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Fundación Vida Independiente México, programa para la rehabilitación reintegración a la vida social para personas con discapacidad 2>

Anunciación.- Personas de todas las edades y ambos sexos; desde menores hasta adultos mayores, ingresan al patio central del Instituto para la Integración al Desarrollo de las Personas con Discapacidad (INDEPI), cada uno de ellos, ayudados por una silla de ruedas para desplazarse dentro de las instalaciones.  

Son aproximadamente las 10 de la mañana. Los presentes se dividen en dos grupos, mientras sus familiares y acompañantes, aguardan en los extremos del patio. Al centro, un espacio de unos 13 metros de ancho por 30 de largo con un alfombrado de color verde, en simulación de césped, se encuentran colocados algunos materiales que servirán como obstáculos para las personas, quienes a partir de la fuerza de sus brazos, se desplazan por el lugar.

Tres cajones de diferentes alturas, dos rieles y una rampa con 30 grados de inclinación y tres escalones, son los materiales utilizados. El primer grupo conformado por la categoría de los ‘avanzados’, integrado por 15 participantes, comienza un recorrido que consiste en superar cada uno de los objetos mientras cinco instructores, supervisan las actividades.

Desde el inicio, se hace notar el esfuerzo hecho por los partícipes a través de sus rostros. Aprietan la mandíbula, contraen los labios y algunos, al pasar su obstáculo, sacan la lengua para enseguida, dibujar una sonrisa, cada una de esas actividades mientras se desplazan en su silla de ruedas. Algunos dudan al momento de encarar los objetos, sin embargo, uno de los instructores, de igual manera que las demás personas, apoyado por su silla de ruedas para desplazarse, los motiva a continuar “¡vamos, no bajen!” y con un solo brazo, toma un extremo de la silla para ayudar a las personas a pasar el obstáculo.

En realidad no hay momentos para hablar de discapacidad. Las personas ríen entre ellas, se acercan y bromean, sobre todo, los más jóvenes. Hacen su recorrido en repetidas ocasiones y aun guardan energía para continuar el recorrido durante casi dos horas. Primero de frente; después de espaldas y por último, los instructores les piden trabajar de “dos puntos” lo cual significa que deben desplazarse en su silla de ruedas, apoyados únicamente en las dos ruedas de mayor tamaño.

Al término de las actividades, Rubén Navarro, coordinador del programa implementado por la fundación Vida Independiente México (VIM), asegura que la fundación compartió que todos los programas implementados por VIM son gratuitos. Además, aseguró que “el familiar es una parte importante para la rehabilitación” por lo cual, también se les brinda un apoyo.

Asimismo, reconoció que “la población no tiene para comprar una silla de ruedas y es parte medular del modelo de rehabilitación”, debido a ello, se buscan alianzas con diversas instituciones para poder proporcionar a las personas que se integren al programa de VIM, la atención necesaria como parte de los objetivos de la fundación, la cual se encuentra en 23 estados de la República Mexicana
Como parte de las actividades en alianza, comentó que han podido crear un diplomado en alianza con la Universidad del Valle de México (UVM) y el banco HSBC, con la intención de impulsar a quienes padecen de alguna discapacidad, continúen sus estudios y puedan incorporase a la vida laboral y ser autosuficientes, aunque reconoció que la población que padece de alguna discapacidad “tiene un nivel académico bajo” expresó.

De igual manera, resaltó los cursos de capacitación que realizan para que los integrantes del programa para que presenten exámenes en el Centro Nacional de Evaluación (CENEVAL) y puedan acreditar sus estudios.

Durante su plática brindada al final de la sesión, Rubén Navarro reconoció que los precios de una silla de ruedas (mil 300 pesos aproximadamente) son elevados, por lo cual, las donaciones son parte importante para la fundación VIM, no obstante, ellos también trabajan a partir de la elaboración de sus propias sillas y la reparación de las mismas.

Por último, señaló que VIM es un programa que cambia vidas “la discapacidad es lo último que ves aquí. Nosotros estamos rompiendo paradigmas”. De acuerdo con Rubén, los cursos para el programa de rehabilitación, en el cual cuentan por lo menos con 60 personas por sesión, se realizan los días martes y jueves durante un periodo de 6 meses, no obstante “hay quien a los 4 meses concluye el programa y sale con la intención de reintegrarse a la vida social”.

