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Gabriel Martínez Navarrete

NECESITAMOS ESTAR ABIERTOS A LA VIDA 2>

 

“La contracepción evita el aborto” y la “contracepción favorece el aborto” son dos argumentos –entre otros muchos- que continuamente se leen o se escuchan, y que significan casi lo mismo, porque las píldoras anticonceptivas son prácticamente abortivas.

Constantemente, el significado profundo de la maternidad, piedra de toque de toda nación vigorosamente sana, implica no usar medios artificiales y estar abierto a la vida. Es Dios quien es dueño de la vida.

Resulta oportuno hablar de esa “hora difícil”, en la cual la mujer adquiere la gran dignidad de ser madre:   “…y le llegó el día del alumbramiento” canta el adagio popular, cuando nace el niño. Hay muchas madres que dan a luz sin dolor, gracias a la ciencia médica; pero de ordinario el niño nace llorando, tal vez con sufrimiento, porque el dolor es parte integrante de la vida.

En circunstancias raras pero difíciles el parto implica un holocausto, de modo que provoca que nos inclinemos, reverentes, ante la madre:   no sin razón “ser mamá es ser mártir”, dice un refrán italiano. Mientras el niño abre los ojos a la vida, la madre los cierra para siempre, es decir muere.

La progenitora, al recibir a su vástago acabado de nacer, da testimonio al mundo de su amor a la vida y de sacrificio generoso por el hijo. Las molestias –y quizás hasta peligros serios contra la salud física de la madre- durante la gestación se transforman rápidamente en gozo; ya que nada se olvida tan pronto como los padecimientos anteriores al alumbramiento.

Si por alguna circunstancia no se quiere o no se pueden tener hijos, es mejor optar por la castidad.

Actualmente casi todas las mujeres se internan en una clínica cuando notan los síntomas de dar a luz. No quiere decir que lo hagan por enfermedad, pues se trata de un suceso totalmente natural, donde suele brotar una vida nueva: signo de la victoria del amor conyugal. Si el parto se realiza con la debida precaución, carece de todo peligro.

El vástago al nacer, da sus primeros pasos en los brazos de su madre, en la más profunda intimidad con ella. Por eso, una mujer que se digne de apreciar la maternidad, al abrazar a su hijo recién nacido, le parecerá que ha llegado el momento que tanto ha anhelado durante toda su vida.

En ninguna parte –más que en la familia- se fusionan tanto el dolor y la alegría, que permite cerrar el círculo sagrado de padre, madre e hijos. Es este un gozo que marca la cumbre de la alegría humana.

La misma Eva, después de verse expulsada del paraíso, reprobada y desechada, exclamó al dar a luz su primer hijo: “He alcanzado de Dios un varón. El nacimiento del niño trae consigo grandes dones; no son oro y plata, sino el lazo de unión, más valioso que una montaña de piedras preciosas: La nueva criatura enciende en fuego vivo el amor de los esposos, proporcionándoles un fin, una meta en la vida.

Al tener un hijo, los padres –quizá hasta entonces un poco insensatos- cobran conciencia de la responsabilidad de su misión y advierten el sentido positivo de su vida.

El nacimiento de un niño, hace rico y feliz al padre, quien se siente impulsado a trabajar, con alegría las duras jornadas en la oficina, en la fábrica o en el campo. El suceso cura las rebeldías y transforma a los padres en personas que aceptan generosamente su situación ante la vida.

El recién venido a la vida es fuente de gozo; con sus manecitas y balbuceos, puede aniquilar –sin ser notado, las rencillas que existían entre los familiares. Incluso los abuelos de ánimo irritable se enternecen al jugar con el nieto.

El nacimiento de un niño ha significado mucho en la historia de los pueblos. Por ejemplo, cuando en 1938 vino al mundo la heredera del trono de Holanda, todo el imperio vibró de entusiasmo. El emperador Napoleón III, al nacer su hijo primogénito, regaló un millón de francos para fines benéficos.

Son numerosos los padres que externan su alegría, al tener un hijo: reparten regalos a los necesitados y dulces a los conocidos, tomando ocasión del suceso, el cual es acogido con gozo por muchas otras personas.

El lugar del nacimiento suele considerarse como un sitio sagrado. Así, por ejemplo: respecto a los santos, las habitaciones donde ellos nacieron, a menudo se han construido ahí capillas.  Con relación a los héroes, se acostumbra colocar –con el nombre y fecha- el sitio donde vieron por primera vez la luz.

