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Mujeres egresadas del Mier y Pesado, trasforman y trascienden en la sociedad mexicana 2>

Anunciación.- El Instituto Mier y Pesado tiene como objetivo integrar una Comunidad Educativa unificada, que haga vida los valores propuestos por la Filosofía de la Educación Personalizada y se comprometa seriamente en la formación ¿integral de mujeres capaces de trasformar y trascender en la sociedad en que se encuentren. Hoy, el instituto imparte educación escolar en los niveles de Preescolar, Primaria, Secundaria  y Preparatoria; cuenta con 1276 alumnas en total.  

La hermana Teresa, directora general del Instituto explicó que la educación de las niñas y adolescentes que asisten al Instituto reciben una educación afiliada a la SEP y a la UNAM, además de educación basada en valores.

Las niñas reciben doctrina católica cristiana, que ayuda a que las niñas puedan tener bases morales para tener una mejor vida en la sociedad.

Las beneficiaras además de las actividades académicas tienen cursos y talleres para mantener una educación integral.

Cabe recordar que La Fundación Mier y Pesado IAP,  es una institución de asistencia privada, busca ayudar a niños y ancianos, mediante dos escuelas 2 Escuelas: Instituto Mier y Pesado para niñas y Escuela Mier y Pesado para niños así como las 2 Residencias para personas de la tercera edad: Casa de Salud Mier y Pesado y Casa Hogar Mier y Pesado.

LA MUERTE: “UN DÍA, LA HOJA CAÍDA SERÁS TÚ” 2>

Anunciación.- Se acerca el día de muertos y viene bien recordar algunas verdades fundamentales en la existencia humana, como es el día preciso en que dejaremos este mundo. 
Siempre me han ayudado a reflexionar sobre este tema, las palabras de ese punto del libro “Camino” de San Josemaría Escrivá de Balaguer en que escribe: “¿Has visto, en una tarde triste de otoño, caer las hojas muertas? Así caen cada día las almas en la eternidad: un día, la hoja caída serás tú” (No. 736).
En fecha reciente, un amigo mío, escritor y periodista, falleció de un infarto fulminante mientras daba una clase y sin tener antecedentes de padecimientos cardiacos. También, hace pocas semanas, el hermano de otro amigo mío, médico neurocirujano, tuvo un accidente en la carretera y murió de forma instantánea, cuando se encontraba en plena madurez profesional. En ambos casos, nadie suponía que abandonarían esta vida de modo tan inesperado.
Pero ésa es la realidad a la que cada día nos enfrentamos. “Un día, la hoja caída serás tú”… Y parecería que muchas personas se aferran a esta temporal y breve residencia en la tierra como, ¡si fueran a vivir aquí por una eternidad!
Tengo la impresión de que pocas veces se reflexiona que viviremos eternamente en la Otra Vida, ante la mirada de Dios. El Señor nos ha dado la vida y nos ha concedido un puñado de años para merecer el Cielo y ser felices con Él para siempre.
Pero no hay que perder de vista que quienes viven de espaldas a la Ley de Dios, corren el peligro de condenarse; de ser juzgados por Jesucristo e ir al infierno con el demonio y sus ángeles caídos.
A muchas personas les cuesta aceptar que siendo Dios infinitamente bueno pueda destinar a las almas -que le ofendieron gravemente en esta tierra- a un lugar de tormentos y suplicios sin término, como es el infierno. Sin duda, el mayor dolor que puede experimentar una persona es no tener la esperanza de poder ver el Rostro del Señor y de gozar de la felicidad sin límites. Pero, por otra parte, no hay que olvidar que Dios es infinitamente Justo. Y concede a cada uno el premio o el castigo según sus obras y de su actuación como cristiano.
No faltan quienes imaginan que hablar de estos temas son una especie de cuentos fantasiosos, que ya nadie cree, y que se relatan por las noches para atemorizar a algunos niños miedosos. “Son cosas de tiempos pasados; todo eso está ya superado”-suelen decir.
Lo cierto es que como dice ese pensamiento: “El hombre tiene su tiempo, y Dios su eternidad”. No hay nada realizado por cada ser humano que escape a su mirada y entendimiento.
Pero no es cristiano temerle a Dios. Ante todo, Él es nuestro Padre y quiere lo mejor para nosotros. Comprende las miserias y debilidades de las personas, pero pide a cambio que cada hombre o mujer luche por corregirse a lo largo de su existencia y ponga su esfuerzo en mejorar cada día un poco más con la finalidad de imitar a ese Modelo que es Jesucristo.
Porque si se vive conforme al querer de Dios, la muerte será una buena amiga que nos facilitará el camino para ese encuentro eterno. Me vienen a la memoria, aquellas inolvidables palabras de San Juan Pablo II, poco antes de morir, quien decía en tono de súplica en su agonía y ante tantos procedimientos médicos que le aplicaban: “Déjenme ir ya a la casa de mi Padre Celestial”.
En efecto, así mueren los hombres santos, con esa confianza de estar siempre en las manos del Señor, con esa paz y serenidad, esperando el abrazo amoroso del Padre Eterno.

