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Seamos sencillos y estaremos siempre alegres 2>

Todos deseamos estar siempre alegres, Y el secreto de esta actitud heroica, la podemos vivir si consideramos que el 90% de nuestras contrariedades suelen ser subjetivas, quizá por un excesivo amor propio. En este sentido, la imaginación es la loca de la casa.  Poner buena cara cuando el “horno no está para bollos”, requiere de una actitud sencilla, porque al mal tiempo, darle buena cara.

La actitud positiva ante Dios, es de gran ayuda para mantenernos siempre serenos y alegres.  Leamos unas breves, pero profundas consideraciones al respecto.

Sonría cuando una persona no le cae bien.

Pase por alto la indiscreción de una persona cargante.

Lleve con una sonrisa, las mil tonterías provocadas por pequeñas cositas que nos suceden cada día. Estas pequeñas cositas pueden esfumarse con buen humor.

Cuando nos topamos con una contrariedad real, hemos de tratar de disimularla, sobre todo ante aquellas personas que no nos pueden resolver el problema.

Es básico afrontar, estudiar y resolver los problemas con serenidad y valentía.

Si estamos de mal humor, contar hasta veinte: 1, 2, 3…, acabaremos riéndonos y empezaremos a intuir la paciencia y el buen humor.

Cuando lo que nos irrita tiene importancia objetiva y subjetiva, entonces es acertado quitarle importancia a lo subjetivo, dejando lo objetivo para estudiarlo y resolverlo. Las sugerencias que saquemos, al aplicarlas, nos llevan a la alegría en las contrariedades de la jornada, y así nos evitamos disgustos por nimiedades.

Para cualquier problema, conviene tener siempre presente a Dios, y escuchar las sugerencias de las personas que pueden arrojar luz, para resolver el problema. Es cierto que también existen problemas que por el momento no tienen solución. Pero nunca estar tristes por ello.

Los problemas existen para resolverlos con alegría.

Valores en el trabajo (3 de 3) algunos aspectos 2>

  1. ESPÍRITU POSITIVO
  • El espíritu positivo es una mezcla de serenidad interior, alegría, optimismo, lealtad, serenidad, caras amables y buen humor. Fomente estas siete
  • Sea sensible para lo positivo. Elimine el pesimismo, lo negativo y el derrotismo. Dele especial importancia a los aspectos positivos de la realidad.
  • Cuando no se sienta bien, sonría; cuando las cosas salen mal, ríase. No permita que su comportamiento, sea el resultado negativo de ánimo.
  • Permanecer siempre alegre, es el mejor obsequio que puede darle a los demás: sonría y mire con cariño.
  • Lo que hablamos anima o desanima. No hable de cosas negativas: críticas, quejas, lamentos, murmuraciones, etc. Motive mostrando las cosas positivas.
  • Viva la confianza como parte integral de su vida. El espíritu positivo es el resultado de confiar en Dios, en los demás y en uno mismo.
  • Vea la realidad presente con “ojos de futuro”. Recuerde que nuestros pensamientos y acciones construyen el porvenir. Así tendrá serenidad. Ahora se ríe de las “tragedias del pasado”; después se reirá de las “tragedias del ahora”.
  • No se tome demasiado en serio a sí mismo. No tome los defectos de los demás como ofensas personales.
  • No haga tragedias de cosas sin importancia. Viva gozoso.
  • Elija entre sus amistades a personas alegres, leales y serenas.
  • Tenga los pies en la tierra y el corazón en los demás y en Dios. El entusiasmo es el estado de ánimo resultante de poseer un punto de vista esperanzado de la vida.
  • No dude en imponerse retos.

 

  1. EXCELENCIA PERSONAL.
  • La excelencia comienza con un conocimiento realista de uno mismo: fortalezas y debilidades.
  • No existe excelencia gratis, sino exigencia para llegar a la excelencia.
  • No hay calidad personal, sin esfuerzo. Vencer cotidianamente la pereza y la comodidad es el inicio de la excelencia.
  • Sea salvajemente sincero con usted mismo: no confunda lo que es, con lo que le gustaría ser. Pregunte a sus amigos de confianza como le ven; esto le facilitará adquirir una buena base para su autoconocimiento.
  • La excelencia implica la repetición de acciones buenas.
  • La fuerza de voluntad se adquiere por repetición de actos que implican esfuerzo.
  • Las personas creyentes y con buen carácter también rezan mucho: no se quedan en buenos deseos. Además de acudir a Dios, hacen las cosas.
  • La agresividad hacia las personas es una manifestación de inseguridad: los miedos, los caprichos, las manías y los complejos minan la propia seguridad.
  • La envidia, la soberbia y el orgullo son autodestructores de la excelencia.
  • La excelencia personal es resultado de un mejoramiento continuo para eliminar hábitos negativos y lograr otros positivos. Es una conquista diaria.
  • La excelencia acompañada del afán de servicio (o el prestigio profesional, que puede derivarse de ello): es sencillamente hacer rendir el talento propio y de los demás.
  • Cada día se puede ser mejor.