Podríamos llenar un disco duro, resaltando las realidades insospechadas de la maternidad, pero pienso que siempre nos quedaríamos cortos.

ALGUNOS DERECHOS HUMANOS Y DIGNIDAD DEL HOMBRE 2>

San Juan Pablo II, en el Discurso que pronunció el 2-X-|979, a la XXXIV Asamblea General de la ONU, menciona algunos derechos humanos inalienables del hombre.  Estos derechos son actuales y se refieren al hombre en su plena dimensión humana.

Son derechos que siempre han existido y no tienen carácter temporal. Por lo tanto, deben vivirse en todos los países.

Algunos de los derechos inalienables del hombre, según san Juan Pablo II, son:

  1  El derecho a la vida

  2   A la libertad

  3  A la seguridad de la persona

  4  A los alimentos

  5  Al vestido

  6  A la vivienda

  7  A la salud

  8  Al descanso y al ocio

  9  A la libertad de expresión

  10  A la educación y a la cultura

  11  A la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión

  12  A manifestar la propia religión, individualmente o en común, tanto en privado como en público

  13  A elegir el estado de vida

  14  A fundar una familia

 15   A gozar de todas las condiciones mesarías para la vida familiar

  16  El derecho a la propiedad

  17  El derecho al trabajo y a sus condiciones equitativas

  18  El derecho a un salario justo

  19  El derecho de reunión y asociación

  20  El derecho a la libertad de movimiento y a la emigración interna y externa

  21  El derecho a la nacionalidad y a la residencia

  22  El derecho a la participación política

  23  El derecho a participar en la libre elección del sistema político del pueblo al que se pertenece

Este conjunto de los derechos de los hombres, corresponde al núcleo de la dignidad del ser humano, entendido este integralmente, y no reducido a una sola dimensión de la realidad. Es necesario que se vivan en todas partes.

Todo lo que realicemos a favor de estos derechos, va a mejorar la vida y facilitará la felicidad de las personas, y se evitarán conflictos que dañan la convivencia humana.  Preguntémonos, si tales derechos se viven en nuestro país y actuemos en consecuencia para que sean una realidad.

Alegría y Felicidad 2>

Somos directamente responsables de nuestra vida, y en gran parte de todo aquello que nos rodea. la familia, el trabajo, los amigos.   Ninguno de nuestros actos es un hecho aislado.

Necesitamos preguntemos: ¿quién soy? ¿cuál es mi fin? ¿dónde me encuentro ahora? ¿hacia dónde quiero ir? ¿qué debo hacer para alcanzar mi meta? En definitiva, lo que todos buscamos es la felicidad. Y pocas las que trabajan objetiva y certeramente para alcanzarla.

Es más, debemos estar relativamente felices, si nuestro camino vital es acertado, porque la felicidad relativa la encontraremos solo en la esta vida. La felicidad completa cuando gocemos enteramente de Dios.

En la vida actual, llevemos a la práctica un plan de vida que nos marque el camino para administrar nuestra vida personal, en aspectos: espiritual, familiar, profesional, social y económico.

La riqueza, la fama y el poder son solo herramientas que pueden ayudar o perjudicar, dependiendo de nuestro propósito vital: ayudar a los demás, olvidado de uno mismo.

Enfoquemos el futuro con una visión clara de lo que deseamos lograr: la misión que dignifique lo que pretendemos. Indudablemente están incluidas la visión y la misión –que son indesligables, y están incluidas dentro de la vocación. Esa llamada que nos hace el Ser Supremo, para que cada uno vayamos por determinado carril, cumpliendo nuestra misión, en esta vida.

Sin compararnos con nadie, cada uno somos únicos e irrepetibles.

Trabajemos en el conocimiento de nosotros mismos, y así podremos conocer a los demás, en cuanto a sus capacidades y aptitudes, como seres humanos que han sido creados   a imagen y semejanza de Dios. Por ello tenemos una altísima dignidad.

Elementos vitales para el desarrollo personal

Virtudes:

Fe: Tal como sea nuestra fe, es lo que lograremos. Necesitamos tener una fe gigante, para lograr cosas grandes. Debe ser una fe anclada en la realidad.

Esperanza: Es la certeza de que lograremos alcanzar aquello que nos proponemos. Es enemiga del desaliento y de la tristeza.

