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LAS “FAKE NEWS” SÓLO PRODUCEN ODIO Y DIVISIÓN SOCIAL 2>

Anunciación.- Resulta sorprendente una anécdota recogida por la agencia “Aceprensa” (4 abril 2018, servicio No. 28/18) que relata cómo un vendedor ambulante, Mame Mbaye, de origen senegalés, sufrió un ataque de epilepsia en el barrio madrileño de “Lavapiés”. De inmediato, tras el aviso de su acompañante, acudió la policía para atenderlo y llamaron a los servicios médicos de urgencia. Lamentablemente, pese a las labores de reanimación de varios médicos y enfermeros, este hombre falleció de un paro cardiaco.  En forma simultánea, comenzó a circular en las redes sociales la versión de que esta persona del Senegal había fallecido por causa de la agresiva persecución de los policías. Esa misma noche, algunos grupos organizaron disturbios: se enfrentaron violentamente contra las fuerzas del orden; los manifestantes les lanzaron piedras, ladrillos y botellas; quemaron varios contenedores de basura; saquearon algunas sucursales bancarias. En resumen, hubo más de veinte heridos. La sorpresa fue que, al día siguiente, la verdadera versión de los hechos fue difundida por los medios de comunicación y se impuso la verdad. Y se llegó a la conclusión de que esos disturbios se habían originado por noticias falsas esparcidas irresponsablemente a través de las redes sociales. 
El Papa Francisco en su “Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones” de este año (el texto completo se puede conseguir en el portal www.vaticannews.va), aborda el tema de las “Fake News” (“Noticias falsas”) y comenta sobre su peligro social ya que remueven los sentimientos de los ciudadanos y producen reacciones de rabia, división, rencor, frustración, desprecio, animadversión y odio.
Afirma el Romano Pontífice lo siguiente: “Ninguna desinformación es inocua; por el contrario, fiarse de lo que es falso produce consecuencias nefastas. Incluso una distorsión de la verdad aparentemente leve puede tener efectos peligrosos”.
Subraya la codicia de algunos directores de medios de comunicación que para lograr vender más su periódico, revista o página web acuden al sensacionalismo, a descontextualizar y manipular frases emitidas por una personalidad civil o el vocero de una agrupación social con el objetivo de generar confusión, debate y polémica. Al final del día, se trata de una actitud meramente mercantilista o de lucha por intereses políticos, sin importar si describen o no la verdad sobre los hechos de forma honesta.
Algunos pensadores han llamado a este fenómeno social: “La Era de la Posverdad”, debido a que en esos medios en particular -con tendencia a provocar escándalos- no les interesa colocar a la ética y los valores con un sentido prioritario para investigar y enjuiciar serena y objetivamente la realidad de los sucesos y sus causas profundas. Algunos incluso, de atreven a “editorializar” las noticias, es decir, no presentan la información tal cual es, sino que caen en la tentación de opinar sobre ellas de manera improvisada, como si fueran especialistas en casi en todas las áreas del saber.
Porque lo que fundamentalmente les interesa es el impacto que causen en el público con la finalidad de vender más y mejor sus “Fake News”; de subir los niveles de audiencia o “rating”. Se ha comprobado que en promedio las informaciones falsas reciben un 70% más de retwitteados que las veraces. A la información verdadera le toma 6 veces más tiempo llegar al mismo número de personas que a las noticias falsas y los bulos se esparcen a una velocidad casi tres veces mayor que el resto de la información falsa (Cfr. revista “Science”, en su ensayo “La difusión de las verdaderas y falsas noticias on line” del 9-03-2018).
El Papa Francisco añade que, aunque la persona o la institución calumniada publique un desmentido oficial, difícilmente consiguen contrarrestar los daños que producen. Como dice el dicho perverso: “Calumnia, que algo queda”, o como afirmaba el Ministro de propaganda de Adolfo Hitler, Joseph Goebbels: “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.
Finalmente, el Santo Padre hace un llamado a los medios de comunicación y a los usuarios de redes sociales que no hagan eco de las “Fake News”; que sean congruentes con la verdad buscando siempre la objetividad, el sentido ético y la responsabilidad ya que es el único camino para conseguir la paz;  de buscar anteponer la caridad y evitar la violencia o la agresión verbal; procurar el trato respetuoso con cada ciudadano de acuerdo a su enorme dignidad como persona humana; promover la amable fraternidad entre los ciudadanos de una sociedad o de un país, así como crear un clima que haga posible la pacífica convivencia entre las naciones.

