Tag

felicidad Archivos - Somos Hermanos

Para ser felices necesitamos la alegría y el olvido de sí 2>

Nosotros somos los directamente responsables de nuestra vida, y en gran parte de todo aquello que nos rodea: la familia, el grupo -para trabajar en equipo-, la organización en la que trabajamos, el país y la humanidad entera. Ninguno de nuestros actos es un hecho aislado, lo que hacemos nos modifica y tiene repercusiones en los demás.

Por este motivo, es imperativo que nos preguntemos: ¿quién soy? ¿cuál es mi fin? ¿dónde me encuentro ahora? ¿hacia dónde quiero ir? ¿qué debo hacer para alcanzar mi meta? En definitiva, lo que buscamos todos es la felicidad. Nada hacemos, si no es motivado por el deseo de ser felices.

Son innumerables las personas que lo saben y pocas las que trabajan objetiva y certeramente para alcanzarla. Es más, debemos estar relativamente felices, si nuestro camino vital es el correcto, porque la felicidad completa la encontraremos solo en la otra vida, cuando gocemos eternamente de Dios.

Aquí, en la vida actual, se trata de diseñar y llevar a la práctica un plan de vida que nos marque el camino para una administración de nuestra vida personal, en los siguientes aspectos: espiritual, familiar, profesional, social y económico.

La riqueza, la fama y el poder son solo herramientas que pueden ayudar o perjudicar –según las manejemos- a nuestro propósito vital: la felicidad.

Todo lo que se necesita es enfocar el futuro con una visión clara de lo que se quiere lograr, seguido de una misión que dignifique lo que pretendemos. Indudablemente la visión y la misión –que son indesligables-, están incluidas dentro de la vocación. Esa llamada que nos hace el Ser Supremo para que vayamos por de determinado carril, cumpliendo nuestra misión, en esta vida. Cada quien tiene que llevar a cabo en su vida una misión personalísima.

n compararnos con nadie, pues somos únicos e irrepetibles, hemos de trabajar en el conocimiento de uno mismo, y conociéndonos a nosotros, conoceremos a los demás en cuanto a sus capacidades y aptitudes, especialmente como seres humanos que tenemos una altísima dignidad, pues hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios.

Este artículo trata de comentar unas cuántas ideas que nos lleven a responder a nuestra misión, con responsabilidad personal.

También hemos de conocer nuestras fuerzas y debilidades, amenazas y oportunidades que afectan tanto nuestro ser interno como el mundo externo.

Elementos vitales para el desarrollo personal:

Virtudes:

Fe: Tal como sea nuestra fe, es lo que lograremos. Necesitamos tener una fe gigante, para lograr cosas grandes. Debe ser una fe anclada en la realidad. Poniendo en primer lugar a Dios.

Optimismo: el primer acto de optimismo consiste en enfrentarse a la realidad y ver en ella lo que pretendemos lograr, con la confianza de que lo lograremos. Las dificultades se superan con inteligencia y constancia.

Alegría: Es tan importante, que sin ella no podemos hacer nada. La alegría habla de plenitud, de generosidad, de la capacidad de darse a los demás.

“La alegría que debes tener no es esa que podríamos llamar fisiológica, de animal sano, sino otra sobrenatural, que procede de abandonar todo y abandonarte en los brazos de nuestro Padre-Dios”  (san Josemaría Escrivá, 1902 -1975).

“Dormí y soñé que la vida era alegría; desperté y vi que la vida era servicio. Serví y descubrí que en el servicio se encuentra la alegría” (Rabindranath Tagore, 1861 – 1941).

Esperanza: Es la certeza de que lograremos alcanzar aquello que nos proponemos. Es enemiga del desaliento y de la tristeza.

Amor: Es querer -con obras- el bien del otro.

Mejorar las virtudes cardinales: prudencia, fortaleza, templanza y justicia. Hemos de acompañar la justicia con el amor, porque la justicia a secas, puede dejar heridas emocionalmente a las personas.

Habilidades:

Actitud mental positiva: Significa decir “sí” a la vida. A todo lo negativo cortarle su fuente de abastecimiento.

Creatividad: abrirse a todas las posibilidades que impliquen una mejoría.

Entusiasmo: emprender acciones con energía, atención, intensidad y concentración.

Buena administración del tiempo: cuidar el presente, sabiendo que lo que hacemos hoy, será lo que tendremos en el futuro. “Haz lo que debes, y permanece en lo que haces”, es la clave.

