Lo sorprendente es que esas “ideas serias” haya quien las crea y promueva. Tal parece que los clientes de ideas tan vagas e inútiles, prefieren equivocarse con la masa que tener razón contra ella. Estos síntomas provienen de una idolátrica inversión de los valores, en los que va cayendo buena parte del pueblo.
En asuntos familiares, los padres por miedo no se atreven a corregir a sus hijos; mientras los que los hijos, para “ser libres”, desobedecen a sus padres, ultrajando la autoridad paterna.
Cuando se pierde el espíritu de servicio en una sociedad democrática es porque se ha sobrevalorado la libertad personal con un menosprecio de la responsabilidad también personal. No basta ser libres, es preciso usar responsablemente nuestra libertad.
La sociedad de consumo les ofrece libros en los cuales se afirma que en los “tiempos modernos” es una represión causado por un medievalismo moral desfasado y que es imperante realizar ya la “revolución sexual”, propia del siglo XXI.