
Me refiero a que para conseguir la plena madurez de la personalidad humana se requiere ser coherente o congruente con los propios principios o metas de vida.
Me refiero a que para conseguir la plena madurez de la personalidad humana se requiere ser coherente o congruente con los propios principios o metas de vida.
Es un error soñar con lo fácil porque el esfuerzo que realicemos nos viene muy bien, nos mejora, NOS HACE FUERTES, nos asegura la preparación para afrontar el porvenir.
El Papa Francisco se atreve a decir muy claramente que si no nos descubrimos hijos del mismo Dios no podremos constituir tampoco un mundo en el que nos veamos todos como verdaderos hermanos y vivir una verdadera fraternidad universal. Solo el deseo de paz, fraternidad y amor no basta para vivir todos como verdaderos hermanos.
Hay casos verdaderamente admirables de médicos, sacerdotes y enfermeras que han dado sus vidas generosamente por salvar a los pacientes.
En la famosa “Homilía del Campus” Amar al mundo apasionadamente, pronunciada por San Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei y de la Universidad de Navarra, en la Misa celebrada ahí el 8 de octubre de 1967, según nos dice Villar en su artículo, San Josemaría, habla a partir de la nueva criatura regenerada en Cristo mediante la fe y el bautismo, es decir, desde el don que procede de Dios, y no del mundo.