Renovación moral en la familia

20 mayo, 2025

En la crisis actual, en la que casi todos hablan de la corrupción, existe otra crisis gigantesca a la que no se le da casi importancia. Afecta a muchas las familias que pasan por una prueba de fuego, más dura y difícil por la que puedan pasar las organizaciones más flageladas del mundo.

Hay casos evidentes: el aumento de divorcios y de abortos son hechos que dañan directamente a la familia, célula y columna vertebral de la sociedad. Además, hay otros problemas humanos que también atacan a la institución familiar.

Así, el problema de la vivienda ocupa gran parte de las actividades de la secretaría de desarrollo humano y ecología, y que, a final de cuentas, se reduce a facilitar o dificultar la vida de familia. Hay que violentarse uno, para poder imaginar que en las diminutas viviendas de “interés social”, pueda vivir una familia con normalidad y ambiente sano, con afán de superarse.

¿Cómo esas viviendas tan estrechas contribuyen al gozo con el cual deba ser esperado un nuevo hijo, si de antemano ya no hay lugar para él?

El problema escolar, en el cual una deficiente distribución de los fondos públicos, empaña el derecho a elegir centro educativo y angustia a las familias. Me refiero a la libertad de enseñanza que es, sobre todo, un derecho de los padres y de su descendencia, y no un problema exclusivamente del profesorado.

¿Por qué esa imposición de textos únicos y obligatorios en las escuelas estatales? Que sean gratuitos, se agradece; pero que sean únicos y obligatorios, representa una violación del derecho de los padres para educar a sus hijos conforme a las propias convicciones, aunque el Estado sostenga lo contrario y haya firmado declaraciones en organismos internacionales.

La intensificación aguda de los problemas de trabajo y seguridad provoca que innumerables hogares vivan en la zozobra, por la cruda realidad de no enfrentarse a una situación en la que no hay los medios imprescindibles para llevar una vida genuinamente humana: en concreto me refiero a la situación de miseria material.

Muchos espectáculos y publicaciones no son sólo un problema de “mal gusto”, sino agobio para muchos padres de familia, que luchan por formar a sus hijos como personas de criterio, que sepan adaptarse a la realidad y trabajar en labores conforme a la dignidad humana y divertirse sanamente.

El aumento de drogadictos, el alcoholismo, la delincuencia y la corrupción de personas que llevan cargos de responsabilidad, son, de algún modo, manifestación de que las cosas en la familia no van muy bien.

Porque, qué difícil es –casi imposible- gobernar honestamente una empresa pública o privada, si antes no se viven los deberes y se ejercitan los derechos de la propia familia: si antes no se es buen marido o esposa, padre o madre, hija o hijo; si falta autodominio.

Si aquellos que tienen influencia en la sociedad no protegen y ayudan a la familia, respetando y haciendo que se respeten los valores humanos, la mencionada renovación moral o lucha contra la corrupción, quedará reducida a un eslogan que permite encubrir los más graves desórdenes en aras de un legalismo y una retórica que ya nadie piensa que sea verdadera.

El amor a la patria empieza en la familia. Quienes tienen puestos de responsabilidad, necesitan dar mayor prioridad a la familia. Poniendo los medios, puede conseguirse que la mayoría de las familias sean lugares donde se vivan las virtudes humanas y sobrenaturales.

La renovación moral en la familia es tarea de todos y necesita comenzarse ya.