Anunciación.-La Universidad Nacional Autónoma de México informó que el trastorno alimenticio que modifica el proceso hambre-saciedad, en el que intervienen factores genéticos y conductuales, produce una adicción a grasas y azúcares tan fuerte como al alcohol o las drogas

De acuerdo a un boletín emitido por la máxima casa de estudios, “el apetito desmedido puede presentarse de manera intermitente o perdurar durante periodos prolongados; en cualquier caso, obtener placer a través de la comida es un desorden alimenticio, relacionado con causas genéticas, psicológicas, metabólicas y sociales”.

A esto se le conoce como Polifagia, “es un trastorno de la alimentación; el individuo no tiene un control adecuado de lo que ingiere, y después de alimentarse, continúa aunque ya no tenga apetito”, explicó Rafael Álvarez Cordero, de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

Dijo que el proceso de hambre-saciedad está regulado en los niños y niñas en el momento de nacer, sin embargo, se desordena con el tiempo, por factores.

“Además, existe otro factor de carácter social que contribuye, como los productos que se comercializan, con mucha azúcar, o la promoción de raciones muy grandes, con la modalidad de “por un peso se puede obtener el doble”. Eso hace que la gente se acostumbre a comer más” indica el documento.

Agrega que la polifagia puede considerarse una enfermedad igual de adictiva que el alcoholismo o tabaquismo, y ataca al 90 por ciento de las personas con sobrepeso. “El problema se vuelve más complejo, pues una dieta alta en grasas y azúcares disminuye la actividad del núcleo de la saciedad e incrementa el apetito”.

“¿Solución?, en el momento que se sepa cómo controlar el centro del cerebro, se avanzará mucho; por ahora, la única manera es la educación, sobre todo de los padres, que obligan al niño a comer más”, finalizó.

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