Pobres pero honrados

11 febrero, 2019

Por: Ana Teresa López de Llergo

Muchos mexicanos hemos tenido la fortuna de escuchar en personas cercanas la siguiente afirmación: “pobres pero honrados”. Y provocaban en sus interlocutores  admiración, respeto y deseos de seguir su ejemplo. Pero para poder ocasionar nosotros esa respuesta tenemos que darnos cuenta que no se trata de cualquier tipo de pobreza, y tener muy claro en qué consiste la honradez.

La pobreza cuando es una actitud interior ante los bienes que se pueden tener es una virtud siempre que se busquen esos bienes de un modo adecuado. Y adecuado es tener lo necesario, sin dejarse llevar por el deseo desmedido de poseer más. Cuando no se controla el deseo de tener más y más se cae en el vicio de la avaricia, que es  lo opuesto a la pobreza. Esta actitud es digna de admiración.

También se puede hablar de pobreza provocada por la injusticia de otras personas porque no pagan el salario justo, porque se aprovechan de la ignorancia de los trabajadores y los explotan, o porque hay personas que roban los bienes ajenos y no son capaces de rectificar y restituir. Cuando alguien sufre de este estado de pobreza y busca que se le haga justicia sin buscar revancha robando a otros, también es digno de admiración.

En estos dos casos también hay honradez. Porque la honradez consiste en saber lo que vale el propio trabajo, no se sobre valora ni se infravalora. También se tiene claro  el compromiso adquirido en el contrato de trabajo. La persona es consciente del servicio que dará, lo acepta y lo realiza cabalmente. También acepta el salario convenido.

Pero hay una pobreza mala. Ésta se da cuando alguien se aprovecha del buen corazón de los demás. Pudiendo trabajar no lo hace, busca causar lástima y exagera sus padecimientos y se dedica a localizar instituciones de asistencia para captar ayuda. En esta actitud también hay deshonestidad porque la persona no quiere aplicar su capacidad y simula impotencia. Hay pereza.

Por lo tanto, los miembros de la sociedad hemos de cuidar la sobriedad en el uso de los bienes y ayudarnos mutuamente. Hemos de evitar dejarnos llevar por el deseo de poseer desmedido. También hemos de ayudar a salir de la pereza a quienes caen en esta actitud y desenmascarar a quienes fomenten esta pobreza perezosa con tal de tener admiradores o de crear dependencias.

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