Las personas, las que viven a nuestro rededor, no son como las cosas, no son medios, no valen por la utilidad que vemos en ellas. Las personas son, en sí mismas, fin y, por lo tanto, no son desechables.
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Las personas, las que viven a nuestro rededor, no son como las cosas, no son medios, no valen por la utilidad que vemos en ellas. Las personas son, en sí mismas, fin y, por lo tanto, no son desechables.