Método:

Es el camino. Puede ayudarnos realizándolo por  amor y como motivación constante:

  • Clarificar el objetivo de la vida.
  • Describir la situación actual.
  • Concretar la viabilidad de las diferentes alternativas de mejora.
  • Ejecutar la acción.
  • Verificar si el avance va de acuerdo con lo planeado.
  • Corregir las desviaciones.
  • Formar un hábito de la acción exitosa.
  • Comprobar que la excelencia es un hábito que debo mejorar de manera constante
  • Tratar a Dios, dispuestos a cambiar para hacer lo que Él nos pide.

Lo dicho anteriormente implica una buena dosis de olvido de sí mismo, en el que el otro (prójimo) ocupará el vacío que he puesto a su disponibilidad.

Crecer en excelencia siempre implica un incremento en mi felicidad, sobre todo porque soy directamente responsable de mi vida, la cual adquiere significado en la medida en que soy fiel a mi misión, que siempre incluye el ayudar al prójimo en forma tan importante como ayudarme a mí mismo.

Algunas ideas básicas sobre la amistad 2>

El amor es el acto por el cual la voluntad se identifica y se reúne con la alegría y bienestar del otro. La amistad auténtica es la que sabe compartir esta alegría, sin el más leve rastro de envidia. Es amigo aquel que comparte los gozos y las penas. El amigo es el otro: la felicidad y el dolor ajeno, pero hechos propios. Para ser dichoso, el hombre necesita de los otros.

Todas las formas de amor genuino son participación del amor de Dios (cfr  Apc 3, 19-20). Por ello, amar al amigo es desearle que viva en el bien y en la verdad.

Debemos amar a las personas como son, incluso sus defectos: si los queremos de verdad, desearemos que el amigo supere los defectos. La solución nunca está en la violencia, sino animando a mejorar.

Es sintomático -de la verdadera amistad-, manifestarle esos defectos en una conversación sincera e íntima. Es preciso que el amigo se decida a luchar –convenciéndose él mismo- de la necesidad de esa lucha. Esto requiere paciencia y comprensión, siendo exigentes, enfrentando al amigo con la realidad.

El consejo facilita la libertad: aporta nuevos elementos de juicio, que enriquecen las posibilidades de elección. Es el momento de comprender al amigo y estar a su lado, para animarle a superar el obstáculo, sacando el mejor bien posible de los defectos, transformándolos en virtudes. Rectificar siempre es necesario.

El amor abarca a la persona entera. Aunque en la amistad no se da una verdadera intimidad (esta la tendremos solo con Dios), es en el amigo con quien se habla sinceramente y se piensa en voz alta. No obstante, la amistad debe salvarse, aunque no se compartan las creencias.

Si las ideas son opuestas, al menos el afecto debe unir la amistad, porque es mejor esto que nada.

La verdad existe, es inmutable, hay que descubrirla y abrirse a ella:   son los dogmas. No puede cederse en los dogmas, que son verdades centrales. La humildad es la verdad.

“No podemos admitir el miedo a la ciencia, porque cualquier labor, si es verdaderamente científica, tiende a la verdad. Y Cristo dijo: Ego sum veritas (san Juan 14, 16) Yo soy la verdad” (san Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 10)

Lo opinable, son verdades parciales. Los hechos admiten interpretaciones.   Lo que se pide es ser consecuente con lo propio y estar dispuesto a dejarlo si alguien nos convence de lo contrario. Ayudar al amigo. Para ello es necesario de una actitud de olvido de sí mismo y de ayuda al otro. El amor debe prevalecer y centrarse en la persona: “qué maravilla que existas”.

ALEGRÍA Y CRECIMIENTO EN EL TRABAJO 2>

Como directivo, el trabajo principal es hacer que ocurran las cosas, lograr resultados, en el que todo mundo salga beneficiado (aunque, a veces, alguien tenga que “pagar los platos rotos”). Por este motivo, lo primero consiste en lograr los resultados necesarios, a la vez que dignificamos a las personas. Si actuamos de otra manera, el trabajo resulta contraproducente, porque “no todo lo que brilla es oro”.

Si reducimos nuestra actividad a sólo conseguir resultados económicos, el trabajo perderá su medio para perfeccionar nuestra personalidad y servir a los demás. Por ej: uno puede ser generoso si existe otra persona, porque puede darse y ayudar. Para este intercambio, existen cinco ámbitos básicos, que tienen una jerarquía. El primero incluye a los otros: 1) Dios; 2) familia; 3) trabajo; 4) amigos, y 5) la sociedad.