Por Omar Martínez Rodríguez

Héroes por fantasmas 2>

Anunciación.- Sacude tu cabeza fuertemente y engulle otro par de aspirinas. Intenta desembarazarte de la descomunal cruda, resaca o guayabo que provocó la intensa fiesta de disfraces de anoche en la que, ante la imposibilidad física de abrazar a la bruja de tus entrañas y tus desvelos, sucumbiste a las sonrisas y al perfume oloroso y sospechosamente barato de una gárgola maltrecha, ostensiblemente afectada por los shots de Jager, tequila y brebajes azules. Amaneciste sin dinero, aún con maquillaje de tu caracterización de Drácula y con nueva novia, así. 

Sacude lo más que puedas la parafernalia hallowinesca y los planes del majestuoso puente que los muertos te han regalado este 2017, liquidando la semana laboral desde el miércoles entre adornos de cempasúchil, panes de muerto, tamales y liquidaciones de máscaras de latex por doquier.

Sacude todo eso por favor y mírate al espejo. Si, pálido, ojeroso. Sí. Pero fíjate bien. ¿No será que en la práctica todo ese cúmulo de excesos, felicidad frívola, inmediata y superficial sean un disfraz a tu propia muerte lenta y continuada que llevas a cuestas todos los días en tu interior?

Será posible que si pones más atención a tu rostro en el espejo pudieras distinguir a ese yo interno y privado que ha intercambiado a sus héroes por fantasmas, sus bosques por cenizas humeantes, comodidad, holgazanería y acomodamiento por cambio, evolución, prosperidad.

Será que cancelaste tu apasionada entrega a la mujer que te haga perder la cabeza por una novia sosa, predecible y perfectamente adaptada a la uniformidad social de la época.

Allí, frente al espejo… ¿Será que el homenajeado en día de los fieles difuntos eres tú mismo, a pesar de presentar aún pulso y respiración entrecortada? ¿Será que eres capaz de distinguir muerte en vida, vida de muertos, muertos vivientes? ¿Será, en fin, que desde donde estás ahora puedes distinguir la diferencia entre cielo e infierno, cielos azules y dolor, como lo planteaban David Jon Gilmour y Roger Waters en aquél 1975?

Tan salsita serás para saber la diferencia entre pastos verdes y un riel frío, gris y rígido en una vía de ferrocarril; para ya ni mencionar jamás a tus muertos pues a quién importan esos fiambres y calacas, mientras se está viviendo a tope con las terminales nerviosas abiertas y sazonadas con el éxtasis, los alcoholes y la irreverencia contra todo, el dominio de los dioses materiales, la opinión de todo desinformada, pero obcecada en las noches de pre, de antro y de after.

Eso es vivir, según se remacha en cada brindis previo al shot, por tus compañeros que desprecian los lazos familiares, los objetivos de largo plazo, el vacío familiar, amoroso y de propósito.

Sí. Lo ves ahora con claridad en el espejo, y te retumban en la cabeza las frases y las notas de Gilmour y Waters. Cambiaste tus ganas de combatir y cambiar las cosas por un rol protagónico dentro de una jaula estandarizante. A tus héroes por unos estúpidos fantasmas tirándote un clavado a ciegas dentro de una pecera en la que ya solamente das vueltas año tras año, desconectado de tus entrañas y tu espíritu guerrero de antes, encontrando solamente seres que, como tú, abdicaron la razón y el sentido de vivir, por una supuesta fiesta permanente sin sobresaltos, un trabajo sin exigencia y una crítica encarnizada a quien tenga poco más que tú.

Sacude la cabeza y mírate al espejo otra vez. Detecta la muerte que reluce a modo de opresión, conformismo, mediocridad, derrota. Mira a los muertos vivientes que por las noches se enfrentan de manera eterna con los mismos miedos de siempre, con los mismos dolores de la infancia y la adolescencia, con el mismo fracaso de sumarse a los ejércitos diseñados para sucumbir, consumir y creer que viven al disentir y lanzar risotadas entre amigos en los bares de copas.

