LA TEORÍA DE DOS HIJOS POR FAMILIA: NOS LLEVARÍA A LA EXTINCIÓN

17 octubre, 2023

Ahora es frecuente que nos encontrarnos con matrimonios que dudan entre elegir tener uno o dos hijos, o una familia normal. Cuando los padres son responsables y por razones de salud, u otros motivos razonables, y les es imposible tener más hijos, pueden suplir esta carencia, relacionándose con otras familias, ya sean parientes o amigas, para facilitar la educación de la pequeña prole.  O bien adoptando hijos huérfanos, para formar una familia mayor

Siempre es necesario que los padres estén muy atentos a que los hijos desarrollen sus capacidades y virtudes, mediante la convivencia con niños o muchachos de su edad.

Cuando no se ponen estos medios, surgen multitud de limitaciones y desventajas para las familias muy pequeñas.   La educación del hijo único suele ser hace nula, tanto a nivel personal, como familiar y social.  Cuando hablamos del hijo único, nos referimos a familias de hasta dos hijos.

Entre estos argumentos destacan los siguientes:

  1. El hijo único al no tener más hermanos –como hemos visto- carece de la vida social y alegre de una familia normal, y por lo mismo, de las oportunidades para practicar –entre otras muchas- las virtudes de la lealtad, fidelidad, cordialidad, generosidad y el olvido de sí, etc.
  2. el excesivo mimo de los padres con el hijo único -lo muestra la experiencia- hace al niño pusilánime, egocéntrico e incapaz de despertar en la conciencia de él, los deberes sociales, como por ejemplo de ayudar al necesitado y a las instituciones de servicio público.

Si el fenómeno del hijo único cundiese en innumerables matrimonios, a nivel nacional, y por unos años, pronto presenciaríamos una inmigración masiva de extranjeros, que vendrían a ocupar los puestos vacíos de trabajo, y –con el tiempo- los de responsabilidad, que no llegaron a ocupar los que nunca nacieron.

Las cifras no mienten: si los padres de la generación actual tuviesen cada uno una hija y un hijo (o sea: dos descendientes), que, al casarse más tarde, tengan, a su vez dos hijos, la población del país habría comenzado a extinguirse.

Debido a que no todos contraen matrimonio: algunos mueren más pronto; otros, por sus enfermedades no se casan; otros se ponen miras más altas, que sólo se pueden cumplir libres de vínculos familiares; hay quienes no encuentran nunca la persona con la que hubieran decidido casarse; y de los matrimonios que se contraen, no pocos –por motivos voluntarios o involuntarios- se quedan sin descendencia.

La experiencia señala que un pueblo se sostiene en pie, únicamente si el número de los hijos es de tres o más por familia. El número ha de ser mayor si se quiere que aumente la población. Hace algunas décadas, era frecuente encontrarse con familias integradas por 8 o más hijos. Y salían adelante.

El fondo del problema reside en la falta de generosidad de bastantes padres de familia. Del amor que se tengan los progenitores, de la rectitud de conciencia y de su alegría por vivir, depende su descendencia, y, en cierto modo el futuro de país.