “sí” a la vida. A todo lo negativo cortarle su fuente de abastecimiento.

Creatividad: abrirse a todas las posibilidades que impliquen una mejoría.

Entusiasmo: emprender acciones con energía, atención, intensidad y concentración.

Buena administración del tiempo: cuidar el presente, sabiendo que lo que hacemos hoy, será lo que tendremos en el futuro. “Haz lo que debes, y permanece en lo que haces”, es la clave.

Método:

Es el camino. Puede ayudarnos realizándolo por  amor y como motivación constante:

  • Clarificar el objetivo de la vida.
  • Describir la situación actual.
  • Concretar la viabilidad de las diferentes alternativas de mejora.
  • Ejecutar la acción.
  • Verificar si el avance va de acuerdo con lo planeado.
  • Corregir las desviaciones.
  • Formar un hábito de la acción exitosa.
  • Comprobar que la excelencia es un hábito que debo mejorar de manera constante
  • Tratar a Dios, dispuestos a cambiar para hacer lo que Él nos pide.

Lo dicho anteriormente implica una buena dosis de olvido de sí mismo, en el que el otro (prójimo) ocupará el vacío que he puesto a su disponibilidad.

Crecer en excelencia siempre implica un incremento en mi felicidad, sobre todo porque soy directamente responsable de mi vida, la cual adquiere significado en la medida en que soy fiel a mi misión, que siempre incluye el ayudar al prójimo en forma tan importante como ayudarme a mí mismo.