Amor: Es querer -con obras- el bien del otro.

Mejorar las virtudes cardinales: prudencia, fortaleza, templanza y justicia. Hemos de acompañar estas virtudes con el amor, porque la justicia a secas, puede dejar heridas emocionalmente a las personas.

Alegría: Es tan importante, que sin ella no podemos hacer nada. Una persona triste es una triste persona. La alegría habla de plenitud, de generosidad, de la capacidad de darse a los demás.

“La alegría que debes tener no es esa que podríamos llamar fisiológica, de animal sano, sino otra sobrenatural, que procede de abandonar todo y abandonarte en los brazos de nuestro Padre-Dios” (san Josemaría Escrivá de Balaguer, 1902 -1975).

“Dormí y soñé que la vida era alegría; desperté y vi que la vida era servicio. Serví y descubrí que en el servicio se encuentra la alegría” (Rabindranath Tagore, 1861 – 1941).

Optimismo: el primer acto de optimismo consiste en enfrentarse a la realidad y ver en ella la visión de lo que pretendemos lograr, con la confianza de que lo lograremos.

No importan las dificultades, estas se superan con inteligencia y constancia.

Habilidades:

Actitud mental positiva: Significa decir “sí” a la vida. A todo lo negativo, cortarle su fuente de abastecimiento.

Creatividad: abrirse a todas las posibilidades que impliquen una mejoría.

Entusiasmo: emprender acciones con energía, atención, intensidad y concentración.

Buena administración del tiempo: cuidar el presente, sabiendo que lo que hacemos hoy, será lo que tendremos en el futuro. “Haz lo que debes, y permanece en lo que haces”, es la clave.

Método:

Puede ayudarnos utilizar el conocido Ciclo de Calidad: planear, hacer, verificar y ajustar.  Con el amor, como motivación constante:

Crecer en excelencia puede expresar un incremento en mi felicidad, sobre todo porque soy directamente responsable de mi vida, la cual adquiere significado en la medida en que soy fiel a mi misión, que siempre incluye el ayudar al prójimo en forma tan importante como ayudarme a mí mismo, y hacerlo por amor a Dios.

DOCE ACTITUDES ACERTADAS DE UN DIRECTIVO 2>

 

1. Programe y ahorre su tiempo. No lo malgaste en charlatanerías o tonteras. Su tiempo es un tesoro y es irrepetible.

 

2. Tenga un gran respeto por la dignidad de los demás. Trátelos como desearía usted ser tratado.

 

3. Guarde un equilibrio entre los derechos y los deberes de la empresa y los derechos  e intereses  de las personas que tienen alguna relación con ésta.

 

4. Haga planes para el futuro. No sacrifique los éxitos del porvenir por querer tener triunfos ya inmediatos. La precipitación es señal de debilidad.

 

5. No concentre funciones. Asuma al riesgo de delegarlas en personas confiables y capaces. Quien centraliza, empequeñece a los otros y también a él mismo.

 

6. Que progrese su empresa, pero que progrese también su personal. Esmérese en que lo  promuevan porque quizá es usted  todavía  capaz. Continúe estudiando y creciendo.

 

7. Procure estar al día en los conocimientos de su especialidad. Lea, infórmese. No pensar es retroceder.

 

8. No desprecie lo seguro y lo cierto, por andar tras lo inseguro.

 

9. Sueñe, experimente, pero no deje los caminos que ya le dieron resultados, por irse por atajos que pueden llevarlo al precipicio.

 

10. Rechace de plano todo lo que vaya contra la ley moral y el sentido común, aunque vayan en aparente beneficio de su empresa, y aunque al rechazarlos, le pueda costar su puesto. Esto es definitivo para el desarrollo de su personalidad y para el crecimiento de su futuro. Aunque le parezca, que está haciendo una tontería.

 

11. No crea que lo único importante es su empresa  o negocio. Hay también valores más importantes como la familia y los genuinos amigos. Sea humano, muy humano.

 

12. Esté alegre, siempre alegre.

La Familia es lo primero: Es necesario revertir lo funesto del divorcio y del aborto 2>

Si deseamos de veras impedir que en el futuro la despenalización del aborto se extienda como plaga en las legislaciones de los Estados que todavía no se han blindado contra este mal, debemos incluir en cada código civil la alternativa del matrimonio indisoluble de una con uno y viceversa.