Revolución rusa, 100 años después 2>

¿Por qué ha sido tan poco festejado el centenario de la revolución que marcó la historia del siglo XX? ¿Qué lección se encierra en este silencio? 

1. Las dos revoluciones de 1917. La primera ocurrió, después de la derrota del ejército del Zar en la primera Guerra Mundial, cuando Nicolás II abdicó el 12 de marzo, tras largas movilizaciones sociales de protesta.
La segunda y más conocida aconteció el 25 de octubre, cuando los bolcheviques encabezados por Trotsky, Lenin y Stalin conquistaron el poder, al derrocar al jefe del gobierno provisional, Alexander Kerensky. Entonces el sóviet de Petrogrado se quedó con el poder del Estado, y Lenin empezó la persecución a la Iglesia ortodoxa rusa. (Cfr. El País, 11 abr. 2017)
La historia posterior es larga y compleja: una guerra civil entre los bolcheviques y los contrarrevolucionarios (1918-1921), la Segunda Guerra Mundial (1939) y la dictadura de Stalin, la Guerra Fría (desde 1945 hasta 1989, con la caída del muro de Berlín). Una amarga historia de atropellos a la libertad y de millones de muertos.

2. Un centenario poco celebrado.  Un artículo del New York Times explicaba que este aniversario se redujo a una conmemoración académica, sin mayores celebraciones populares, porque, según algunos funcionarios del Kremlin, historiadores y analistas, el presidente Vladimir Putin detesta la idea de revolución.
“Conocemos bien las consecuencias que pueden tener estas convulsiones históricas”, afirmó Putin en diciembre pasado, durante su discurso del Estado de la federación. “Desafortunadamente, en el siglo XX nuestro país sufrió muchas de estas convulsiones y sus consecuencias”, sostuvo. (N. Macfarquhar, NTY, 13 mar. 2017)

3. El lado obscuro del Comunismo.  La Revolución rusa buscaba implantar las ideas de Karl Marx: la imponer la Dictadura del Proletariado, donde los hombres pudieran vivir iguales, sin propiedad privada, en un mundo sin pobres ni ricos.
Sin embargo, la Revolución se transformó en una auténtica dictadura, en la que no había un dictador, sino una ideología totalitaria, con una visión histórica materialista y atea. Fue la dictadura de todo un sistema político y económico, que persiguió cruelmente a las religiones, especialmente a la cristiana. (Cfr. S. Aragonés, Aleteia, 16 oct. 2017)
La obra titulada “El libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión” (1997), escrita por un grupo de profesores universitarios e investigadores europeos, estima que el número de muertos bajo los diversos regímenes comunistas (China, Rusia, Corea del Norte, etc.) “se acerca a la cifra de cien millones”. (Cfr. Aleteia.org, 21 abr. 2017)

4. La historia atrás de la historia.  El biógrafo de Juan Pablo II, George Wiegel, formula una pregunta muy importante sobre el modo pacífico de la caída del muro de Berlín, que marcó el final del comunismo mundial.
Pregunta Weigel: “¿Qué fue lo que hizo que “1989” no implicara derramamiento de sangre y violencia masivos, los dos métodos habituales del siglo XX para efectuar un gran cambio social?” (Aleteia, 30 ene. 2014)
Y responde que esa revolución pacífica fue posible gracias a Juan Pablo II, el Papa polaco que durante sus años como obispo de Cracovia tuvo que lidiar con el régimen comunista, pues este Pontífice fue el que encarnó la “revolución de la conciencia moral” que llama al mal por su nombre, y que por eso fue capaz de aglutinar a pensadores y políticos que dieron lugar al cambio: Vaclav Havel, Ronald Reagan, etc.

Epílogo. No se puede celebrar una ideología que destruye al hombre. Aunque la inquietud por defender a los trabajadores y a los pobres sigue siendo válida, el Comunismo no fue capaz de darle una respuesta, porque el afán de poder que lo sustentaba conllevaba cancelar todas las libertades y matar a sus millones de opositores.
La gran lección de este centenario es que cuando el ser humano abandona los principios morales, destruyendo la libertad individual y la libertad religiosa, el hombre se convierte en el depredador del hombre. Entonces, la gran revolución de hoy consiste en conservar la conciencia moral como guía para solucionar los grandes problemas sociales de nuestro tiempo.

@FeyRazon    lfvaldes@gmail.com
http://www.columnafeyrazon.blogspot.com

El despertar de México y la sociedad civil se ha dado a raíz de un desastre natural, y tú cómo ayudas 2>

Anunciación.- Desde el Estado de México advierten que en el país 40 por ciento de los mexicanos no tienen acceso a los servicios de salud pública, informó Patronato Dr. Nicolás San Juan Toluca IAP

En Michoacán, Estimulación Neuromotora Acuática AC emplea la técnica watsu para contrarrestar enfermedades causadas por el estrés.

