Una ventana al infinito

10 marzo, 2021
Socorro Eugenia Quijano Villanueva

La pandemia nos ha abierto a muchos una ventana al infinito. Un espacio de tiempo para pensar en Él. La proximidad de la muerte, la incertidumbre cotidiana, nos deja ver la estrella de la vida que no termina aquí, sino que apenas comienza.

Todos los ciudadanos del mundo, hemos de ver estos momentos como la oportunidad de prepararnos para la continuidad de la vida. Tanto en la tierra como en el cielo.

He pasado unos días contemplando, esperando para contemplar el momento cuando el sol se oculta en el horizonte y la belleza de colores que deja sobre el mar tranquilo del puerto de Campeche ¿Cómo no creer en Dios creador?

Gente joven a mi lado enferma de COVID, va al hospital y no regresa porque muere y he visto también a muchos jóvenes y mayores que se juegan la vida por cuidar a los enfermos, unos por ser personal médico y, otros, tan solo por amor, por servir. ¿Cómo poder negar el amor y la esperanza?

El mundo está ya muy desarrollado, aunque la economía parece venirse abajo y se derrumba para millones de personas desempleadas, el hombre crece por dentro. Sí, que ya terminé esta pandemia y que la riqueza se reparta mejor, pero, siempre respetando la libertad de las personas.

Una ventana al infinito se ha abierto para cientos de miles de ciudadanos que hemos perdido seres queridos sin que pudiéramos hacer mucho por ellos; la existencia de Dios todopoderoso ha vuelto aparecer en el horizonte de muchas almas.

Varias de mis amigas han perdido a sus papás, otras a sus suegras, yo a varias amigas muy cercanas, y así podríamos seguir citando… La cercanía con la muerte nos hace cuestionarnos, ¿qué sigue después de esta vida? ¿para qué vivir? ¿qué huella dejar en este mundo? Todas estas preguntas tocan una de las fibras más esenciales del ser humano, la de la eternidad, la ventana al infinito.

Para mí el mundo, como decía, ya está muy desarrollado pero el hombre aún no, mucho de ese desarrollo alcanzado ha sido en detrimento de su espiritualidad, ahora, en estas circunstancias de pandemia, de sufrimiento y de angustia, levantamos la cara y los ojos y, de rodillas, clamamos a Dios que ya finalicé. En este acto de humildad humana y sobrenatural el hombre encuentra su verdad, que es hijo de Dios, su creatura. Y Él, ¡Nos escuchará! No dejemos de poner los medios para que este fin de la pandemia sea ya pronto.

La Pandemia de la mentalidad abortista y de la cultura de la muerte ha cobrado más vidas que el COVID, según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud), ocurren 149 abortos por minuto, niños inocentes muertos. Es increíble, si nos detenemos a pensarlo de nuevo, que países llamados desarrollados o en vías de, caigan en este crimen.

Necesitamos abrir esa ventana al infinito que está a nuestro alcance y querer, al menos desear, ser mejores personas y empezar como podamos. El hombre debe de preocuparse por el hombre en primer lugar para poder “volar” hacia el infinito del Amor que es Dios. Que la vida en familia se facilita por ese “Quédate en casa” es cierto, aprovechemos la oportunidad para aprender a amar a las personas más que a las cosas y al trabajo mismo.

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