Sí colega, parece ser entonces que hay más difuntos celebrando que enterrados bajo tierra. Parece ser entonces que tú te fuiste hace mucho y dejaste un amasijo de huesos, tejidos y sangre gravitando en la negación de tu propósito. Parece ser que, de no enterarte de una maldita vez, lo único que podrás decirte a ti mismo, desde el fondo de tu alma, extrañándote a rabiar y por el resto de tus días de muertos es: “desearía que estuvieses aquí…” (Wish you were here)

Twitter: @avillalva_

Facebook: Alfonso Villalva P.

Carta a ellos. 2>

Se cumple otro año sin ustedes. Otro día que nos levantamos viendo el lugar vacío que dejaron en el hogar, en la oficina, en el salón de clases, en el parque donde solían jugar con quienes amaron; una vez más recordamos que no era su hora, o tal vez lo era, pero no queríamos que así fuera. 
Una vez más sus fotos aparecen entre el mole que tanto les gustaba, o ese tequila que quedó pendiente entre la familia, pero no hay de qué preocuparse, quienes seguimos pisando esta tierra que los vio crecer, los recordamos con el cariño que ustedes nos brindaron cuando estaban aquí para abrazarnos.
Es una etapa difícil, es duro aceptar que jamás volverán a darnos los buenos días con una gran sonrisa o a acompañarnos hasta la parada del autobús para que pudieran quedar tranquilos mientras nos veíamos alejarnos los unos de los otros para llegar a nuestros destinos.
No teman, puede ser que nosotros no sepamos qué es lo que sucede cuando el alma abandona el cuerpo, cuando la vida no alcanza para seguir; pero lo que sí sabemos es que siempre tendrán las puertas abiertas, las veladoras que alumbran sus rostros en nuestros altares, puede que sea un mejor lugar donde se encuentran ahora, pero no lo sabremos hasta alcanzarlos algún día.
Cuando lleguen, por favor disfruten de sus cosas favoritas: comida, música, bebidas, lo que nosotros recordamos que les gustaba. En esta fecha es cuando podemos volver a reunirnos gracias a su regreso del Mictlán, aunque sea por un breve instante.
Nosotros estamos bien, a pesar de que son tiempos bastante duros y algunas cosas van peor, seguimos peleando para salir adelante, así como ustedes nos pusieron el ejemplo, siempre adelante. Nosotros vamos a estar bien.
Ustedes saben, o al menos nosotros esperamos que así sea;  que fueron nuestro impulso, nuestro motivo para continuar y no caer en el profundo abismo de la soledad, cuando la mayoría nos dio la espalda, estuvieron presentes para levantarnos con sus palabras, para ayudar a que nuestro espíritu volviera a llenar nuestras venas de vida, ¿adivinen qué?, siguen haciéndolo a pesar de que ustedes no siguen con nosotros.
Los malos momentos que pudimos haber pasado juntos ahora ya no importan, se volvieron sombras disueltas por el brillo que irradiaban cuando, con sólo unas palabras, eran capaces de robarnos una sonrisa y hacer que quisiéramos abrazarnos como si no quisiéramos volver a soltarnos.
Recuérden que siempre tendrán su casa, siempre tendrán un espacio en el corazón de cada uno de nosotros, quienes los amamos hasta el último aliento de sus vidas, hasta que el último suspiro se llevo esa fuerza y esa vida que nosotros anhelamos algún día tener.
Cuando sus manos cayeron débiles, cuando sus ojos se cerraron para dejar emprender un nuevo viaje, estábamos ahí, esperando que todo fuese una mentira, que cada uno despertara diciendo “¿crees que te vas a librar tan fácil de mí?” y reír juntos, cuando todo eso sucedió, cuando perdimos la batalla, cuando te tocó estar en el lugar y la hora equivocados, cuando quisiste ayudar debido a tu gran corazón y el amor que le tuviste al ser humano, cuando aquello sucedió, nosotros esperábamos verte llegar a casa, y esperamos.
Pero no hay cuidado, tal vez podrán estar en otro lado tan lejano que nos es imposible verlos, pero mientras estemos aquí, lucharemos como ustedes para hacer de este mundo un mejor lugar, algo como lo que tú siempre quisiste, volver a ser humanos, volver a ser hermanos.

