
La alegría nace de ser y de sentirnos hijos de Dios. Se manifiesta en la sonrisa oportuna o en un gesto amable: hace posible el diálogo y la conversación. Anima a superar las numerosas contradicciones de la vida. Enriquece a todos.
La alegría nace de ser y de sentirnos hijos de Dios. Se manifiesta en la sonrisa oportuna o en un gesto amable: hace posible el diálogo y la conversación. Anima a superar las numerosas contradicciones de la vida. Enriquece a todos.
Lincoln dijo en una ocasión que una de las cosas más difíciles para el hombre, consiste en saber qué tiene que hacer uno al momento siguiente. Y es cierto, veces resulta casi imposible.
Muchos personajes ilustres de la historia tuvieron unos progenitores que educaron a sus hijos con ideales de servir a la Patria y virtudes ciudadanas.
En esta época de los grandes avances electrónicos, muchas personas se quejan de sufrir soledad y no se sienten comprendidas. Muchas veces la solución se encuentra en saber escuchar con paciencia a los demás, sin manifestarles la impresión de prisa.
Hay que llevarles de la mano, por un plano inclinado, con paciencia, prudencia y haciéndoles ver que todo ello a la postre contribuirá en tener una personalidad fuerte -con temple y carácter- bien determinada.