¿Quién combate los abusos? 2>

Anunciación.- Todos hablamos -con nuestros seres queridos, con quienes trabajamos, incluso con los desconocidos cuando vamos en algún transporte o estamos en alguna sala de espera- de la corrupción, de la inseguridad, de la desaparición de tantas personas, de los asesinatos. Hacemos eco de los contenidos que encontramos en todos los medios de difusión. 

La opinión pública, de la que todos somos actores y receptores, habla de la violencia de género, del maltrato a las mujeres, y de crímenes horribles de los que solamente diarios muy acotados daban esas informaciones. Ahora los encontramos en cualquier medio sin importar quiénes los recibirán, incluidos los niños.

Los particulares hemos de hacer lo elemental sin dejarnos llevar por la comodidad, como informar de los desmanes a las autoridades competentes para que cumpla sus obligaciones, exigir a unos que velen por la seguridad, a otros que encuentren a los criminales para canalizarlos a las respectivas instancias.

Pero como particulares necesitamos respondernos algunos asuntos: ¿el abuso de las drogas que produce incapacidad para razonar, podría ser causa de tantas conductas crueles? Ya no solamente en los antros, o en sitios peligrosos de una ciudad, sino en las escuelas, en los parques, a horas en donde  las personas están cumpliendo sus obligaciones. Y ¿Qué hemos dicho sobre la despenalización de los enervantes?

En la familia ¿dónde están los padres? Qué tiempo dedican a sus hijos? En la escuela ¿Cómo son los maestros, cuál es su preparación y cómo imparten sus conocimientos? Si los padres callan en asuntos de tanta importancia están colaborando directamente a los graves problemas sociales. En el trabajo ¿prefiero callarme cuando veo una falta de justicia?

Es muy necesario que detectemos dónde hay abusos de conducta, abusos de poder o abusos sexuales y desenmascararlos. Si alguno de estos aspectos los encontramos en nosotros hemos de cambiar porque damos mal ejemplo en la familia y los parientes reproducirán esos comportamientos. Empecemos a cambiar lo que está a nuestro alcance y veremos  muy buenos resultados a corto plazo.

Ya basta de echar la culpa a los demás, seamos valientes.

¿Debe Alfie Evans seguir viviendo? 2>

Anunciación.- El caso del bebé británico que sobrevivió después de ser desconectado de la respiración asistida por orden de la Corte británica, trae al debate unas preguntas sobre quién decide cuándo una persona debe dejar de vivir o cuál es la autoridad de los padres sobre sus hijos. 

1. El caso del niño Alfie Evans. Thomas y Kate Evans, los papás del pequeño de 23 meses, abrieron una web para explicar la situación médica de Alfie, que es una enfermedad degenerativa neurológica aún desconocida. Ahí también dan a conocer la situación del pequeño, tanto en el Hospital Alder Hey (Liverpool) como ante la corte inglesa.
Los médicos han declarado que ya no hay que hacer ningún tratamiento, sino dejar morir al niño, argumentando que, al tener daños cerebrales, su calidad de vida sería pequeña. El pasado lunes 23, la corte aprobó que los médicos le retiraran la respiración asistida, así como la hidratación y alimentación por sonda. ¡Pero el pequeño consiguió respirar por medios propios! Además, sus padres presentaron estudios de que Alfie no sufre dolores, o sea, que el pequeño no está sufriendo.

