
Otra medida acertada que tomó Ávila Camacho fue que ya no hubiera generales que se lanzaran a la política para evitar levantamientos armados, que tanto daño causaron al país.
Otra medida acertada que tomó Ávila Camacho fue que ya no hubiera generales que se lanzaran a la política para evitar levantamientos armados, que tanto daño causaron al país.
Como directivo, el trabajo principal es hacer que ocurran las cosas, lograr resultados, en el que todo mundo salga beneficiado.
Hay que saber encontrar lo que verdaderamente relaja y anima. Porque para recuperar energías “no es no hacer nada”, sino orientar nuestra actividad hacia lo que nos sirve de provecho, o cualquier otra actividad que nos entretenga.
Psicológicamente, la alegría se considera como un sentimiento en el cual lo que penetra inmediatamente en nuestra intimidad es vivenciado como un don (ya sea una cosa, un ser, un acontecimiento). En la alegría percibimos el sentimiento de felicidad.
Distinguimos dos clases de alegría:
Externa: fisiológica, caracterial (sentimiento de jovialidad): Es una diversión pasajera, un placer momentáneo. Se exterioriza en la risa, extroversión, dinamismo físico, etc.
Profunda: espiritual, basada más en el tono vital integrador de toda la personalidad. Se manifiesta: en la sonrisa, serenidad, paz interior… Es una alegría auténtica, que penetra toda vida anímica y “proporciona a nuestras percepciones un especial brillo; muestra todo el horizonte objetivo de nuestra existencia y una nueva luz, de nuestros pensamientos y de nuestra voluntad, una particular dirección” (P. Lersch)
Cuando la naturaleza de la alegría es sobrenatural: “La alegría es una virtud no distinta de la caridad, sino cierto acto y efecto suyo” (Santo Tomás de Aquino). La alegría proviene de la unión con Dios, y es consecuencia de la filiación divina, del abandono filial. Exige como soporte una tranquila humildad. La alegría se hace más honda conforme nos entregamos al Señor.
Manifestaciones:
San Pablo describe la alegría: “Al presente me alegro; no de la tristeza que tuvisteis, sino que la tristeza los haya conducido a la penitencia: De modo que la tristeza que habéis tenido ha sido según Dios; así ningún daño os hemos causado. Puesto que la tristeza que es según Dios produce una penitencia constante para la salud; la tristeza del mundo, en cambio, produce la muerte” (2 Cor 7, 9 – 10).
Lo que distingue netamente a las dos tristezas es el amor a Jesucristo, que se vive en la primera y se abandona en la segunda.
La alegría verdadera, íntima, connatural es la que nace en el hombre al descubrir la voluntad de Dios en los acontecimientos grandes o pequeños y de reconocer a Dios en los acontecimientos de cada día.
¡Cuántas personas hay que no se conocen a sí mismas y que no son capaces de prever sus posibles crisis emocionales!. Me refiero al caso de algunas mujeres que muchas veces, al llegar la edad de la menopausia tienen un cambio hormonal.