Bien común

El bien común ante los estragos de la pandemia

7 octubre, 2020

Por: Ana Teresa López de Llergo

Hay que reconocer la solidaridad que surgió de manera espontánea en la sociedad civil al organizar entregas de comidas a personas desempleadas. También hubo instituciones como Caritas que también lo hicieron. Pero se requiere mucho más para lograr una vida digna para todos. Hay problemas de vivienda, de acceso a la salud y muchos otros que se volvieron insostenibles en la cuarentena, pero que requerirán un proyecto integral de promoción humana que es necesario organizar. Esta es la manera de garantizar el bien común para todos.

Los pronósticos del aumento de la pobreza son muy grandes. El modo adecuado de resolver este problema está en la promoción de fuentes de trabajo, con remuneración justa. Y coordinar estas actividades laborales con la atención a la familia, especialmente a los niños, a los enfermos y a los ancianos. El sistema gubernamental ha de considerar estos aspectos, parte del bien común, y poner medidas para que se lleven a cabo.

Especial atención se ha de poner en los nuevos pobres. Eran de clase media hasta hace poco, muchos de ellos profesionales y pequeños empresarios que de golpe perdieron todo. Tienen preparación, iniciativa y experiencia, requieren con urgencia una ayuda para beneficio del desarrollo del país, porque son personas que han demostrado su capacidad y no se pueden perder.

En un contexto tan grave, no podemos permitir que los gobernantes beneficien a unos pocos. Las luchas de poder no son admisibles, es necesaria la mejora de todos los sectores porque unos y otros son necesarios. A todos los niveles: nacional, gubernamental o provincial, la equidad debe practicarse. En todos los niveles hacen falta ayudas e incentivos. Es necesario pensar en el bien común y no en el partidismo o en las ideologías. Las urgencias interpelan.

Las deficiencias en el sector de salud y en el de la educación han quedado patentes, sobre todo en zonas donde siguen teniendo casi nula infraestructura. Hasta esos lugares deben llegar instituciones que resuelvan los problemas latentes que ahora han explotado. Urge desterrar la desnutrición, las enfermedades y la ignorancia.

 

 

 

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