Tag

buscar la felicidad Archivos - Somos Hermanos

La Aunténtica Amistad (2 de 2) 2>

Un amor a las creaturas sin amor de Dios, es absurdo. Por el contrario, un amor a Dios, aborreciendo a las creaturas es también irracional Porque cada ser creado, depende en definitiva del Creador.

Dios creó al hombre a su “imagen y semejanza”, el Hijo nos redimió a cada uno. Luego existe algo por lo que el hombre merece ser amado. Se trata de preocuparse por el amigo como persona, hasta el punto de entregar su vida por ella (cfr Jn 15, 13 – 14).  La amistad se halla, pero no se encuentra hecha, puesto que se trata de una conquista, de un amor sin cálculo.

Necesitamos tener amigos, porque así nos hacemos mejores personas, tal como Dios lo quiere. Buscando la felicidad del amigo, hallamos la nuestra. En esto consiste el amor. No buscar solo mi felicidad, sino también la del otro. La amistad es compartir, y el grado de cariño depende de esto.

Por ello, los amigos son compañeros de viaje que nos ayudan a ir adelante por el camino de una vida feliz. De todos los bienes que la vida nos proporciona para alcanzar la felicidad, es la amistad el más importante.

La auténtica amistad es preciso cuidarla como si fuera un gran tesoro. Una flor puede marchitarse, el mundo puede venirse abajo. Pero la amistad verdadera no puede perderse nunca.

El amigo es el otro yo, comparte la felicidad y el dolor ajenos, pero hechos propios. Dios es feliz en sí mismo, porque no necesita de nadie. El hombre requiere de los demás para ser feliz.

El amor es exigente. Todas las formas de amor son participación de Dios (cfr.  Apoc 3, 19 – 20). Querer al amigo, es desearle que viva en el bien y en la verdad. Por ejemplo, no permitirle que prefiera lo agradable, a lo bueno.

Debemos querer a las personas como son, incluso con sus defectos, pero si los amamos en serio, desearemos que superen esos defectos y fortalezcan las virtudes, y que les ayudemos en ello. La amistad que puede desaparecer, nunca fue verdadera amistad.

Descubrirle al amigo los defectos en una conversación sincera e íntima, enfrentándole con cariño y claridad a lo que no va.. No podemos forzar a que el amigo luche, porque  –en última instancia- es  él,  el “interesado” en superarse.

El consejo enriquece la libertad: aporta nuevos elementos de juicio, que aumentan las posibilidades de opción. Es el momento de comprender: estoy para ayudar a mi amigo, sacando todo el bien posible y haciendo trizas el mal que tenga. Pero es él quien tiene que luchar.  El amor abarca la persona entera, lo bueno y lo malo.

Aunque en la amistad no se da una profunda intimidad (como la podemos tener con Dios), es en el amigo con quien se habla sinceramente y se piensa en voz alta. Cuando nuestro amigo no nos entiende en lo más decisivo (religión), llega un momento de su vida en que él se plantea esta incomunicación, y podríamos entonces ayudarle.

Pero la amistad debe salvarse, aunque no se compartan las creencias: pero éstas no pueden ignorarse. No puede cederse en los dogmas. Lo opinable son verdades parciales, los hechos admiten interpretaciones. (cfr  san Josemaría Escrivá. Camino, n. 394)

Ayudar al amigo. Pero antes se necesita una actitud de olvido de sí mismo. Pensar en el amigo, más que en las cosas.  Y si tenemos fe rezar por él. Cuando se quiere a alguien, uno se encuentra más de una vez con la mente y el corazón en él y lo que a él le interesa. P. ej: la madre, los hijos, la novia, etc.

Ayuda todos necesitamos. Cuando pensamos en los demás, podemos darnos cuenta de qué necesitan y cuáles son sus problemas. Concretar, para poder ayudar.

Vivir la vida con sentido común 2>

El éxito es una habilidad que se necesita desarrollar constantemente y que debe estar acompañado por las virtudes humanas y sobrenaturales, para hacer continuamente el bien. con unidad de propósito.

Empieza cuando queremos. Querer es hacer las cosas con una voluntariedad firme y una buena inteligencia, que no acepta nunca una negativa, y que siempre está aprendiendo a hacer las cosas mejor.

Implica estudiar y luchar cada día para alcanzar la meta. Subir cada día un escalón y no bajar ninguno. Siempre aceptar nuestros errores.  Corregirnos y actuar como si ya hubiéramos logrado nuestras metas y seguir así hacia adelante.

En buena parte es una cuestión psicológica. Por ello, implica esforzarse   en hacer crecer las virtudes, especialmente   la fortaleza y la prudencia, hasta terminar con perfección el trabajo, que requiere de un modo u otro ayudar a los demás.

Descuidar las debilidades sería fatal, pues “el hilo se rompe por el punto más delgado.”  Hay que esforzarse para convertir las debilidades en fortalezas, es decir, en hacer el bien sin desanimarse.

Hacer las cosas por servir. Ni esclavo de personalismos ni de egocentrismo, sino generosidad.  El éxito trae la tranquilidad dela cumbre, que sirve para descansar y reponer fuerzas, y seguir adelante y hacia arriba con objetivos bien claros de lo que se desea alcanzar.

Aprender a trasmitir mis conocimientos y mi experiencia al que no sabe, y podré avanzar más.  Es decir, aprender a hacer de nuestra vida un éxito, hasta que la vida termine, trasmitiendo con alegría nuestra experiencia. Afrontar cada trabajo e identificar lo esencial del mismo, realizándolo en un 100%, aspirando a la perfección del mismo (sin ser perfeccionista). Lo cual implica cuidar las cosas pequeñas y no perderse en las insignificancias o detalles no importantes.

El mundo exterior me indica el nivel que puedo alcanzar, Pero interiormente puede uno crecer siempre en las virtudes, que son las fuerzas del alma.

La habilidad para pensar de este modo, me llevará a identificar y eliminar la barrera interna y negativa, que a veces existe en uno y que frena el trabajo. Al corregir la barrera interna, desaparece la barrera externa: el” Yo no puedo”, “es que”, “pensé que” “creí que” …

El éxito no tiene fin. Lo que hasta ahora se haya logrado es ganancia, pero es ineludible terminar bien el trabajo concreto, y empezar otro -aplicando la experiencia adquirida- como si fuese poco más que un punto de partida: no como una culminación.

El éxito en la vida consiste en seguir siempre adelante, con objetivos que –mejoran nuestras virtudes y desarrollan nuestras habilidades-  y que dan un sentido positivo a todo lo que hacemos. Y que ayudan a los demás.

El éxito en la vida nos impulsa a seguir siempre adelante, pero recociendo los errores y eliminándolos con los aciertos. Recuerde que el éxito es la realización máxima de su habilidad, pero especialmente incluye el mejoramiento de las virtudes “Compórtate como si el éxito fuera inevitable” (Anónimo), aunque en buena parte depende de uno.

Hemos de tener éxito en la vida, pero siempre acompañado de la felicidad.  Lo que implica hacer continuamente el bien, por amor a los demás, y rectificar la intención haciendo las cosas principalmente por amor a Dios.

Resumiendo, se trata de hacer de la vida un éxito en todos los aspectos, y para lograrlo, estar siempre animados.