La Esperanza del Cristiano

12 diciembre, 2018

Por: Ana Teresa López De Llergo

Ya  estamos casi a la mitad del tiempo de Adviento. En la Iglesia católica hay dos grandes fiestas que se preparan con varias semanas de anticipación. Una de esas temporadas la estamos viviendo ahora, prepara la conmemoración de la fiesta del Nacimiento del Niño Dios. Es el misterio de todo un Dios que se hace pequeño y quiere desarrollarse y vivir como todos los demás seres humanos.

El Adviento tiene cuatro domingos y muchas veces son escasas cuatro semanas. La otra temporada es la Cuaresma y sí consta de un tiempo concreto donde se contemplan los últimos días que Dios Hombre pasó en la Tierra para volver a hacernos amigos de Dios. Da la vida para rescatarnos del pecado, de la mala conducta. Pero da la vida de un modo cruentísimo, para pagar por los pecados de todos los seres humanos. No escatima ningún sufrimiento.

Pero volvamos al tiempo de Adviento, el nacimiento de un bebé que no es cualquier criatura porque el final de su historia en la Tierra ya la contamos. Nace en una familia como cualquier otra familia. Integrada por un padre y por una madre. Para que veamos la importancia de esa institución, querida por Dios para que cada persona tenga un ambiente digno y se desarrolle bien.

El Adviento es un tiempo para recordar la espera del pueblo judío. Esperan al Mesías, al prometido en las Sagradas Escrituras, que vendría a salvarlos. Pero la historia no termina en ese pueblo, porque a través de tal pueblo nos salva a todos, los que aceptemos que nos salve. Es Mesías llamado Jesús, Dios con nosotros nos deja el recuerdo, el ejemplo y la ayuda de su familia.

La madre, María es una mujer extraordinaria porque vive lo acostumbrado en su pueblo de manera natural, sin deseos de llamar la atención, sin proclamar lo que le ha acontecido. Ella conoce la misión para la que Dios la destina, y la acepta y la vive. Asume los deberes de una mujer de su tiempo, cuida a José su esposo, y a su Hijo también, y espera con paciencia la tarea que Él debe realizar.

José, el varón que hace hogar con su esposa y con el divino Hijo de su esposa, pues Dios le descubre el misterio. Trabaja para sostener ese hogar, enseña al Niño como todo padre enseña a sus hijos. Ama y respeta a su esposa, y le ayuda a cumplir su misión. Esta familia es la familia a la que podemos acudir en nuestras  necesidades. En esa ayuda ponemos nuestra esperanza.

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