2. El papel de la justicia británica. La opinión pública internacional ha apoyado que Alfie siga con vida. El Papa Francisco recibió al papá, Thomas Evans, y le dio todo su apoyo. El Pontífice le pidió al hospital infantil del Vaticano que hiciera lo posible y lo imposible por el pequeño.
Además, el Papa consiguió que el Estado italiano le diera a Alfie la nacionalidad italiana, para que no hubiera problemas legales para ser trasladado, y el Ministerio de Defensa de ese país puso a disposición un avión ya listo para recoger al pequeño en cualquier momento. Pero la Corte de Apelaciones de Londresrechazó la petición de que el niño fuera llevado a Roma.

3. ¿Quién decide quién tiene derecho a vivir? Esta es la gran pregunta que surge al presenciar este duro caso en que el enfermito se aferra a la vida, pero los médicos y los jueces se empeñan en que lo mejor para él es morir.
Ningún Estado debe decidir cuándo uno de sus ciudadanos puede vivir y cuándo no. Esto es un atropello a la dignidad humana. Y tampoco un Estado puede negar el derecho de ningún ciudadano a cambiar de hospital o de buscar su curación en otro país.
La periodista María Laura Avignolo reporta que en otros casos similares, no es inusual que las cortes de Gran Bretaña tomen la resolución de dejar morir al paciente, porque ahí “desconectan a las personas tras accidentes de automóviles o porque se encuentran en coma ante los costos que su tratamiento significa para el NHS, el servicio de salud británico”. Añade Avignolo que las autoridades sanitarias “también deciden no hacer tratamientos costosos con ese mismo criterio (económico)”.

4. ¿Quién tiene la autoridad sobre los hijos? El caso de Alfie Evans ha levantado polémica en Gran Bretaña sobre quién tiene el poder de tomar una decisión sobre los hijos, porque con esta sentencia, los papás de Alfie han perdido toda autoridad sobre su pequeño.
En cambio, los médicos del hospital Alder Hey son los que han decidido qué es lo mejor para el pequeño y los jueces son los que sostiene que velan por los intereses del pequeño. En un comunicado, el hospital expresó que “la prioridad principal es que Alfie reciba el tratamiento que merece para asegurar su confort, su dignidad y privacidad”. Es decir, para los médicos “el confort y la dignidad” no consisten en darle cuidados paliativos sino en dejarlo morir, en contra de la opinión de los padres del niño.

Epílogo. La “calidad de vida” es un concepto equívoco, porque las carencias de salud no pueden ser el criterio para eliminar la vida humana. Basados en esa noción de calidad de vida, los médicos y jueces del caso de Alfie, acaban de repetir lo que hicieron los nazis, cuando eliminaron a muchas personas minusválidas bajo el “parámetro” de que eran de raza inferior.
La vida humana y la dignidad de la persona son lo criterios reales que hay que retomar, para evitar tragedias como la de Alfie o la de Charlie Gard, el otro pequeño al que la justicia británica le prohibió seguir viviendo.
@FeyRazon    lfvaldes@gmail.com
http://www.columnafeyrazon.blogspot.com

Una Razón para Ser 2>

Anunciación.- Tener un par de alas ha sido ilusión del ser humano desde el principio de los tiempos; la humanidad ha soñado con volar y suspender en el cielo; las alas representan ligereza, espiritualidad, posibilidad de volar y elevarse al cielo, es la aspiración del alma para trascender de la mera condición humana.

 

Por otra parte, unas alas rotas, quebradas, suele relacionarse con un acontecimiento disruptivo; porque volar con la alas rotas significa seguir a pesar de todo, apegarse a nuestros ideales, a nuestros pensamientos, buscar servir de apoyo sobreponiendonos a nuetros propios limites, es descubrir que podemos seguir adelante sin que nada nos detenga, es tener el valor de levantarnos y re comenzar.

