La Tarea profunda de educar (2 de 3)

24 junio, 2025

Todos nos hemos preguntado: ¿A dónde va el país? ¿A dónde conducirá la educación que se imparte en los colegios y universidades? ¿Cómo se están formando mis seres queridos? ¿Qué peligros comporta? ¿Qué ventajas tiene? ¿Cómo excluir la locura del cambio de valores perennes de la vida por otros que son efímeros y ajenos a la felicidad?

En los jóvenes reside la oportunidad de ofrecer una aportación personal a la superación de situaciones que no satisfacen las exigencias de la vida. El mundo de los adultos necesita permanecer abierto a la crítica constructiva de la generación que está por asumir sus responsabilidades, y mantener un diálogo franco, libre de aspereza y abierto al optimismo.

No se trata de negar los méritos que ofrece el mundo de los adultos, sino de aprovechar lo positivo y lo permanente, y agradecer lo que se ha hecho.

Es preciso eliminar ciertas injusticias persistentes en convertir nuestra cultura de vida, en una “cultura de muerte”, que conduce por un plano inclinado que lleva a la ruina moral. Por ejemplo: hay que rechazar la costumbre del aborto provocado; eliminar el rechazo a la vida producido por los anticonceptivos; eliminar la droga; el recurso al terror; dar una vida digna a los inhábiles; combatir la pornografía; etc.

A medida que avanza el error nos hacemos tristes e infelices.

Esto se puede hacer, si tenemos una esperanza a toda prueba. La esperanza y la valentía van de la mano. Con la esperanza –pase lo que pase- iremos siempre hacia arriba y lograremos nuestros propósitos positivos. Por ello, siempre hemos de amar la verdad. que nos servirá de faro, para alcanzar nuestros buenos propósitos, que nos lleven a un mundo feliz.