TECHO construyó viviendas emergentes para los más vulnerables

14 diciembre, 2020
Eugenia Islas Arroyo 

TECHO es una asociación que promueve la sinergia entre voluntarias y voluntarios, así como con las y los pobladores de la comunidad de Jardines de San Juan en San Miguel Ajusco, pueblo originario de la Alcaldía Tlalpan a las afueras de la Ciudad de México. 

La emergencia sanitaria provocada por la pandemia ha complicado las labores de esta organización. Pese a ello, las edificaciones de las viviendas emergentes, las instalaciones de captadores de agua pluvial y baños secos han podido continuar a menor escala para que familias beneficiarias culminen el año en asentamientos humanos dignos. 

El pasado 5 de diciembre el mundo reconoció el valioso trabajo que significa el voluntariado para el desarrollo social de las poblaciones, esfuerzo que se ve materializado en las más de 100 edificaciones que TECHO ha impulsado a construir comunitariamente en Jardines de San Juan desde 2017. El seguimiento del impacto social se evalúa a través de programas de incidencia en temas de educación, salud, capacidad de organización, participación vecinal, así como el desarrollo de la identidad comunitaria al impulsar la consolidación de comunidades auto gestivas. 

Latinoamérica, la región más urbanizada y desigual del planeta

“Aquí vivimos tres familias, somos muchas personas y la verdad es que no cabemos”, aseguró Alejandra Hernández, ama de casa y madre de dos hijos, quien desde hace cinco años llegó a la comunidad de Jardines de San Juan en búsqueda de mejores oportunidades que en el estado de Hidalgo no encontró. “Mi vecina Fabiola nos contó del proyecto de las casitas, entonces mi hermana Elizabeth, que vive en un cuartito muy pequeño junto con su hija y es madre soltera, se acercó al Centro Comunitario a preguntar”, informó Alejandra.   

De acuerdo con los informes que TECHO ha realizado en los 19 países latinoamericanos en donde tiene presencia, 104 millones de personas viven en asentamientos irregulares en situación de pobreza, siendo así Latinoamérica la región más urbanizada y desigual del planeta. Los grupos de personas que yacen en este tipo de espacios, en donde no hay un acceso a servicios básicos como: agua corriente, electricidad, drenaje o vivienda digna se mantienen al margen de una desigual realidad que la urbanización pretende desdibujar, por lo que al hacerlos invisibles se les relega a contextos de marginalización en los que resulta muy complejo subsistir por sus propios medios. 

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“La pandemia ha hecho que todo sea más difícil, soy madre soltera de una niña de 11 años y trabajo como enfermera cuidando a una adulta mayor en su casa”, comentó Elizabeth Hernández de 29 años, quien resultó ser beneficiaria con una de las viviendas emergentes construidas el fin de semana. “Cuando las clases comenzaron a ser en línea me iba con mi hija y mi celular a los postes de C5 que dan internet, hacía mucho frío y me preocupé que fuera a enfermarse; cuando esto se vino por más tiempo tuvimos forzosamente que contratar internet para las clases de nuestros hijos. Estar al pendiente de las labores del hogar, de las clases de mi hija y el salir a trabajar ha vuelto todo más pesado”, remató.

Al finalizar los tres días de construcción en los que tanto, Elizabeth como el resto de los 10 miembros de su familia con quienes vive sumaron para levantar la casa de la mano de voluntarias y voluntarios que TECHO convocó se sentía muy contenta. “La verdad yo me siento bien contenta, en mi cuarto sólo tengo una camita individual en donde duermo con mi hija y un ropero, es lo único que entra. ¡Ya me vi con nuestra cena de navidad en la nueva casa!”, señaló satisfecha. 

Voluntariado, el privilegio de servir a la vida

El Che Guevara escribió: “El trabajo voluntario es una escuela creadora de conciencia, es el esfuerzo realizado por la sociedad y para la sociedad como un aporte individual y colectivo”. 

Eso es lo que hace Don Salomón González Salinas, un sabio de la construcción quien es voluntario de TECHO desde 2017, cuando la organización se acercó a las familias de Jardines de San Juan a partir del sismo del 19 de septiembre de ese año. Una de las viviendas emergentes que fueron construidas esa vez fue para don Salomón, pues la casa de lámina en la que él vivía corría el riesgo de desplomarse. 

“Desde niño no tuve nada. En la comunidad de Querétaro donde nací no sabíamos lo que era un doctor, no había escuelas, lo poquito que sé de números lo aprendí trabajando en la albañilería, plomería, pintura, electricidad o trabajitos que he ido haciendo sobre la marcha. Por eso quise que mis hijos estudiaran, para que ellos sí supieran leer y escribir, los cuatro estudiaron hasta la carrera”, aseguró el líder comunitario, quien suma más de 100 casas construidas como voluntario y otras tantas más antes de coincidir con TECHO por su trabajo como albañil a lo largo de sus 59 años de vida.

