
Sobre la juventud: la tarea profunda de educar (1 de 3)
El futuro pertenece a todos. Pero son los jóvenes los que lo van a forjar, estén bien o mal preparados. Los jóvenes son los que ocuparán los puestos que dejen los adultos de hoy. Es necesario poner los medios para formar a la juventud, de modo que pueda afrontar los retos o problemas del mundo del mañana, en algo que todos suponemos que se hace, pero que no es así.
Es preciso verificar si se está educando a los jóvenes en la dirección correcta. Se trata de una tarea real, que ninguna persona responsable puede soslayar. Por el sencillo hecho de la ley del cambio de generaciones. Esta ley de forjar el porvenir del mañana, corresponde a quienes ahora estudian. Pues donde están hoy los adultos, mañana estarán los que hayan nacido después del año 2000., y así sucesivamente.
La juventud recibirá una sociedad que no eligió, que no construyó., de la cual forma parte, y de la que debe hacerse responsable, por sacarla adelante de la mejor manera. Por eso necesariamente debe tenerse presente a Dios, en todos los ámbitos de la sociedad, porque todo lo bueno viene de Él.
No me refiero sólo al progreso técnico, sino al sentido de la vida con el que se educa. Lo que en primavera se siembra en otoño se cosecha.
Si se da a los jóvenes un sentido de trascendencia de la realidad y de la vida. Si se les habla de lealtad, sinceridad, docilidad, generosidad, optimismo, alegría, esperanza, de trabajo bien hecho y de obras de servicio, tendremos toda la razón en esperar que quienes vengan, detrás de nosotros, harán las cosas bastante mejor que como las estamos haciendo hoy, aprovechando nuestra experiencia.
Si a los niños y jóvenes se les educa en un ambiente materialista, de comodidad, protesta, egoísmo, imposición, será difícil pensar que vendrán tiempos mejores. Si los que vengan después de nosotros se encuentran con un mundo mejor, es porque hemos hecho las cosas con esperanza y con amor. Es decir, las hemos hecho bien.