Un orden sano y vital consiste en realizarse con la esposa y los hijos, ser exitoso en el trabajo y mantener amistades profundas. Si quitamos a Dios de nuestras vidas, hemos equivocado el camino

Los resultados son parte esencial de todo trabajo productivo. Precisamente porque se trabaja por amor (no por deber), debe haber resultados: son parte esencial e integral de todo trabajo. No tener resultados, por no haber puesto los medios, equivale al fracaso e inutilidad.

Para conseguir el crecimiento sin límite en nuestro trabajo se requiere: producir los resultados necesarios para lograr lo esencial en el trabajo actual. Ello implica rechazar fantasías, excusas, lamentaciones, dilaciones y desviaciones. Aunque las cosas nos llegan como son, uno necesita corregirse continuamente.

Se sugiere lograr los resultados minuto a minuto. Esto podríamos expresarlo así: “En este momento estoy trabajando tan bien, como me es posible hacerlo; el día de hoy es cuando vence el plazo y hoy debe quedar terminado”. Es decir, cuidar la oportunidad y saber terminar las cosas.

Sin un   trabajo acabado, cuidado en los detalles, el resultado obtenido será marginal. Escribió San Josemaría: que el heroísmo del trabajo está en “acabar” cada tarea (cfr. Surco, n.488). Sin los resultados, todo lo que se hable de crecimiento, avance y mejora es una ilusión.

Por ello, la actitud adecuada es la lucha, tamizada por el amor (con obras, no solo deseos). Si no se logran los resultados, hemos de descubrir la causa y corregir la desviación, reforzando tanto el orden interno personal como el orden propio de la tarea.   Aunque esté uno retrasado en el avance, lo logrado cuenta: ya habrá eliminado las fantasías y errores.

Lograr los máximos resultados en la  tarea que se nos asigne. Esto requiere tomar como propia la tarea y ponerle el ingrediente de la alegría. La alegría es parte integrante del trabajo. Una persona triste, es muy probable que produzca un “triste trabajo”.

Realizar la tarea por amor –como hemos dicho- y hacerlo porque se nos pega la gana, es decir, porque uno quiere y no como algo impuesto desde fuera. Y aplicar la habilidad de concentrarse siempre.

Concentrarnos para seleccionar los elementos esenciales del trabajo; descomponer cada elemento en sus tareas claves, y convertir cada tarea, en un trabajo acabado al detalle.

Los resultados máximos provienen de anticipar qué es lo que va a resultar necesario y tenerlo preparado antes de que se vuelva necesario. Es decir: la sagacidad o prontitud para poner los medios. Esto es más que concentrarse en lo esencial de hoy: es, asegurar hoy los recursos que serán esenciales para mañana.

Siempre hay que tomar el l trabajo como un medio que nos permite perfeccionarnos y como un modo de servir a los demás, y estaremos siempre alegres cuando trabajamos. Si tenemos fe, hacerlo primero para la gloria de Dios. La alegría que produce el trabajar bien y con rectitud de intención, pone en olvido la fatiga.

LA VIRTUD Y EL TRABAJO SIEMPRE VAN DE LA MANO 2>

 

1  Para establecer y mantener excelentes relaciones con los demás, se requieren las virtudes de la veracidad, lealtad, serenidad, orden, confianza, laboriosidad, la alegría y además el buen humor.  A la vez se necesita la habilidad de trabajar con perfección.  No se da la virtud sin el trabajo una y viceversa. Esto hace a la gente feliz.

2  La habilidad se refiere al trabajo bien hecho, realizado por amor.

3  Se requiere la virtud   para amar la verdad y rechazar la mentira.

4  Es preciso ayudar al grupo para que cada persona sepa trabajar en equipo, con responsabilidad e iniciativa.

5  El grupo descubrirá el modo de trabajo conveniente y lo irá mejorando, conforme se acerca la terminación del proyecto.

6  El grupo necesita de un director para llegar a su objetivo.

7  El director necesita poseer y desarrollar especialmente las virtudes arriba mencionadas y aplicar la habilidad para que los demás mejoren también en sus actitudes de lealtad, sinceridad, laboriosidad, etc. (en el trato mutuo) y mejoren técnicamente su trabajo.

8  Es conveniente ayudar a quienes están trabajando a que sus familias (la de cada uno) permanezcan unidas con el esposo y los hijos, ya que eso influirá positivamente en el ánimo de quienes trabajan. La familia es más importante que el trabajo.

9  Recuerde que las virtudes van unidas a las habilidades. De hecho, si no hay virtud, la habilidad por si misma destruye.  Porque las virtudes sirven para hacer el bien. La virtud y la habilidad siempre necesitan ir juntas.