A través del fomento al voluntariado, TECHO facilita una sinergia social capaz de fortalecer la resiliencia comunitaria entre las necesidades de las poblaciones que atiende y las y los voluntarios latinoamericanos. “Me siento muy bien al poder ayudar a las familias que no tienen nada, yo he estado así, sé lo que se siente y también necesité de esa ayuda. Me da mucho gusto que TECHO haya llegado aquí, mientras pueda ayudar continuaré como voluntario”, remató.

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En América Latina, el trabajo voluntario representa a 13.3 millones de personas trabajando tiempo completo que, de acuerdo con estudios del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) respecto a organizaciones sin fines de lucro en 2016 México alcanzó 1 millón 979 mil personas realizando acciones voluntarias, de las cuales 48.7% fueron mujeres y el 51.3% hombres interesados en impulsar nuevos estadíos en las forma de vida de otros al pasar de la sumisión a un proceso de reactivación mediante el trabajo colectivo.

TECHO en tiempos de pandemia impulsa el voluntariado con conciencia de clase

A lo largo de los más de 20 años de experiencia que suma TECHO, resulta imprescindible el involucramiento de toda la sociedad en su conjunto para formar sociedades unidas mediante la inclusión y empatía en México y el mundo. El impacto social que deviene de la dignificación de los asentamientos humanos como una estrategia capaz de combatir la desigualdad se traduce en la prevención de problemáticas más específicas como pobreza, delincuencia, violencia intrafamiliar, etc.

“Un país y un mundo en crisis económica siempre dejará en último momento acciones de este tipo, claramente se vuelve una prioridad para las empresas sobrevivir financieramente antes que realizar donaciones a través de sus programas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE)”, señaló Juan Pablo Chávez Navarro, quien está a cargo de la dirección regional de TECHO en CDMX y el Estado de México. “La crisis económica que viene de la mano con la pandemia ha significado una reducción importante de nuestro trabajo”, apuntó.

“Tocó reinventarnos al lanzar proyectos de voluntariado virtual de seguimientos a las actividades con vecinas y vecinos a distancia en proyectos de educación, salud y comunicación”, aseguró Juan Pablo. “La experiencia en comunidad es mucho más tangible y formativa que cualquier actividad que podamos hacer virtualmente, siempre ha sido un elemento sensibilizador del trabajo de TECHO. Ahora el reto es mantener viva esa conexión, somos una organización que suele construir mucha identidad de grupo y se vuelve difícil vincularse al no verse y no encontrarse”, declaró el director regional. 

Al inicio de la pandemia TECHO ajustó sus actividades en campo por los riesgos que implicaba el convocar a 200 voluntarias y voluntarios para acudir a comunidades que se encontraban alejadas incluso de contagios. La solución fue incentivar aún más la participación de la propia comunidad, las y los vecinos se convirtieron en quienes instalaban sistemas captadores de agua pluvial, lo cual fue un acierto que arrojó resultados interesantes. 

En cuanto a la conciencia de clase presente en las y los profesionales de la construcción en México, Juan Pablo apuntó que “En la academia de Arquitectura nos forman bajo un esquema de éxito muy limitado para aspirar a ser el Arquitecto que hace los edificios más hermosos y grandes, el rascacielos más alto y viviendas para la población más rica de nuestro país lo cual representa el 2% de las personas”. 

Al entender que cualquier profesión nace de darse a sí mismo a los demás, señala que “Siento que como gremio estamos perdidos buscando hacia otro lado cuando hay mucho en qué trabajar y preocuparse: tendríamos que estar pensando en cómo garantizar la calidad del espacio y el acceso a la vivienda relacionando nuestras habilidades para tener un impacto en la población más vulnerable”, finalizó.

De acuerdo con la filosofía que guía las acciones de TECHO, el problema prioritario en Latinoamérica refiere a la desigualdad. De acuerdo con la medición de pobreza en 2018 por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval): dos de cada cinco personas son pobres, dos más viven la vulnerabilidad de serlo debido a sus bajos ingresos, mientras que solamente una no es ni pobre ni vulnerable. Se registraron 52.4 millones de personas en condición de pobreza y 9.3 millones de ellas en pobreza extrema, situación que se intensificará debido a las circunstancias económicas desprendidas de la pandemia.

Es a partir de una clara conciencia de clase y una voluntad inquebrantable que más personas podrán visualizar al voluntariado como una actividad normalizada en su día a día, pues es necesario para entretejer sociedades verdaderamente humanas. 

Techo México AC. Página web: www.techo.org Facebook: @TECHO.org Twitter: @Techo

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