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SIEMPRE ALEGRES, EN LAS DIFICULTADES DEL CAMINO 2>

No pensemos en los imposibles. Ya hablaremos contra ellos a su debido tiempo.

No fabriquemos montañas gigantes en nuestra imaginación, las cuales, en la realidad son granitos de arena que superaremos muy fácilmente.

No es raro que algunas personas se hundan en la tristeza, cuando se pierde la alegría de vivir. “Una alegría compartida se transforma en doble alegría; una pena compartida en media pena” (refrán).

No nos compliquemos la vida pensando en miserias futuras. La experiencia demuestra que muchos males o problemas que pensábamos que no tenían solución: nunca ocurrieron; y toda la energía y tiempo gastados   en prepararnos para afrontar esos males, resultaron inútiles.

Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías esperando la gran felicidad” (Peter s. Buck, 1892-1973. Escritor estadounidense). Si descuidamos las pequeñas alegrías no llegaremos a la alegría grande, que es Dios.

El pesimismo es un estado de ánimo en virtud del cual el sujeto percibe todos los fenómenos que le rodean, bajo la razón de mal.

La alegría profunda, que es espiritual, proporciona a nuestras percepciones un especial brillo”. Esta alegría profunda puede ser sobrenatural, es decir, “la alegría es una virtud no distinta de la caridad, sino cierto acto y efecto suyo” (Santo Tomás).

“Dormí y soñé que la vida era alegría; desperté y vi que la vida era servicio. Serví y descubrí que en el servicio se encuentra la alegría” (Rabindranath Tagores, 1861 – 1941. Poeta y filósofo indio).

Valores propios del optimismo: alegría, fortaleza, audacia, humildad y las demás virtudes.

El pesimismo psicológico tiene como disposición psicológica o estado de ánimo: la desesperanza, soberbia, vanidad, orgullo, jactancia, tristeza.

No nos compliquemos la vida pensando en miserias pasadas: Jamás aceptar la mística de los “ojalás”: ojalá esto, ojalá lo otro. Hemos de atenernos a la realidad más inmediata y palmaria.

Es el presente el que tenemos que dominar con nuestra voluntad y lucha, con alegría auténtica. Necesitamos, por ello, atenernos a la realidad más material e inmediata, que no significa que no podamos planear el futuro, sino todo lo contrario: saber a dónde vamos.

Lo verdaderamente importante es el cumplimiento exacto del deber de cada instante, realizado por amor.

Es preciso luchar para vivir, y para conseguirlo, ser generosos para vivir la esperanza. La única forma de ser positivos es rectificando nuestra intención en todos nuestros actos. El camino: buscar a Dios –casi todos lo hacemos- en las tareas cotidianas.

La vida no es un camino insoportable que conduce sólo a la muerte. Hay una vida eterna. La muerte es solo un cambio de casa.

Vivir la alegría, resolviendo: las dificultades del camino 2>

Desechemos las ideas que nos parecen imposibles. Llegará el momento en que –cuando se nos presenten- lucharemos contra ellas, para convertirlas en viables. Tampoco fabriquemos montañas inaccesibles en nuestra imaginación cuando queramos conseguir algo valioso. Esas montañas -casi siempre- son granitos de arena, que superaremos con constancia, con más o menos dificultad, si nuestra visión de la vida es objetiva, positiva y alegre.

No nos compliquemos pensando en miserias futuras, cuando lo que pretendemos son cosas buenas.

La experiencia demuestra que muchos males o problemas sin solución: nunca ocurrieron: y toda la energía y tiempo empleada para prepararnos para tal confrontación, resultaron inútiles. La desesperanza –entre otras cosas- se puede exteriorizar en una desgana por el trabajo o en mal humor, que hemos de quitarnos para trabajar alegremente.

Consideremos el sentido positivo de que nada de lo que hacemos se pierde.  No nos compliquemos la vida pensando en miserias pasadas negativas, considerando que la experiencia futura así será: Jamás aceptar la retórica de los “ojalás”.

Quien se preocupa demasiado por el pasado cae en la mentalidad enfermiza de examinar la cadena de los pasados fracasos como algo indeseable, siendo que de ella adquirimos experiencia para hacer las cosas bien en el presente, el cual debe ser alegre. El futuro hay que construirlo trabajando con prudencia.

Hemos de atenernos a la realidad más material e inmediata, teniendo siempre presente la panorámica del futuro a largo plazo. Por ello, Lo verdaderamente importante es el cumplimiento de nuestro deber de cada instante.

Este presente es el que tenemos que dominar. Pensando, y hacerlo realidad, con nuestra voluntad y lucha, en un ambiente de alegría genuina y auténtica.

Es preciso luchar y olvidarse de sí mismo para conseguir vivir la alegría y para alcanzarla:, vivir primero la esperanza: no seamos aguafiestas, intentemos ser positivos.

Todos buscamos a Dios, no podemos cansarnos en la búsqueda.  La vida no es un camino insoportable, que conduce solo a la muerte sin sentido. La muerte es solo un cambio de casa. No es raro que se caiga en la tristeza, cuando se pierde la alegría de vivir.

La única forma de ser positivo y alegre es rectificando nuestra intención, en todos nuestros actos. El camino: buscar siempre a Dios en las tareas cotidianas.