Por: Miguel Moctezuma Alvarado Chimal

Día de muertos: una tradición viva entre los mexicanos 2>

Anunciación.- Venerar y honrar a la muerte es un culto presente en la memoria colectiva de los mexicanos ya que a lo largo de la historia se ha celebrado, es una manifestación para recordar a las personas que se adelantaron en el camino; dentro de la visión prehispánica, el acto de morir era el comienzo de un viaje hacia el Mictlán, el reino de los muertos descarnados o inframundo, también llamado Xiomoayan, término que los españoles tradujeron como infierno. El encuentro de vivos con muertos representa un estado de gloria; una sinfonía con notas musicales perfectas. 

La celebración de día de muertos se conmemora cada 1 y 2 de Noviembre, en dicha jornada las personas vivas recuerdan a sus familiares que fallecieron ofreciéndoles un altar (ofrenda) en donde les brindan la comida y bebidas que más les gustaba. Esto permitirá al muerto gozar de la vida eterna y de goce que representará visitar la tierra de los vivos.

Las ofrendas y su significado

Las ofrendas deben de contener una serie elementos y símbolos que llamen al espíritu a viajar desde el mundo de los muertos para que se reúnan con sus familiares; representa un estado de trance: pero también es algo que nos acerca de manera mental al fallecido.

Entre los elementos más representativos del altar se hallan los siguientes:

Foto de la persona fallecida:La imagen se pone en la parte más alta del altar, es muy importante poner la fotografía para que las almas puedan llegar a casa.

Papel picado: Los distintos colores que se usan representan la festividad del día los muertos;

Comida: La comida es algo primordial en las ofrendas ya que cuando los muertos llegan pueden

Copal e incienso: El copal es un elemento prehispánico que limpia y purifica las energías de un lugar y las de quien lo utiliza; el incienso santifica el ambiente.

Pan:El pan es una representación de la eucaristía, y fue agregado por los evangelizadores españoles. Puede ser en forma de muertito d e Pátzcuaro o de domo redondo, adornado con formas de huesos en alusión a la cruz, espolvoreado con azúcar y hecho con anís.

Bebidas alcohólicas: Son fundamentales para darle un gusto a nuestros fallecidos; en el altar casi siempre se ponen “caballitos” de su bebida favorita.

Velas, veladoras y cirios: Todos estos elementos se consideran como una luz que guía en este mundo. Son, por tradición, de color morado y blanco, ya que significan duelo y pureza, respectivamente. Los cirios pueden ser colocados según los puntos cardinales, y las veladoras se extienden a modo de sendero para llegar al altar.

Agua: El agua tiene gran importancia ya que, entre otros significados, refleja la pureza del alma, el cielo continuo de la regeneración de la vida y de las siembras; además, un vaso de agua sirve para que el espíritu mitigue su sed después del viaje desde el mundo de los muertos. También se puede colocar junto a ella un jabón, una toalla y un espejo para el aseo de los muertos

Flores: Son el ornato usual en los altares y en el sepulcro. La flor de cempasúchil es la flor que, por su aroma, sirve de guía a los espíritus en este mundo.

Calaveras: Las calaveras son distribuidas en todo el altar y pueden ser de azúcar, barro o yeso, con adornos de colores; se les considera una alusión a la muerte y recuerdan que esta siempre se encuentra presente.

La festividad de día de muertos además de ser parte de los mexicanos, a partir del año 2003 la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) declaró la festividad patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.

Cuando los muertos vienen, una luz de esperanza renace, un encuentro entre vivos y muertos solo se puede dar un par de días, la esperanza es algo que el ser humano nunca pierde, así como las almas que reciben un altar en su nombre; al final la espera se vuelve algo único; el alma descansa y los corazones de los que aún habitan la tierra lo hacen una tradición viva…

Ángel Eduardo Santillán Mora