 

Con este ideal, nació Sanando Alas, I.A.P., un grupo formado por padres y madres de familia que buscan reparar las alas de sus hijos, niñas y niños con alguna discapacidad, para que su condición no sea determinante para detener su vuelo. Sanando Alas, I.A.P. se constituyó en 2014 ante la Junta de Asistencia Privada del Estado de México (JAPEM), con el objetivo de desempeñar distintas terapias de rehabilitación, educación especial, estimulación y atención psicológica para niñas, niños y adolescentes con discapacidad de escasos recursos. 

La institución ofrece su servicio asistencial en el municipio de Joquicingo, ubicado al sur del Valle de Toluca, atendiendo a personas de municipios colindantes como Tenango del Valle,  Texcalyacac, Tenancingo y Ocuilan.

 

El principal valor de la fundación lo constituyen su grupo de voluntario profesionales que ofrecen servicios de estimulación temprana, educación especial, regularización, psicología, terapia física y rehabilitación, así como psicomotricidad, atendiendo distintas discapacidades tales como síndrome de down, parálisis cerebral infantil, distrofias musculares y déficit de atención, entre otros.

 

Mensualmente beneficia a más de 480 personas de manera directa y 242 de forma indirecta. Además de los servicios terapéuticos, se ha beneficiado a las personas proporcionándoles apoyo para la realización de estudios de laboratorio, implementación de un dispensario médico y ayuda para la adquisición de medicamentos especializados, realización de campañas de higiene personal y bucal, actividades para la sensibilización y respeto a las personas con alguna discapacidad, así como apoyos diversos a personas adultas mayores y campañas de cuidado del medio ambiente.

 

De esta manera, el sanar las alas adquiere un significado múltiple: representa un compromiso social, el involucrarse para beneficiar a quienes más lo necesitan, el ofrecer los medios para un desarrollo integral a través de la inclusión de todos los integrantes de una sociedad; para Sanando Alas, I.A.P. la misión emprendida es un importante reto para abatir el rezago social y levantar el vuelo de toda una comunidad.

Nariz roja 2>

Anunciación.- A Joaquín nadie le felicitará el día treinta. No recibirá globos multicolores, ni bolsas repletas de caramelos. No habrá quien le cante una ronda infantil. Nadie le invitará a un festival escolar, ni tendrá madre que le abrace, le mime y le bese por la mañana; que le regale la oportunidad de posar sus ojitos vivarachos en una sonrisa de aliento, que le obsequie, en fin, el calor de su regazo. En sus nueve años de vida nadie lo ha hecho. ¿Por qué habría de ser diferente, precisamente ahora? Precisamente en un día convencional, que el mundo consumista ha decidido, con un par, que sea un festejo especial. 

Joaquín. Quinito como le llaman aquellos que le conocen, permanecerá despierto toda la noche; trabajando, como todas las noches; como cada una de las siete noches de cada semana de su vida que ocupan sin cesar, alternativamente, las dos funciones que tiene a su cargo: de vigía, para alertar en caso de que husmee la policía por el prostíbulo de la Gallarda –de quien Quinito sospecha haber nacido-, y de “burro” o transportador de pequeñas dosis de enervantes, en todas sus variedades, especialmente las que prefieren los clientes para que de esa forma, según aconseja la propia Gallarda, ellos, los clientes, tengan experiencias más radicales, y contentos queden invitados a regresar. Quinito, como todas las noches, entre entrega y entrega, se encargará también de levantar los vasos sucios. Los restos de alcohol. Las colillas amontonadas en ceniceros apestosos, la basura que se produzca en la refriega.

