
La alegría nace de ser y de sentirnos hijos de Dios. Se manifiesta en la sonrisa oportuna o en un gesto amable: hace posible el diálogo y la conversación. Anima a superar las numerosas contradicciones de la vida. Enriquece a todos.
La alegría nace de ser y de sentirnos hijos de Dios. Se manifiesta en la sonrisa oportuna o en un gesto amable: hace posible el diálogo y la conversación. Anima a superar las numerosas contradicciones de la vida. Enriquece a todos.