Está comprobado que socialmente es mucho más destructiva la legalización del divorcio que la del aborto.  Debido a que el divorcio destruye, en su raíz, a la célula familiar, fundamento de toda sociedad. Con esto no quiero decir que el aborto no sea un infanticidio ni que moralmente sea menos grave que el divorcio.

No nos hagamos tontos: científicamente la vida del ser humano se inicia en el momento de la concepción –que es la etapa inicial del desarrollo de la persona-. Esto es un hecho, por más razonadas sinrazones que se arguyan al respecto.  El ser humano es persona desde el momento de su concepción.

La experiencia recogida en muchas naciones, señala que el divorcio conduce, con el tiempo, a despenalizar el aborto y a una sucesión de legalizaciones que destruyen al ser humano: la droga, la eutanasia, la homosexualidad, etcétera. Un caso cercano lo tenemos en Estados Unidos, se legaliza el divorcio y pocos años después se despenaliza el aborto.

Y es que el hecho mismo de tener abierta la posibilidad legal del divorcio, destruye el modelo mismo del matrimonio y da pauta para abrir la puerta al aborto –lo que ya está ocurriendo en nuestro país-.  Detrás de toda legislación divorcista, siempre yace una idea errónea del significado profundo del pacto matrimonial, en virtud del cual dos personas se casan, prometiéndose mutua lealtad, gracias a un amor que determina que ese matrimonio es sólo con uno y con una, y hasta el final de la vida Y la naturaleza de este es la unidad e indisolubilidad.

Hoy, el divorcio ha perdido el carácter de fracaso o dolencia exclusiva que tuvo en un principio, y ha pasado a adquirir proporciones de epidemia.  También, hoy, parece que el aborto está pasando del carácter de delito exclusivo, al carácter de abundancia de casos lastimosos, y aún más: jurídicamente se le está elevando a derecho de la mujer.

Por decreto, de un día a otro, en el aborto se pasa a considerar como “basura” al bebé en gestación, despojándolo de su derecho inviolable a la vida. Es decir: “ayer soy un humano y al día siguiente no soy nada. Cuando lo he sido desde el momento de la concepción. Los argumentos son tan peregrinos y antijurídicos como se hizo para justificar el divorcio.

Se quieren modificar los principios jurídicos con el fin de solucionar casos aislados de mujeres rotas por el aborto, olvidando que como sucedió con el divorcio: el elevarlo a rango de ley, equivalió, en la práctica, a potenciar su efecto maléfico y multiplicador.

Las personas sensatas afirman que, en el mejor de los casos, el divorcio y el aborto son fracasos, cuya causa interesa más eliminar que intensificar sus efectos. Desgraciadamente, estos asuntos problemas tan importantes, se trataron muy poco durante la campaña para elegir presidente.

La ley aprobatoria del divorcio sugiere que el modelo de matrimonio uno e indisoluble, es una idea que debe quedar enterrada en el pasado, y que es necesario abrirse a nuevas ideas y formas de vida como signos de progreso y de conquista. Al respecto, pienso que se debe distinguir entre progreso técnico y científico, y progreso humano. En el primero, el crecimiento es muy posiblemente irreversible; a diferencia del progreso humano: moral, civil, social y psicológico, que puede sufrir retrocesos porque es efecto de la voluntad.

Así, por ejemplo, cuando se permite el divorcio, se reduce a tal grado el concepto de matrimonio, que se le ve como una mera unión pasajera, muy semejante a la función fisiológica de los animales.  Algo semejante sucede con el aborto, cuando a ese ser indefenso se le considera como un intruso en el vientre de la madre.  Quizá sea esta una de las razones que explique la actitud antihumana de favorecer el aborto.

Por eso, la manera más segura de eliminar el aborto y el divorcio, consiste en proteger a la familia, mediante leyes que protejan la unidad e indisolubilidad del matrimonio, y la vida del niño no nacido.

No sin razón, desde tiempos inmemoriales, se ha considerado al matrimonio como el primer vínculo de la sociedad; el siguiente, los hijos, y después la familia.

En el plan de Dios, el hombre y la mujer están hechos “el uno para el otro”: No que Dios los haya hecho “a medias” e “incompletos”; los ha creado para una comunión de personas. Esos que promueven el divorcio y el aborto están como el burro que tocó la flauta. Es cierto, la verdad no peca, pero incomoda. Es necesarísimo corregir estos errores.