Joaquín volverá a sentirse humillado cuando el Gabacho –padrote de la Gallarda y acreedor al apodo por su pelo teñido de amarillo-, inclemente le administre su dosis diaria de bofetadas, coscorrones y violentos golpes con bate de béisbol en la espalda y el trasero. Sentirá nuevamente ese nudo en la garganta que produce la impotencia, cuando el Gabacho, que no entiende que Quinito no fue a la escuela, que no sabe leer –mucho menos sumar-, le insulte artera y brutalmente frente a toda la gente, frente a las muchachas y los clientes, haciendo que la humillación arda en la espina dorsal, en el pecho. Logrando crecer la afrenta en cada insulto que destaca precisamente sus defectos físicos que tanto le lastima poseer, que le arrancan lágrimas de rabia cuando los contempla por horas en el espejo. Quinito sentirá otra vez la lápida del fracaso anunciado cuando ese jijo de su rejija le recuerde que no sirve para nada, que es peor que animal, que ni para gato de burdel… Recibirá las bofetadas con resignación, como todas las noches, sabiendo que eso es parte de su normalidad innegociable, inalterable, definitiva.

Pero, finalmente, Joaquín se conforma, pues tiene techo y cobija, y el derecho ganado de dormir calientito en la bodega, entre las rejas de refresco vacío y los cartones de cerveza consumida. Total, casi nunca sangra, y las marcas de los golpes desaparecen rapidito. Eso es lo que lo hará hombre, -le dice el Gabacho-, y así, de grande será muy macho, para que un día sea como él. Además, de vez en vez, las cosas se compensan cuando el Gabacho hace un negocio gordo, o cuando traen a las nuevas muchachas ilegales del sur, pues es el propio lenon quien le regala unas monedas para que compre unas canicas o un comic, porque Quinito, aunque no puede leer, se divierte mucho con los “monitos”.
A Quinito, la maldita fiesta del día del niño le importa un pimiento, porque además de que él no tiene tiempo para esas tarugadas, para esas costumbres cursis de niños mimados, le parece estúpido verlos jugando a los carritos, o a los vaqueros, cuando hay mucho trabajo que hacer, para ser un día como el Gabacho, y ganar mucho dinero, y tener una casa llena de pirujas que produzcan para uno solito. A quien le importarán esas idioteces de estudiar, bañarse y andar muy perfumadito, si lo que vale es la lana, el poder, como el que tiene el Gabacho, que trae muertas a todas sus viejas –aunque sea a cachazo limpio-, y que sabe, y le enseña también, que no hay necesidad de sufrir como otros imbéciles, pues cuando uno está confundido o nervioso, con un toque basta, para volar por los cielos de la felicidad.

Juguetes made-in-China, dulces, sonrisas y festivales. Narices rojas. Todo parece muy bien para una película de las que dan en televisión. También oyó en la radio que alguien hablaba enardecido de niños explotados, pero Quinito pensó que les había reventado la panza por comer tantos tamales, tantos platos de frijol, tanto plátano frito.

Joaquín quizá nunca entienda qué es la dignidad. Quizá ni siquiera aprenda a leer y a escribir. Nadie le explicará que tiene derecho a exigir que no le peguen, a no trabajar sino hasta ser adulto, a conocer, a través del estudio y el juego, otros horizontes; de dónde viene, a dónde va. Probablemente nadie se ocupará de su vida para rescatarle y acercarlo a un destino menos oscuro, menos podrido que el agujero donde vive en la frontera de México y Guatemala. Los que están cerca, lo utilizan como bestia hasta el límite de sus fuerzas; los que están lejos, indolentes se apartan de un niño oloroso, grosero, boquiflojo. Al final, Quinito sigue solo y seguirá solo. Su destino se avista claro: el vacío, la desolación, la violencia, los vicios, la indignidad, es decir, un fracaso más consolidado por la sociedad indolente que se pudre por dentro haciendo alarde de su estupidez, muy a pesar de las bodas de telenovela de los gobernantes, muy a pesar del discurso oscurantista de los flamantes candidatos que buscan el poder.

Pero bueno. Anímese y sonría, con la conciencia bien tranquila porque, a fin de cuentas, he usado nombres ficticios para los personajes de este relato, excepto el de Joaquín, Quinito, que sigue viviendo en ese burdel su lamentable realidad a diario, en Tapachula, en nuestra propia frontera sur.

Twitter: @avillalva_
Facebook: Alfonso Villalva P.