
Todos hemos venido a esta tierra para encontrar una misión, no hay persona que no la tenga. Y cuando estamos frente a una persona a la que estamos dispuestos a amar por el resto de nuestras vidas, la consigna es para ayudarse y darse mutuamente.
Todos hemos venido a esta tierra para encontrar una misión, no hay persona que no la tenga. Y cuando estamos frente a una persona a la que estamos dispuestos a amar por el resto de nuestras vidas, la consigna es para ayudarse y darse mutuamente.
Ambas acciones deben ser llevadas a cabo protagónica y principalmente en el hogar. EDUCAR abarca reglas de cortesía y urbanidad: “saluda a tus abuelos”, “no subas los codos a la mesa”, “da las gracias”… etc. FORMAR va mucho más allá: nos adentramos como padres en la educación del alma, de la conciencia, del corazón de nuestros hijos. Es educar en la libertad, en la autonomía, en la vida de piedad, en los buenos hábitos para que estos se conviertan en virtudes.