Anunciación.- Óscar Galicia, académico del Departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana, destacó que las personas que viven en zonas con altos índices de homicidios, violaciones y otros crímenes experimentan lo que se conoce como “indefensión aprendida”.

 

“La desesperanza aprendida aparece incluso en animales, y ocurre cuando las personas sienten que no pueden hacer nada para cambiar una situación. Ya no eres capaz ni siquiera de enojarte”, es una situación que suele ocurrir en contextos donde, además de violencia, la impunidad es constante.

 

Sin embargo, también existe una respuesta muy distinta a la indefensión generalizada: la de lucha, que hoy es mejor ejemplificada en el caso de los grupos ciudadanos armados de Michoacán y Guerrero, explicó el investigador.

 

“En el caso de Michoacán, y otros lados, aparece la otra respuesta humana, la lucha: estoy enojado. Y la única posibilidad que existe para cambiar lo que estoy viviendo es que me agarre a trancazos con los otros, muy diferente a la indefensión”, aseguró el psicólogo.

 

Afirmó que ambas, la indefensión y la lucha, “son respuestas naturales y esperadas”.

 

En circunstancias de constante violencia, explicó Galicia, “ocurre una activación crónica en el individuo de lo que se conoce como el sistema nervioso simpático, que es el que se activa cuando nosotros tenemos miedo”, y señaló que esto provoca la disminución de la capacidad inmunitaria de los sujetos.

 

Añadió que las personas no sólo tienden a sufrir más enfermedades: también sufren consecuencias psicológicas y repercusiones en sus interacciones sociales.