Es necesaria una labor personal y de cada familia: VALOR Y MOTIVOS DE LA CASTIDAD

1 noviembre, 2022

Autor: Gabriel Martínez Navarrete

La castidad es un requisito para la amistad y la intimidad con Dios, y si se viven hacen posible –entre otras virtudes- ese trato con Dios. Ciertamente la castidad no es la primera ni la más importante de todas las virtudes, pues la caridad es la más importante.

La castidad es necesaria para una verdadera vida espiritual, plena y apostólica. Dios es espíritu, y a mayor espiritualización, corresponde una mayor intimidad con Él. “bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (san Mateo), y serán felices.

Es una virtud específicamente humana: los ángeles son espíritus puros. El hombre formado de alma y cuerpo, ha de encauzar el desorden de la carne. La castidad da optimismo, alegría y fortaleza para hacer las cosas según la voluntad de Dios.

Son conocidos los obstáculos que la lujuria –vicio opuesto a la castidad- origina: “la ceguera de espíritu, la inconsideración, la precipitación, la inconstancia, el egoísmo, el odio a Dios, el apegamiento a este mundo, el disgusto hacia el mundo futuro” (san Gregorio).

Graves consecuencias que tiene la lujuria: “Donde no hay amor de Dios, reina la concupiscencia” (san Agustín). La continencia nos lleva a Dios.. “Hay quien trae hijos al mundo para su industria, para su servicio, para su egoísmo… Y no se acuerdan de que son un don maravilloso del Señor, del que tendrán que dar especialísima cuenta.

Traer hijos, sólo para continuar la especie, también lo saben hacer –no te enfades- los animales” (san Josemaría Escrivá de Balaguer).

La castidad puede apoyarse en motivos meramente humanos: la observancia de la ley natural; el respeto a la dignidad humana, a sí mismo y al prójimo, que nunca puede ser tratada como una cosa, que es lo que hace el lujurioso.

El orden de la vida social, la fidelidad a otra persona, la necesidad de tener sujeta la carne al espíritu, las ventajas que se siguen para la vida familiar o para la salud, etc. Pero esto no sería castidad, sino continencia.

“Que nadie piense que ha adquirido la castidad a base de su trabajo personal. Nadie puede vencer la inclinación de la naturaleza (caída); y por eso cuando la naturaleza ha sido vencida, hemos de reconocer que ha habido una intervención de Aquel que está por encima de ella” (san Juan Clímaco).

Por eso, la castidad ha de fundarse sobre todo en el amor a Dios y en el respeto del cuerpo.

Por ejemplo, entre tantos frentes que se oponen a la santidad, la pornografía –que inunda los medios de comunicación-, sería casi liquidada. En parte, por esto, es necesario la formación y el crecimiento en la castidad, que tendría que ser especialmente una labor personal y de cada familia.

 

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