En Hidalgo fortalecen a los sectores más vulnerables y los convierten en emprendedores a través de Fundación Lazos de Poder AC.

La muerte de su bebé de apenas dos meses de edad provoco la creación de la  Asociación Francesca Bebés con Alas IAP para acompañar en el duelo a los padres de familia que han perdido un hijo.

¡A la vista! 2>

Anunciación.- ¡Tierra a la vista! Enseñan en las primarias, obligando a los niños a repetir a coro en sonsonete las emblemáticas palabras. ¡Tierra a la Vista! Dicen que así dijo algún vigía, desde el palo mayor de la Niña, la Pinta o la Santa María, un vigía muy probablemente de calaña inenarrable, explícita, y de dudosa procedencia sevillana o malagueña -vaya, de dudosa autenticidad andaluza-. Acaso sería alguno de los hermanos pinzones (¿esos que eran unos marineros/que se fueron con Colón,/que era un viejo cabezón?). 

Traicionando cualquier rigor histórico y simplificando hasta el absurdo de un culebrón del canal de las estrellas, la aventura que comienza con una imprecisión de narices corregida inadvertidamente por Américo Vespucio, con una hipoteca que de antemano se sabía jamás se iba a pagar; todo al amparo de algunos intereses apremiantes de la corona española (digamos tipo endeudamiento de gobernador post moderno), y una nebulosa historia de acuerdos y pactos con la reina, que se sellaban probablemente en la oscuridad de los rincones de palacio.

Esa aventura, decía, que da paso evolutivo unos cuantos años después a ese proceso de fuego, sangre, ambición desmedida y avaricia, y particularmente de traiciones y abusos, denominado comúnmente la conquista. Así enseñan en la primaria para simplificar, pues; para no exigir de pronto a maestros y alumnos, y para que todos nos quedemos muy contentos y tranquilos con el cliché manipulado e ignorante.

Así de simplista ahora, una vez más, como cada año, retomamos el debate de la colonización de Mesoamérica y su permanencia como status político y social por más, pero mucho más, de trescientos años. Es encuentro de dos mundos, dirían los colegas políticamente correctos. Es, diríamos algunos menos recatados, la colisión feroz de las apetencias más mezquinas del ser humano, que disfrazadas con los blasones de colonizadores, o las plumas multicolores de pavorreales y cenzontles, nos daban para escribir acaso miles de páginas de la historia, en las que podemos ver que de pronto, para ésta especie humana que animamos, los intereses económicos, la acumulación de riqueza, la venganza y la explotación del débil por el fuerte, son solo una constante milenaria que nos caracteriza.

Y así, como si no hubiesen pasado quinientos años. Como si no se hubiese terminado –al menos formalmente- la encomienda. Como si no se hubiese proscrito la inquisición. Como si no hubiese habido revolución industrial, dos guerras mundiales con millones de muertos, y todas esas nuevas guerras que nadie llama “tercera”, pero lo han sido ya. Como si no estuviésemos en la era de la información, de los WikiLeaks, de la carrera por el apoderamiento de la energía, el cambio climático, los amores virtuales y asépticos por la internet. Como si no existieran necesidades apremiantes ante la miseria que vivimos como humanidad, como si no existiera BokoHaram, ni el Chapo, ni la Mara Salvatrucha, ni ISIS, ni la tragedia de Iguala, la de Aguas Blancas… Así, sin los millones y millones de personas que hoy viven en condiciones de pobreza.

¡Tierra a la vista! Para los que protagonizamos el papel de conquistador echando mano de un teléfono inteligente que sustituye al arcabuz. Un vehículo engañoso fabricado en Alemania en vez de una carabela o un caballo. Una corbatita de marca italiana o un vestido francés, unas sandalias extra estilizadas para sustituir a la fiera y pesada cota de malla, a las botas de cuero rancio. En pos de ese activo actual que es poseer lo que sea, a pesar de que para tenerlo, se queden pueblos sin agua, los niños trabajen esclavizados en barcos o fábricas bajo tierra.

Acabando con los bosques, confinando en el hacinamiento a aquellos que fueron menos afortunados y que, a pesar de todas las transformaciones que presuntuosamente nos hacen tan modernos, tan sofisticados, están condenados a vivir precisamente como si no hubiesen pasado esos quinientos años: desplazados, marginados; migrando presos y esclavos transportados por los modernos polleros, en un vehículo exactamente igual al que transportaba africanos en los barcos de tratantes holandeses, portugueses y españoles.

Así es que ¡tierra a la vista! El encuentro de dos mundos: los ricos y los pobres. Los que tienen hambre y los que no. ¡Tierra a la vista! Se escuchará gritar a los hermanos que llegan aquí de Honduras y Guatemala, a los mexicanos que migran aún a los Estados Unidos, a los que en balsas huyen asustados de su propio infierno hacia Europa, hacia cualquier sitio que les permita soñar, aunque sea una sola noche de octubre, sin el terror de la acechanza de un terrible conquistador barbado o lampiño, que parece gritar, ahora en nuestros días: ¡Victima a la vista!

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